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Escrito por

Yoani Sánchez

Yoani Sánchez es licenciada en Filología. Reside en La Habana y combina su pasión por la informática con su trabajo en el Portal Desde Cuba. Fue premiada con el premio Ortega y Gasset de Periodismo por su blog Generación Y, que más tarde ha ganado el Premio BOBs al Mejor Blogs del Mundo de 2008 y el Premio del Jurado en Bitácoras.com 2008.

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Merienda escolar

  Quién no recuerda aquellos dulces y su correspondiente botella de refresco que recibíamos ?en los años del subsidio soviético- en la merienda escolar. Como todo lo que es gratuito, terminamos por restarle importancia y a la hora del receso muchos jugábamos a lanzarnos las bebidas gaseosas y los pasteles. En nuestras manos, los masarreales y las torticas volaban desde el balcón de mi pequeña  escuela en la calle Salud esquina a Soledad. A pesar de que lo subestimábamos, sin ese sostén en mitad de las clases, hubiéramos llegados exhaustos y hambrientos al mediodía. Al comienzo de la crisis económica de los años noventa, uno de los primeros subsidios que se vino abajo fue la merienda de los estudiantes de primaria. Los niños dejaron de oír el sonido de las botellas que se abrían o del camión con las latas de galletas que llegaba temprano en la mañana. Aquellos dulces tirados pasaron a ser un recuerdo que nos hacía molestarnos con nosotros mismos, por tanta indolencia. Los padres tuvieron que asumir la preparación de un tentempié para llevar a la escuela y nadie explicó en la prensa porque se había decidido eliminar, precisamente, aquel tan necesario sustento.



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30 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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La estrella que ilumina y falta*

Entre las múltiples formas de despedir luz, hay algunas muy peculiares como la de ?brillar por su ausencia?. Tan inconfundible destello ha quedado plasmado en una foto aparecida ayer en la portada de Granma, donde a la bandera cubana le faltan las cinco puntas blancas en medio del triángulo. El revuelo ha sido tal que el periódico se agotó en las primeras horas de la mañana y hoy todos en la calle hablaban de lo mismo. Evidentemente no se trata de un error de impresión, pues una estrella no se fuga tan fácilmente. Prefiero pensar que, caprichoso y soberbio, el lucero que representa nuestra soberanía decidió ausentarse, víspera del cumpleaños del Maestro. Porque la independencia que él irradia no es sólo la de ser autónomos de una potencia extranjera, sino la que permite a cada ciudadano ser soberano del poderoso Estado. En vistas de que la oscuridad -en el terreno de las libertades civiles- no nos deja ver ni las manos, la estrella solitaria abandonó su entorno rojo, para dejar al órgano oficial del Partido con su marcada ausencia en la primera plana. Hay errores que tienen mucha más carga simbólica que centenares de aciertos. Estrellas escurridizas y lectores que interpretan su escapada; Islas que viven pendientes de profecías y supersticiones; días para recordar al héroe nacional y banderas que se atreven a mostrar lo que tantos callan. * Verso martiano, que originalmente dice ?La estrella que ilumina y mata?.



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28 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Lokomotiv

  Comenzó con un pico y una pala, sembrando los pesados travesaños que soportan las líneas de los trenes. Su padre había sido también ferroviario y un tío logró incluso conducir los vagones, cargados de cañas, hasta el central. Era muy joven y ya su vida estaba unida al itinerario de una locomotora, con su hilera de coches estridentes y repletos. Pasados algunos años, logró tener ?finalmente- un timón entre sus manos y llevar la serpiente metálica por los campos cubanos. Mi padre se hizo maquinista, cumpliendo con una larga estirpe familiar, que llevaba décadas unida al ferrocarril. Más de una vez, yo misma manejé una de esas máquinas en algún tramo tranquilo, mientras él supervisaba mis movimientos y me enseñaba a tocar el silbato. ?Tuvimos trenes antes que España? decía mi abuelo paterno, siempre que alguien le preguntaba sobre su trabajo. Así crecí, oliendo el metal de los frenos que chirriaban en cada parada y dándole cuerda a mi trencito de juguete, rodeado de arbolitos de plástico y vacas en miniatura. La caída del socialismo en Europa hizo que se descarrilara la profesión familiar. Muchas locomotoras se pararon por falta de piezas, los viajes se hicieron más espaciados y las tardanzas habituales. Salir de La Habana con rumbo a Santiago podía demorar lo mismo veinte horas que tres días. En algunos pueblos pequeños, los vagones eran asaltados por campesinos necesitados que robaban parte de la mercancía transportada. Los altavoces de la estación central repetían sin cesar: ?La salida del tren con destino a? ha sido cancelada?. Mi padre se quedó sin trabajo y sus colegas comenzaron a ganarse la vida en diversas labores ilegales. De ese accidente no se ha recuperado el ferrocarril en Cuba. Líneas envejecidas, largas colas para comprar un boleto y la caída en desgracia de toda una profesión, han hecho que este medio de transporte goce de la peor de las reputaciones. ?Al ritmo que vamos, dejaremos de tener ferrocarril antes que en la Península? dice mi padre con sorna. Su mirada no está fija en la rueda que comienza a desmontar ?en su nueva profesión de ponchero de bicicletas- sino que mira a un punto más allá, a esa mole de hierro que él guió por esta  Isla larga y estrecha.



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28 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Víctima no, responsable

  Podría pasarme el día asustada, escondiéndome de esos hombres apostados allá abajo. Llenaría cuartillas con los costos personales que me ha traído este blog y con los testimonios de quienes han sido ?advertidos? de que soy una persona peligrosa. Bastaría con que lo decidiera y cada uno de mis textos sería una larga queja o el dedo acusador de quien busca la culpa siempre afuera. Pero sucede que no me siento víctima, sino responsable. Estoy consciente de que he callado, que he permitido a unos pocos gobernar mi isla como si de una hacienda se tratara. Simulé y acepté que otros tomarán las decisiones que nos tocaban a todos, mientras me escudaba en el hecho de ser demasiado joven, demasiado frágil. Soy responsable de haberme colgado la máscara, de haber usado a mi hijo y a mi familia como argumento para no atreverme. Aplaudí -como casi todos- y me fui de mi país cuando estuve harta, diciéndome que era más fácil olvidar que intentar cambiar algo. También cargo con la deuda de haberme dejado llevar -algunas veces- por el rencor o por la sospecha, que hicieron mella en mi vida. Toleré que me inocularan la paranoia y en mi adolescencia, una balsa en medio del mar, fue un deseo frecuentemente acariciado. Sin embargo, como no me siento víctima, me subo un tanto la saya y le enseño mis piernas a los dos hombres que me siguen a todas partes. No hay nada más paralizante que una pantorrilla de mujer cuando le da el sol en medio de la calle. Como tampoco tengo madera de mártir, intento que no me falte la sonrisa, porque las carcajadas son piedras duras para los dientes de los autoritarios. Así que continúo mi vida, sin dejar que me conviertan en puro gemido, en sólo un lamento. A fin de cuentas, todo esto que hoy vivo ha sido producto también de mi silencio, fruto directo de mi anterior pasividad.



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26 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Los optimistas

  A mediados del 2007, Julito me aseguró que antes de agosto la carne de cerdo se vendería a diez pesos la libra -el salario diario de un trabajador promedio-. Al no verse cumplido su vaticinio, lo increpé en enero del pasado año sobre la fecha exacta de la rebaja cárnica. Con su permanente sonrisa me aseguró que podría adquirir la preciada fibra -a un precio más justo- para los meses de verano. Llegaron entonces los huracanes y el pronóstico de mi vecino se volvió una profecía amarga o, peor aún,  una ingenuidad dañina. No volví a tropezármelo en varias semanas y no pude echarle en cara su triunfalismo desmedido. Ayer, Julito  ha subido hasta mi piso para hablar de otro tema. Su hija menor acaba de tomar el camino ya trazado por la anterior, después de desertar en medio de una gira artística en el extranjero. Ambas se ha reunido en una de esas populosas ciudades de Estados Unidos y su padre no está tan triste por la separación, como alegre por el futuro de sus hijas. Sentado en la sala de mi casa me ha declarado que su esposa y él planean reunificarse con la parte exiliada de la familia. ?Allá les seremos más útiles?, me dijo en el tono de quien ya ha tomado una decisión. Tuve el impulso de preguntarle si no iba a esperar la rebaja de la carne, para después volar hacia el reencuentro familiar. Pero sé que los padres no solemos aceptar bromas cuando de nuestros hijos se trata, así que preferí ignorar su optimismo pasado. Le perdoné el desgaste que me provocó su predicción e incluso las apreciaciones de ?pesimista? que me había lanzado ante mi recelo. Julito es de esos que aún en la escalerilla del avión seguirá tragándose sus críticas. Después, en Boston, quizás lea este blog y probablemente me escribirá algún mail para confesarme que nunca creyó en nada, que era igual de escéptico que yo.



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23 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Nosotros, el Pueblo

Soy post-moderna y descreída: los discursos me provocan sueño y un líder subido a la tribuna resulta -para mí- el colmo del tedio. Asocio los micrófonos con los llamados a la intransigencia  y la elogiada oratoria de algunos, siempre me ha parecido puros gritos para ensordecer al ?enemigo?. En los actos públicos lograba escabullirme y prefiero el zumbido de una mosca antes que escuchar las promesas de un político. He tenido que oír tantas arengas -muchas de ellas al parecer interminables- que no soy el público indicado para aguantar una nueva perorata. Para mí, la voz que emerge de los estrados ha traído más intolerancia que concordia, una porción mayor de crispación que de llamados a la armonía. Salidos de las tribunas, he visto vaticinios de invasiones que nunca llegaron, planes económicos que tampoco se cumplieron y hasta expresiones tan discriminatorias como ?¡Que se vaya la escoria, que se vaya!? De ahí que esté tan confundida con la alocución serena que ha pronunciado hoy Barack Obama, con su manera de hilvanar argumentos e invocar a la concordia. Me ha parecido al leerlo -no tengo una parabólica ilegal para ver la tele- que toda una retórica ha quedado condenada al siglo XX. Hemos empezado a decir adiós a esa convulsionada elocuencia, que ya no nos conmueve. Solo espero que seamos ?Nosotros,  el Pueblo?* quienes escribamos a partir de ahora los discursos. * Tomado de la traducción del discurso de Barack Obama publicada en el diario español El País.



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21 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Ven y vívelo

  Inspirada en una de esas tantas propagandas turísticas, se me ha ocurrido una idea para atraer visitantes a la Isla. No se trata de un viaje ecológico para apreciar la naturaleza o de un tour histórico por las plazas y monumentos del país. Una estancia a ?lo cubano? podría ser el slogan de esta campaña turística, condenada de antemano al desinterés de sus posibles receptores. Ven y vívelo, rezaría en la portada de la libreta de racionamiento que se le entregaría a cada uno de los que se apunten a esta aventura. El hospedaje no se parecería a las habitaciones de lujo que muestran los hoteles de Varadero o Cayo Coco, pues nuestros turoperadores sugerirían cuartuchos en Centro habana, solares en Buena Vista y un abarrotado albergue de damnificados por los huracanes. Los turistas que compren este paquete no podrán manejar moneda convertible y para sus gastos de dos semanas contarían con el salario medio de un mes: trescientos pesos cubanos. De esta forma, no podrían montarse en taxis de divisa ni conducir un auto rentado por las carreteras del país; el uso del transporte público sería obligatorio para los interesados en esta nueva modalidad de viajes. Los restaurantes les estarían vedados a quienes opten por esta excursión y recibirían un pan de ochenta gramos cada día. Quizás y hasta tengan la suerte de alcanzar media libra de pescado antes de que salga el vuelo de regreso. Para moverse a otras provincias no contarían con la opción de Viazul, aunque en lugar de estar tres días en la cola para un boleto, podría dárseles la ventaja de comprarlo después de sólo una jornada de espera. Tendrían prohibido el subirse a un yate o contratar una tabla de surf, no fuera a ser que terminen su estancia a noventa millas y no en nuestro ?paraíso? caribeño. Al finalizar su estancia, los arriesgados excursionistas obtendrían un diploma de ?conocedores de la realidad cubana?, pero tendrían que venir algunas veces más para ser declarados ?adaptados? a nuestro absurdo cotidiano.  Se irán más flacos, más tristes, con una obsesión por la comida que saciarán en los supermercados de sus países y, sobre todo, con una tremenda alergia ante los anuncios turísticos. Esas doradas propagandas que muestran una Cuba de mulatas, ron, música y bailes no podrán esconder el panorama de derrumbes, frustración  e inercia que ellos ya han conocido y vivido.



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19 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Un mundo posible, es mejor

  Ante las promesas de futuro que nunca se concretan, me inclino por el porvenir que comience hoy mismo, por los sueños que se materialicen en esta jornada. Ya tuve mis ojos puestos en el mañana, respiré bocanadas de porvenir y me creí el espejismo de lo que vendría. A estas alturas, sólo apuesto por lo viable. Me he levantado trastocando una de esas quiméricas consignas -que tanto escuchamos por la tele- para hacerla más real. Un mundo posible es mejor  -me he dicho- y comienzo a sentir que vamos a lograrlo. Que el planeta, mi isla y mi ciudad encontrarán  soluciones realizables, no otra andanada de utopías.



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17 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Lady, I love you

  Espero  en un banco del Parque Central a unas amigas, que ya llevan media hora de retraso. Ha sido un día duro y tengo pocas ganas de conversar con alguien. Un muchacho -que no rebasa los veinte- se me sienta al lado. Habla pésimamente el inglés, pero lo usa para preguntarme de dónde vengo y si comprendo el español. En un primer impulso tengo ganas de decirle que se largue, que no estoy para jineteros a la caza de turistas, pero lo dejo avanzar en su fallida estrategia de seducción. No sabe que mi pálido pellejo lo he heredado de dos abuelos españoles, pero mi pasaporte es tan azul y nacional como el que tiene él. Si no fuera por su falsa apreciación de que soy extranjera, nunca se me acercaría. No soy un buen partido ?eso se ve a la legua- pero él calcula que aunque parezca una forastera pobre, al menos puedo generarle una visa para emigrar.  Llega a decirme, estimulado por mi mutismo: ?Lady, I love you? y después de semejante declaración de amor, no puedo seguir conteniendo la risa. Le apunto en mi peor slang centrohabanero ?No gastes balas conmigo, que soy cubiche?. Se levanta como si lo hubiera picado una bibijagua y se va insultándome. Lo escucho cuando exclama en voz alta ?esa flaca parece yuma, pero es de aquí y vale menos que la moneda nacional?. Mi día ha cambiado repentinamente  y empiezo a reírme sola en aquel banco, a pocos metros del Martí de mármol que adorna el parque. La revancha le llega rápido al frustrado Casanova. Una nórdica en bermudas pasa por su lado y él le repite el mismo estribillo que me soltó a mí. Ella sonríe y parece deslumbrada ante su juventud y sus trencitas que terminan en cuentas de colores. Los veo irse juntos, mientras el ágil mancebo le declara su amor, en una lengua de la que apenas conoce una docena de palabras.



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15 de enero de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Psicoterapia

Durante casi un día no funcionó la zona de comentarios de Generación Y. Esta plaza pública ha acumulado un número tan inmenso de opiniones de sus lectores ?más de trescientas mil- que la base de datos terminó por colapsar. Deberíamos estar felices por tanto debate logrado en estas páginas y no molestos ante lo que sólo fue una rotura transitoria. Gracias por ser pacientes y por recordar que en mi condición de ?blogger a ciegas? no puedo resolver las dificultades técnicas con tanta premura como me gustaría. También les repito que mis opiniones sólo aparecen publicadas en este blog y en sitios que se han ganado la credibilidad de sus lectores. No soy responsable de cadenas de emails, supuestos textos que circulan en la red u otro tipo de mensajes que no aparezca bajo el alusivo banner de la gaveta roja. Los apócrifos con mi nombre son sólo eso: falsedades. En lo que se restañaban las grietas de la sacudida técnica,  otras bloggers solidarios brindaron su espacio para continuar con la polémica. Especialmente  un comentarista apodado Tseo, que ofreció su bitácora para prolongar la discusión en la url http://generaciony.posterous.com A esta balsa virtual le ha entrado un poco de agua, pero nada que presagie un naufragio.



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15 de enero de 2009
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El Boomeran(g)
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