Clara Sánchez
El único despilfarro de los muchos que hacemos que no me duele es el de la carrera espacial. Tira de mí la curiosidad, ¿qué ocurrirá por esos mundos desconocidos? Aparte de que seguramente estos avances científicos repercutirán en nuestro progreso del día a día. Y de no ser así me resulta suficiente con que hayamos atravesado nuestra atmósfera y que hayamos contemplado el planeta Tierra desde fuera y que ahora nos podamos observar desde otro lugar a millones de kilómetros con el oscuro espacio de por medio.
Como decía Pedro Duque el otro día, la llegada del hombre a la Luna costó menos dinero que la guerra de Irak. Y por lo menos en ese empeño no mueren miles de personas. Puede que el sueño de querer saber lo que hay más allá nos lo vayan alimentando poco a poco y a un gran precio, pero estoy segura de que lo que no se gaste en explorar Marte o colonizar nuestro satélite tampoco se invertirá en paliar el hambre. Al menos así hoy sabemos que en Titán hay mares de etano líquido y que llueve. Y que en Marte hay agua. Ojalá que toda la frivolidad de la humanidad consistiera en esto.