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Bares, tabernas y baretos (2)

Por 18 de diciembre de 2007 Sin comentarios

Clara Sánchez

Creo que estamos de acuerdo en que el bar aborrece las atmósferas envolventes y las florituras porque ahí se va a lo que se va, a tomarse el vino con la tapa a codazos con otros parroquianos pongamos un domingo al mediodía. De todos modos Madrid ha ido perdiendo ese realismo del pulpo pintado en el cristal, y en los restaurantes van desapareciendo los escaparates con el cochinillo mirando a los transeúntes y el chuletón tal cual ha sido cortado. Estos bodegones de tan realistas casi eran surrealistas y ahora en su lugar no hay nada, la pared o la hornacina con la carta. No sé, es todo muy soso, menos mal que el bar continúa siendo el local estrella de esta ciudad.

En cada esquina, en cada calle hay uno o varios, muchos en general. La presencia del bar es abrumadora, y cuando servidora era más tiquismiquis, el bar me parecía muy basto y populachero con los huesos y los palillos por el suelo y ese aire de tierra de nadie, hasta que leí en una guía para extranjeros que en los bares de Madrid después de limpiarlos a conciencia cada mañana se esparcen por el suelo huesos y palillos para dar la sensación de trasiego y atraer a la gente, lo que de ser verdad merecería una reflexión aparte, y de ser mentira, también. Cada bar dispone de una clientela más o menos fija entre los vecinos de los alrededores que acuden a sus entrañas a ver algún partido importante, a distraerse un rato y sobre todo para no estar en casa. Lamentablemente con las franquicias se están perdiendo los familiares nombres de Bar Flori, Bar La Escalera, o esos otros que contrariamente a su aspecto, que no es precisamente versallesco, parecen salidos de un joyero: El brillante, El diamante, La perla. Es lo que menos ha cambiado desde que tengo uso de razón tanto en la forma como en el fondo, salvo que ya no se juega al dominó ni a las cartas, pero eso no quita para que el bar de abajo siga siendo una alternativa, por lo que se puede decir que cumple una función social y terapéutica de primer orden. Además tiene la ventaja de estar muy a mano, frente al café que siempre pilla más lejos y que requiere una cierta planificación…

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Clara Sánchez

Clara Sánchez es escritora española. En la actualidad reside en Madrid, donde estudió la carrera de Filología Hispánica y donde durante varios años enseñó en la universidad. Hasta la fecha ha publicado ocho novelas: Piedras preciosas (Debate, 1989), No es distinta la noche (Debate, 1990), El palacio varado (1993, Punto de Lectura 2006), Desde el mirador (Alfaguara, 1996), El misterio de todos los días (Alfaguara, 1999), Últimas noticias del Paraíso (Alfaguara, 2000), Desde el mirador (Alfaguara, 2004) y Presentimientos (2008).  Su obra ha sido traducida al francés, alemán, ruso, portugués, griego...Ha recibido el premio Alfaguara de novela en 2000 por Últimas noticias del paraíso. Y el premio Germán Sánchez Ruipérez al mejor artículo sobre Lectura publicado en 2006 por la columna titulada "Pasión Lectora" (El País, 6 de agosto). Colabora habitualmente en El País. Y durante unos cinco años lo hizo en el programa de cine de TVE "Qué grande es el cine".

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