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Escrito por

Yoani Sánchez

Yoani Sánchez es licenciada en Filología. Reside en La Habana y combina su pasión por la informática con su trabajo en el Portal Desde Cuba. Fue premiada con el premio Ortega y Gasset de Periodismo por su blog Generación Y, que más tarde ha ganado el Premio BOBs al Mejor Blogs del Mundo de 2008 y el Premio del Jurado en Bitácoras.com 2008.

Eder. Óleo de Irene Gracia

Blogs de autor

Innombrable

Tengo una picada enrojecida en la pierna y ayer me levanté con todo el cuerpo adolorido. Lo primero que pensé es que me había contagiado con el dengue, que ha vuelto a brotar ?como en todos los últimos veranos- en los barrios de mi ciudad. Por suerte no me ha llegado la fiebre, así que a media mañana descarté que estuviera enferma de ese virus, también conocido como ?rompehuesos?. De todas formas no puedo dar por descontado que lo atrape, pues muy cerca de mi casa hay varios casos y en estos días lluviosos el número de mosquitos aumenta. Lo más llamativo de la presencia de esta enfermedad entre nosotros es la negativa oficial a informar del número de contagiados o a mencionar la palabra ?dengue? en los medios informativos. Si vas al hospital con todos sus síntomas, recibes un tratamiento en el que no se pronuncian las seis letras que conforman la maldita palabra. En la tele, pasan anuncios de cómo contrarrestar al Aedes aegypti, pero nadie aclara que todo eso se debe a la existencia del dengue entre nosotros. Sin estadísticas ni datos, los ciudadanos vamos reconstruyendo el número de infectados a partir de los rumores que nos llegan de amigos y conocidos. La alarma crece, pues siempre se puede sospechar que hay una mayor incidencia de la que ha llegado hasta nuestros oídos. El silencio alrededor del dengue responde a la permanente intención de no confesar algo que dañe la imagen del país. Decir que en nuestro ?paraíso? tropical la enfermedad ya se ha hecho endémica de tanto repetirse y que los turistas deberían ser advertidos de sus brotes, excede los arranques de honestidad que se permiten nuestras autoridades. Ahora bien, no reconocerla no disminuye la fiebre ni calma la preocupación de los enfermos y sus familiares. Todo lo contrario. Pueden ponerle nombre al dengue o esconderlo en galimatías como ?fiebre, dolores en las articulaciones y erupción en la piel?, pero eso no espanta el riesgo; no nos ayuda a olvidar que al llegar julio y agosto él es una presencia inseparable en nuestras vidas.



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5 de julio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Yo sí quiero

La semana pasada estuve participando de un proceso de alfabetización destinado a bloggers que recién comienzan. Después de seis meses de reunirnos para intercambiar conocimientos en nuestro Itinerario, se hizo necesario contar con sesiones separadas para quienes se adentran por primera vez en el mundo de las bitácoras. Como quien aprende a deletrear, los participantes de estas clases básicas unieron textos e imágenes para subir por sí mismos los primeros posts. El método empleado para enseñar el uso de Wordpress lo llamamos ?Yo sí quiero?, porque descansa en el deseo personal de opinar ?libremente- en un blog. Todo aquel que enseñe algo debe hacerlo como si regalara un par de alas, pues sólo el ?alumno? podrá decidir si quiere o no volar con ellas. Con ese respeto, hemos mostrado los caminos para expresarse en el ciberespacio, sin que eso implique ningún compromiso unitario o de fidelidad por parte de quienes aprenden. Yo sí quiero, porque el tirón de las ganas puede llevarnos a hacer aquello a lo que ni siquiera la voluntad nos compulsa. Cuando se ha vivido en medio de consignas, arranques voluntaristas de unos pocos y tareas obligatorias, el deseo personal se convierte en una meta a reconquistar. ?Yo sí quiero? debería ser la frase que acompañe al tan mentado ?Yo sí puedo?, pues no basta con tener la capacidad de aprender si carecemos del apetito de usar esas letras o esos kilobytes descubiertos, para dejar atrás el suelo.



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4 de julio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Pluriempleo y monosalario

Te pasas la vida deseando el dulce que ves a través del cristal y cuando te invitan a servirte las porciones que quieras resulta que has perdido el apetito. El pluriempleo había dejado de ser una demanda popular entre nosotros después de muchos años, teniéndolo como un imposible. Su autorización ha llegado en un momento en que cuesta deslindar si se trata de un paso de avance o de un gesto de desespero. De todo el texto de la Nota Oficial aparecida en Granma, me sorprendió gratamente el permiso a que los estudiantes de nivel medio y superior puedan buscar empleo y conservar, a la par, sus vínculos docentes. Cinco años en los que no se podía trabajar y ganar un salario hacían que muchos desistieran de entrar en la universidad, por no tener una familia capaz de costear ropa, alimentación y transporte durante la etapa de estudiante. Sé muy bien de lo que hablo, pues mientras aprendía Filología ?y siendo ya madre- hacía de guía de la ciudad de manera ilegal para poder mantenerme. Sólo así, pude llegar a obtener un título que guardo en la última gaveta del armario. Conozco de muchos que hasta ayer debían hacer lo mismo, empujados por motivos económicos a saltarse las leyes o a dejar los estudios. Sin embargo, la aceptación del pluriempleo ha llegado tarde ?aún así, bienvenida sea- y tiene como principal obstáculo la poca cuantía de los salarios. Tener dos ocupaciones no significará que se viva el doble mejor, ni siquiera con una cuarta parte más de holgura. Lo que reciba el panadero por hacer también un trabajo diurno como custodio no logrará que su familia desista del mercado negro, del desvío de recursos o de la emigración. La cuestión no está en la autorización a emplearse en varios centros laborales, sino en qué productos se pueden comprar con la devaluada moneda nacional. Los días tendrían que tener unas trescientas horas, pues sólo así el pluriempleo nos proveerá de lo necesario para vivir.



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1 de julio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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De gorilas y caudillos

Nueve años han pasado desde que escribí las últimas líneas de una tesis sobre la figura del dictador en la literatura latinoamericana. Aunque mi estudio señalaba la existencia aún de varios caudillos que servían de magníficos referentes para escribir novelas, en el fondo yo creía que se trataba de seres en extinción. Poco tiempo después, comencé a dudar si los tiranos no estarían en incubación para volver a brotar sobre nuestras tierras americanas. De un tiempo a esta parte ya no me quedan dudas: los dictadores ?o aspirantes a serlo- están aquí, aunque ahora visten jeans, guayaberas o camisas rojas. Tampoco se extinguió el otro peligro: el militar que se toma la justicia por su mano; el uniformado que imponen su voluntad por las armas. A los brazos de unos y de otros nos seguimos lanzando, porque una tradición de personalismos y demagogos no se erradica tan fácilmente. En Honduras, ahora mismo, toda una nación puede arrojarse al espinoso abrigo de los soldados o hipnotizarse ante el regreso ?triunfal? ?al estilo de Chávez- de quien ha sido depuesto por la fuerza. De ese dilema, pocas veces salimos bien parados los ciudadanos. No me gustan los golpes militares, ni los presidentes que intentan reelegirse infinitamente. Le tengo la misma desconfianza a quien baja de una montaña con las armas por delante, que al elegido en las urnas que administra su país como una hacienda; como si de la vieja finca de sus padres se tratara. De ahí que esté preocupada por Honduras. Tengo el temor que lo ocurrido prepare el camino para el surgimiento de otra figura investida de plenos poderes. ¡Cuidado! en la amplia gama que exhiben los sátrapas, la peor combinación es cuando convergen -en una misma persona- la figura del caudillo y del gorila armado.



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30 de junio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Decir que ?no?

Click here to view the embedded video. Un presentador de la televisión le ha dado nombre a un divertido adorno, en forma de perro, que se coloca en el interior de los autos. Asentir todo el tiempo le valió a ese conductor que lo compararan con los peluches que mueven la cabeza con cada salto de la carrocería, mientras simulan decir que ?sí?. El referido señor siempre ratifica lo que dicen sus jefes, de ahí que el cuello se le vuelve un muelle cuando dirige uno de los programas con menos audiencia de la televisión cubana. Una amiga mexicana me regaló está jicotea que dice ?no?, la cual me hace recordar las negativas que los ciudadanos nunca hemos podido expresar en público. Al ritmo de este simpático quelonio, me gustaría subrayar todo aquello que desapruebo pero que no me permiten decidir con una boleta. Mover la cabeza hacia los lados cuando no se está de acuerdo implica una cuota mayor de valor que afirmar o consentir todo el tiempo. El deporte de decir que ?sí? le ha costado demasiadas pérdidas a mi generación, que carga con las consecuencias de los asentimientos y compromisos que hicieron nuestros padres. Podríamos empezar por decir que ?no? al centralismo, la burocracia, el culto a la personalidad, las prohibiciones absurdas y la gerontocracia. Como un ventilador que gira de derecha a izquierda, así me movería si alguien me consulta sobre la gestión del actual gobierno. ?No? es la primera palabra que brota cuando me preguntan si la Cuba de hoy se parece a lo que me prometieron siendo niña. Mi desaprobación no la trasmitirán en la tele, ni me valdrá las palmaditas complacientes de algún jefe, pero al menos no es automática como el ?sí? del perrito plástico que asoma detrás del parabrisas.



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29 de junio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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La extinción del Panda

El último electrodoméstico que se distribuyó a través del sistema de méritos, fue un televisor chino marca Panda. En mi edificio hubo una reunión para entregar diez flamantes equipos dentro de una comunidad que rebasa las trescientas personas. Algunos vecinos estuvieron a punto de irse a las manos durante la discusión para obtener el aparato, por el que debían pagar cuatro mil pesos cubanos. Entre quienes se llevaron a casa la pantalla de colores, estaban -casualmente- los más combativos e incondicionales ideológicamente. Aquellos que no alcanzaron el escurridizo Panda se conformaron pensando que habría una segunda vuelta en la que tendrían mayores posibilidades. Pero del gigante asiático no llegaron nuevos televisores para alimentar la meritocracia, ni siquiera vinieron las piezas de repuesto con las que arreglar los ya existentes. Hacer la guardia del CDR o salir al paso a las críticas ha perdido atractivo, pues no parece que la recompensa vaya a ser la asignación de una lavadora, una línea telefónica o un radio portátil. Los que alcanzaron la última vuelta de electrodomésticos asignados, tampoco están muy felices que digamos. Una buena parte no ha podido cumplir con los plazos de pago, pues la compra del Panda les hizo cargar con créditos mensuales que rebasan un tercio de su salario. Conozco a una viejita, por ejemplo, que compró el batallado televisor sólo porque tenía la convicción de que iba a morir antes de terminar de pagarlo. Entre los que creyeron haber recibido una prebenda, afloran hoy las preocupaciones por la enorme deuda monetaria contraída con el Estado. Fueron aquellos que se creyeron beneficiarios de un privilegio, sin percatarse que sólo eran tributarios de un error. El mecanismo que los favoreció entonces, es el mismo que nos impide hoy comprar un electrodoméstico sin mostrar la moneda convertible o sin contar con una determinada trayectoria política.



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27 de junio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Nadie escucha

Hemos pasado de un extremo a otro. Hace tres años, teníamos un presidente que hablaba largas horas frente a los micrófonos y ahora contamos con otro que no nos dirige la palabra. Confieso que prefiero el estilo discreto, pero están pendientes un montón de explicaciones que urge dar ante tanto descontento. Alguien tiene que pararse a decir por qué fracasó la reforma salarial, la razón que llevó a restarle importancia a la tan necesaria entrega de tierras y los motivos que impidieron estrechar la brecha entre el peso cubano y la moneda convertible. Un rostro tiene que mostrarse para rendirnos cuenta de en qué quedó la eliminación del permiso para viajar fuera de Cuba, qué se hizo con la repetida consigna de disminuir importaciones o qué camino tomó el dichoso perfeccionamiento empresarial. La misma voz que en el 2007 declaraba que ojalá hubiera ?un vaso de leche al alcance de todos? debe revelarnos ahora el por qué se ha hecho tan difícil poner el preciado líquido en la boca de nuestros hijos. Ese hombre que hizo renacer las ilusiones entre muchos de mis compatriotas debe expresarse ahora y confesar su fracaso o, al menos, contarnos sus limitaciones. Espero un esclarecimiento de por qué no se ha aceptado la propuesta de Obama  para que empresas de telecomunicaciones norteamericanas provean de Internet a los cubanos. Demando, como muchos a mí alrededor, una argumentación convincente de por qué no entramos en la OEA o las razones para no aplicar, todavía, el contenido del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. La lista de las preguntas sin respuestas son muchas y esconderse de tantas interrogantes no va a solucionar los problemas. Por favor, que alguien ?con respuestas- dé pronto la cara.



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25 de junio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Caletone o las víctimas del próximo huracán

Los afectados por el último huracán han dejado de ser noticia para convertirse sólo en números en las estadísticas de quienes han perdido sus casas. Ya los políticos no viajan hacia las zonas de desastre para hacerse fotos al lado de los damnificados y los materiales para construir se pierden en el engranaje de la burocracia. Algunos pocos poblados han tenido la suerte de ser la vitrina de la reconstrucción, pero otros ?pequeños y desconocidos- siguen mostrando sus casas desechas. Cerca de Cienfuegos, una familia albergada sospecha que el cemento y la arena para levantar sus paredes ha ido a parar a manos de otros que pudieron pagarlos mejor. A la periferia de La Habana llegan -para edificar sus casas de lata y cartón- quienes se han cansado de esperar a que renazcan sus pueblos de origen. No quieren ser las víctimas del próximo ciclón, porque esos desastres naturales que fueron Ike y Gustav sólo arrojaron luz sobre el otro, sobre el desastre de improductividad e inercia que nos afecta a todos. Pronto se cumplirá un año desde que miles de casas pasaron a tener como cubierta el cielo. Caletone, un pueblo cerca de Gibara que no aparece ni siquiera en el Atlas de Cuba, sigue sumido en la destrucción. Sus habitantes saben que con la actual crisis económica sería un milagro si los recursos necesarios llegan a sus manos. Han caído en esa zona de nadie provocada por el olvido, por el triunfalismo de la prensa y los vientos ?para nada huracanados- de la espera. Música de Ernesto Lecuona: “Noche azul”



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23 de junio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Lámparas recargables

Nos espera un verano incierto, donde se anuncian cortes eléctricos, alza de precios y en el que hasta se pronostica una estampida migratoria. Sin embargo, muchos cubanos ante el dilema de solucionar sus dificultades cotidianas o intentar cambiar algo, prefieren concentrarse en la sobrevivencia personal. Organizan la escapada en el marco de las fronteras nacionales, evadiendo las leyes o lo que es lo mismo, delinquiendo. No son sólo aquellos que entran por la ventana de un almacén en la noche, o los que arrebatan una mochila a un inocente turista, sino también el almacenero que altera las facturas o el custodio que viola el sello del contenedor que debe proteger. Hay una forma de infringir las leyes, socialmente aceptada, que consiste en robarle al Estado. Dentro de ella se mueve el camarero que aumenta los precios o introduce en el restaurante insumos adquiridos por su cuenta para venderlos como si fueran ?de la casa? y el bodeguero que cambia la lista de consumidores del mercado racionado para disponer de mercancías sobrantes. La línea de la ilegalidad la pasa también el encargado de la recepción de un hotel que -en combinación con el administrador- vende una habitación que nunca registra, el taxista que hace un viaje sin activar el taxímetro o el tornero que confecciona una pieza ?por fuera? de su plan de producción. El aduanero deja pasar objetos prohibidos, el policía no pone una multa, la funcionaria de una oficina municipal del instituto de vivienda acelera un trámite, el maestro sube una calificación y el inspector se vuelve ciego ante las infracciones que debe reportar. Con las ganancias resultantes de esas ?fechorías? refuerzan las paredes de la burbuja que los resguarda de los discursos, pero que también los disuade de protestar públicamente. El fruto de tantas ilegalidades termina sobre los mostradores de las tiendas en divisas, se materializa en esa lámpara recargable que este verano alumbrará algunas casas. Mientras, afuera, a quién le importa que reine al apagón.



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21 de junio de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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San Lázaro

Click here to view the embedded video. San Lázaro es el santo de llagas y perros, que tiene su día el 17 de diciembre. Su nombre lo lleva una calle larga en Centro Habana, llena también de cicatrices y animales abandonados. No tiene la magia de la avenida que bordea el malecón y entre sus fachadas despintadas discurre la vida de miles de personas. Durante algunos años, ese fue el camino que más usaba para ir hacia el Vedado, de ahí que le tenga el afecto que genera lo conocido. Recorrerla es hacer un viaje por la Habana real, esa que los anuncios turísticos se empecinan en mostrarnos con otros colores. Hace algunas semanas, hice este video que hoy les muestro porque tengo el presentimiento de que un día pasaré y todo se verá distinto en esta calle. Mi augurio no viene ?esta vez? desde el pesimismo ni de creer que más de la mitad de las casas se vendrán abajo antes de que empiecen a ser reparadas. San Lázaro sanará y se sacudirá los colores ocres que hoy la visten. Allí estaré con mi cámara, para mostrársela entonces. * Música tomada del disco “Libre” de Boris Larramendi.



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19 de junio de 2009
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El Boomeran(g)
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