Clara Sánchez
Otra vez Fernando Pessoa. El último libro que he adquirido (estoy harta de las palabras comprar y vender) han sido sus Diarios (Gadir). Durante los ochenta, la Antología Poética, de Ángel Crespo, en que recogía poemas de sus famosos heterónimos, y el Libro del desasosiego fueron un faro para mí, una Biblia en la mesilla de noche. Nunca he sentido una melancolía tan maravillosa como la que salía del Libro del desasosiego como una brisa otoñal, atlántica, llena de humedad y de luz. Pessoa devuelve la fe en el placer de vivir las sensaciones, de agarrarse uno a lo que siente porque no hay otra forma de existir.
Uno de sus heterónimos más atractivos es el sabio Alberto Caeiro, cuyas palabras me han hecho mucho bien, como éstas por ejemplo:
"Acepto las dificultades de la vida porque son el destino,
lo mismo que acepto el frío excesivo en pleno invierno:
tranquilamente, sin quejarme, como quien meramente
acepta,
y se alegra por el hecho de aceptar:
por el hecho sublimemente científico y difícil de aceptar
lo natural e inevitable."
Y en sus Diarios escribió algo que nos puede venir bien a quienes nunca estamos contentos del todo:
"¿Por qué soy tan infeliz? Porque soy lo que no debería ser. Porque la mitad de mí es lo opuesto de la otra mitad, y el triunfo de una es la derrota de la otra, y la derrota es sufrimiento: mi sufrimiento, siempre."