Basilio Baltasar
Los políticos españoles no confían en el dios de sus padres ni en el destino que los tutela con capricho. A ninguna fuerza superior dedican sus plegarias pues les basta el amparo de la ignorancia popular.
¿Qué tienen en común Rajoy, Aznar, Solbes, Joan Saura, Ibarretxe? Acudamos a sus recientes discursos, por no ir más lejos ni caer más bajo, y veamos cómo excitan y rinden disimulado homenaje a la irritante pero arraigada incultura política de la sociedad española.
Rajoy enhebra su verborreica admonición catastrofista confiando en que ninguno de sus interlocutores la cotejará con la realidad.
Aznar señala a la izquierda española como la más radical de Europa, dando por supuesto que nada le importa a su público la falsa imputación.
Solbes ensaya su expresión profesoral ante las cámaras para transmitir aplomo mientras, a su espalda, las Bolsas de medio mundo se hunden con estrépito.
Joan Saura aparece en su podio para despreocupar a los ciudadanos y relativizar los indicios acerca de una red yihadista en Barcelona.
Ibarretxe se azota la espalda como víctima inmolada en el altar de la Constitución española, dando por seguro el fervor de sus fieles seguidores.
Ni el más mínimo rubor en sus semblantes, ninguna vergüenza oculta en el tono de su voz. Tanto les da.
La exasperante pobreza de los discursos y declaraciones públicas, dirigidas a un auditorio intelectualmente minusválido, acostumbrado a maltratar los datos, despreciar los hechos, son la más fehaciente prueba de nuestra indigencia política. El más pesado lastre de nuestra ilusión democrática.