
Eder. Óleo de Irene Gracia
Basilio Baltasar
Un Montilla en la Generalitat catalana y un López en la Lehendakaritza de Vitoria. Los resultados electorales no permiten presumir un cambio sustancial en la creencia política dominante -los nacionalistas como propietarios legítimos de su país– pero las alianzas parlamentarias entre los otros partidos propician un cambio de rumbo simbólico.
Que la patrimonialización institucional de un PNV instalado durante tres décadas en el gobierno autónomo vasco haya extendido redes de clientelismo tan inconcebibles como insanas hace inevitable aconsejar el desalojo ordenado de las dependencias oficiales. Aunque sólo sea por respetar así el principio de alternancia al que tan mal acostumbradas están algunas autonomías españolas.