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The Paris Review

Por 29 de noviembre de 2007 Sin comentarios

Basilio Baltasar

La entrevista que The Paris Review hizo a George Simenon en 1955 puede leerse como si fuera la reliquia de un tiempo extinguido. Sólo han pasado cincuenta y dos años, como un soplo sobre la tierra y un tornado entre los hombres. Pues las generaciones han sido consternadas y desbaratadas algunas costumbres que parecían eternas. El arte de conversar, por ejemplo, ha sufrido un daño irreparable.

Edición original de la revistaEl encuentro entre Carvel Collins y el escritor belga permite imaginar la atmósfera que envuelve a dos hombres tranquilos. Una pipa humeante, una biblioteca y la agradable sensación de estar haciendo algo de provecho. Se nota que el periodista y el escritor saben escuchar, comprender, discernir y responder. Se ponen a la altura del mejor de sus lectores. Algo que hoy en día no es frecuente.

Se suelen imputar al periodismo las carencias de nuestra época. Como si la imposibilidad de sentarse a pensar el más conveniente flujo de una conservación fuera una falta profesional. Lo cierto, sin embargo, es que resulta cada día más difícil encontrar contertulios adecuados. Los que se prestan a conversar, a cambio de una efímera notoriedad, se sienten acosados y les agobia un presentimiento: ¿servirá de algo lo que voy a decir?

Esta agonía secreta corroe nuestros hábitos culturales y cada vez es más frecuente la figura cansada del que habla creyendo que nada importa. No creo que podamos encontrar un momento en la Historia parecido al nuestro: oradores convencidos de la fatuidad de su discurso. Tanto es así que los ingenuos convencidos nos causan rubor.

La mayoría de los agentes culturales confiesa en la intimidad haber perdido la fe. Los colegas hostiles, los críticos adocenados y los lectores consumidores de marcas pre-fabricadas refutan cualquier entusiasmo. O esto al menos es lo que ellos lamentan: verse engullidos por la indiferencia.

Libro con entrevistas de The Paris ReviewLa disciplina narrativa de Simenon, que lacónicamente cuenta a The Paris Review, tiene mucho que ver con este tiempo que nos ha tocado vivir. Dice Simenon que corregir es el implacable ejercicio al que se aplica después de escribir. "Trato de evitar palabras abstractas", dice, "y también las palabras poéticas".

No sin arrogancia recuerda la admiración que le prestaba Gide o cómo el Conde de Keyserling lo llamó "imbécile de génie". Siempre consideró un cumplido que a tan ilustres pensadores les fascinara su talento creativo.

Considerando que son pocos los que hoy creen en lo que dicen ¿no sería mejor corregirse hasta la extenuación? ¿Simplificarse, reducirse, hasta lograr la más alta y brevísima sobriedad?

No todos llegarán a ser un "imbécile de génie" pero quizás valga la pena intentarlo.

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Basilio Baltasar

Basilio Baltasar (Palma de Mallorca, 1955) es escritor y editor. Autor de Todos los días del mundo (Bitzoc, 1994), Críticas ejemplares (BB ed; Bitzoc), Pastoral iraquí (Alfaguara), El intelectual rampante (KRK), El Apocalipsis según San Goliat (KRK) y Crítica de la razón maquinal (KRK). Ha sido director editorial de Bitzoc y de Seix Barral. Fue director del periódico El día del Mundo, de la Fundación Bartolomé March y de la Fundación Santillana. Dirigió el programa de exposiciones de arte y antropología Culturas del mundo (1989-1996). Colabora con La Vanguardia y con Jot Down. Preside el jurado del Prix Formentor y es director de la Fundación Formentor.

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