Clara Sánchez
Juan Eduardo Zúñiga, uno de los escritores que con más talento y conocimiento de causa ha escrito de esta ciudad, dice en Largo Noviembre de Madrid: "Pasarán unos años y olvidaremos todo; se borrarán los embudos de las explosiones, se pavimentarán las calles levantadas, se alzarán casas que fueron destruidas. Cuanto vivimos parecerá un sueño y nos extrañarán los pocos recuerdos que guardamos". Cuánta razón tiene, la memoria es frágil y la vida tirana, nos mueve, nos agita y al final ¿no tenemos la sensación de estar estancados y de que vamos más despacio de lo que parece?
Por un lado los móviles tienen cada hora que pasa más prestaciones y de un momento a otro el hombre pondrá el pie en Marte, pero por otro la reiterativa presencia de los obispos en los medios con sus reiterativas rancias declaraciones sobre la vida supone una vuelta a los tiempos de la Regenta. Tras una sesión de obispos, me da la impresión de que me voy a cruzar con ella en el ascensor. A estos señores no se les puede ni se debe tapar la boca porque ellos tienen sus ideas y su fe y sus cosas, lo que es llamativo es que los medios de comunicación les hagan tanto caso porque sus palabras afectarán a sus seguidores pero a los demás nos traen sin cuidado. No entiendo por qué cualquier opinión que expresan sale en todas partes como si en este país sólo hubiese católicos y como si no gozásemos de un estado laico, por no hablar de las subvenciones aportadas por el erario público. Resumiendo, es de todo punto exagerado y fuera del sentido común el protagonismo de que gozan fuera de sus propios canales de comunicación.