
Eder. Óleo de Irene Gracia
Basilio Baltasar
Una dolida ingenuidad, de larga tradición entre nosotros, se muestra siempre dispuesta a dar por buenos los dilemas del pensamiento útil. Así, cuando se quiere afrontar el estado de la literatura se golpea con fuerza el yunque de las proposiciones disyuntivas. La literatura como enfermedad o la literatura como medicina. La literatura como realidad o como universal antropológico de la imaginación. La literatura como experiencia o la literatura como invención. La literatura como tradición o como vanguardia. La literatura como entretenimiento o como conocimiento. La literatura hermética o la literatura didáctica. La literatura como ensoñación estética o como aliento brutal. La literatura como voz del espíritu, de la razón o del estómago. Literatura de la élite o literatura popular. Literatura de autor o literatura de redactor.
¿Qué habrá de cierto en estos dilemas?
Prosigamos, sin fatiga. ¿Esto o aquello? O, quizá y justamente, todo al mismo tiempo.
La novela de la novela: pantagruélica digestión de todos los mundos que hay en éste.