Skip to main content
Escrito por

Joana Bonet

Joana Bonet es periodista y filóloga, escribe en prensa desde los 18 años sobre literatura, moda, tendencias sociales, feminismo, política y paradojas contemporáneas. Especializada en la creación de nuevas cabeceras y formatos editoriales, ha impulsado a lo largo de su carrera diversos proyectos editoriales. En 2016, crea el suplemento mensual Fashion&Arts Magazine (La Vanguardia y Prensa Ibérica), que también dirige. Dos años antes diseñó el lanzamiento de la revista Icon para El País. Entre 1996 y 2012 dirigió la revista Marie Claire, y antes, en 1992, creó y dirigió la revista Woman (Grupo Z), que refrescó y actualizó el género de las revistas femeninas. Durante este tiempo ha colaborado también con medios escritos, radiofónicos y televisivos (de El País o Vogue París a Hoy por Hoy de la cadena SER y Julia en la onda de Onda Cero a El Club de TV3 o Humanos y Divinos de TVE) y publicado diversos ensayos, entre los que destacan Hombres, material sensible, Las metrosesenta, Generación paréntesis, Fabulosas y rebeldes y la biografía Chacón. La mujer que pudo gobernar. Desde 2006 tiene una columna de opinión en La Vanguardia. 

Blogs de autor

Maldito ridículo

El sentido del ridículo es uno de los sentimientos que mejor se enrosca al cuello cuando se es joven, llegando incluso a atragantar a sus sufridos anfitriones. Cuando acompaño a mi hija pequeña a la parada de la ruta, me pide que no la bese al pasar por delante del ambulatorio donde la gente hace cola, y ella se siente vivamente observada. De mi otra hija, adolescente, el día que la despedí a través de la ventanilla del autobús, recibí al instante un watsap en el que me mandaba muy lejos. También suele prohibirme que baile delante de ella; “patética”, me dice, igual que Rajoy a Sánchez en ese escupitajo que sobre todo lo humilló a sí mismo, sólo que mi hija probablemente tenga tanta razón como yo en su día, cuando no toleraba ver contonearse a mis padres. Hay algo en la vulnerabilidad ajena que hacemos nuestro, y no tanto en un empático proceso de identificación sino a causa de las enfermedades menos tratadas a pesar de su extensión y sus riesgos: la inseguridad. No me refiero al titubeo, ni al ejercicio de esa duda que no es asunto de volubles ni melifluos sino de seres pensantes. Se trata de un sentimiento que produce desde frustración hasta envidia y que empequeñece a quien lo padece. Cuando alguien hace el ridículo sólo se tiene a sí mismo, y, si es poderoso, a una corte de almas comprensivas y temerosas que le quitarán hierro. En unos tiempos en los que casi nada permanece y a las relaciones las define muchas veces un trueque de intereses, la incondicionalidad cada vez pierde más fuelle. Y más bien tendríamos que hablar de comparsas, que no de compañía. Como la que secundó a la reina fallera por excelencia, Rita Barberá, destrozando el valencià y al tiempo demostrando que está liberada del sentido del ridículo. Bien hizo pidiendo disculpas, aunque nadie en su cargo debería practicar el terrorismo lingüístico. La insensibilidad con la que algunos se acercan a la lengua forma parte de la empobrecida concepción de un mundo en el que cuantas más patas se metan, más popularidad se adquiere. Los esperpentos y el mal gusto se multiplican, de Barberá o el pequeño Nicolás a los televisivos Belén Esteban y Paquirrín. No es la cotidianidad la que nos invade, sino una grasienta mancha de la vulgaridad que se muestra impúdica contabilizando share y tirando por el desagüe valores e ideales. En cambio hay otro sentido del ridículo más primario (y turbador) que no perdona a nadie, aunque te llames Madonna: el que produce una caída. A los treinta segundos de comenzar su actuación en los Brit, la reina del pop se desplomó, dejó muda a la sala y provocó un alud de seiscientos mil tuits en menos de 45 minutos. Irónico que quien ha sido capaz de sacudirse las risas provocadas por sus ramalazos místicos y sus patinazos artísticos, como aquella Don’t cry for me Argentina encarnando a Evita, tenga que tragarse burlas y memes por culpa de una estúpida capa. Dicen que cuando se patina sobre hielo la única solución es la velocidad: ella se levantó rauda, recolocó la voz y al menos, supimos que cantaba en directo. Rubia brillante / Cayetana Guillén Cuervo

Hiperactiva, aglutinadora de espíritus libres en un Madrid tan autocrítico como disfrutón, Cayetana Guillén-Cuervo es una metrosesenta que parece metroochenta. No sólo se ha convertido en uno de los puntales de la televisión pública -Versión española es un espacio decano- sino que ha sorteado cambios de directivas hasta conseguir que un programa de cine se emita en prime time. El año pasado rindió tributo a la memoria y al amor, y le dedicó a su padre -antes de morir- El malentendido de Camus. Además de intervenir en El ministerio del tiempo, en abril, se meterá en la piel de uno de los personajes más complejos del teatro, la Hedda Gabler de Ibsen. Linaje, polivalencia, talento y un personalísimo guiño a la vida. Lady ilustrada / Elena Ochoa ¿Cuántos comisarios serían capaces de reunir a autores de la talla de Goya, Mallarmé, Balthus, Ródchenko y Maiakovsky, Bacon, Cartier-Bresson o Hirst en una de las exposiciones del año y permitirse el lujo de titularla Detritus? De acuerdo, Elena Ochoa, lady Foster y su editorial Ivorypress son únicas. Mecenas cosmopolita, detectora de nuevas sensibilidades artísticas, Ochoa ha sabido construirse un bello traje a medida. Porque elevar el libro a la categoría de arte en un país que edita en idéntica proporción, aunque signo contrario, a la imparable caída de lectores (56.435 títulos llegaron a las librerías en el 2013, cuando ya el 35% de nuestros compatriotas no lee “nunca o casi nunca”) es más que un lujo sublime: un acto de resistencia. Compadre gracioso / Sean Penn Mucho se ha debatido sobre los límites del humor y la libertad personal. En la ceremonia de entrega de los Oscar, el concienciado, solidario y atractivo Sean Penn, que tan pronto se reúne con Maduro en Venezuela como viaja a Haití para trabajar a pie de obra, tuvo algo parecido a una regresión a su pasado de chico malo y patinó con una broma que ha levantado ampollas en los EE.UU. “¿Quién le dio a este hijo de puta su tarjeta verde?”, se preguntó en voz alta al entregarle la estatuilla de mejor director al mexicano Alejandro González Iñárritu. En el mejor anuncio de televisión mundial, a Penn su gracia se le volvió en contra, cuando al año cientos de espaldas mojadas se dejan la vida en la frontera con la tierra de las oportunidades. (La Vanguardia)

Leer más
profile avatar
28 de febrero de 2015
Blogs de autor

Las últimas de la fila

Durante casi un año España debatió la ley del aborto que el PP, con Gallardón al frente, quería aprobar en el 2014. Se dijo que se trataba de un guiño ideológico a sus votantes más conservadores, aquellos a los que la palabra aborto se les atraganta -como al resto de los mortales- y que en lugar de aceptar que hay veces en que la vida se escribe con renglones torcidos pretenden enderezarla a golpe de tacón. Salieron a la calle con un “sí a la vida” bien grande, como si todos aquellos jueces, médicos, enfermeras, familias y mujeres que han intervenido en algún desdichado proceso de interrupción de embarazo estuviesen a favor de la muerte. No hubo, en cambio, pancartas para el resto de los incumplimientos del programa electoral del PP, que hoy en día se pesan por kilos. Los periódicos publicaron encuestas en las que una abrumadora mayoría prefería dejar las cosas como estaban, con una ley homologada a las de nuestros vecinos, que al menos -a diferencia de la de 1985, con la que tantos populares, como su portavoz Rafael Hernando, dicen que se sentían cómodos- fijaba límites en los plazos. Uno de los puntos que provocaron mayor incomprensión se refería a la obligatoriedad de mantener embarazos con fetos inviables, que ocasionan padecimientos extremos tanto al nonato como a la madre. Varios médicos alertaron acerca de la crueldad que significaba. Una verborrea inclemente oscurecía otros asuntos en un país en demolición. Cuando el temporal amainó, Rajoy anunció la retirada del proyecto de ley. Y su ministro presentó la dimisión. Papel mojado. Todo el asunto supuso un auténtico disparate, aparte de la politización de un asunto que suele utilizarse como arma arrojadiza para diferenciar a los malos de los buenos. Otro de los argumentos-fuerza de la reforma señalaba a las menores, pero el dato lo tira por tierra: tan sólo un 12,38% de las que abortaron el pasado año lo hizo a solas. El porqué es un hueso más duro de roer que el propio embarazo: casos de marginalidad, violencia, abandono. La modificación de la ley que ahora saca del cajón el Gobierno sólo las afecta a ellas. A las que carecen del regazo de una madre y un padre para temblar. Las que están muertas de miedo, no por los médicos y políticos sino por una familia que, lejos de ser refugio, representa conflicto y amenaza. Las que ahora tendrán que dar explicaciones, buscarse un abogado, enfrentarse a sus propios padres. Sí, esa realidad existe, por aterida que resulte. Que para quedar bien con los votantes se penalice a unas pobres muchachas sumidas en la precariedad emocional es algo tan insólito como castigar al apaleado. (La Vanguardia) (Imagen: Rob Hann)

Leer más
profile avatar
25 de febrero de 2015
Blogs de autor

Genes solitarios

Estabilidad es una de esas palabras que pronunciamos como un seguro de vida, y que hace tiempo ha dejado de ser un estado para convertirse en un principio. A primera vista, nadie desea una vida inestable, aunque el propio fluir de la existencia se inscriba en su naturaleza impredecible. Corrientes mansas pero también huracanadas nos ponen a prueba, y no importa si se trata de lo que viene de fuera o de lo que nos corroe por dentro. Una sociedad que apenas rinde culto al conocimiento, cuando en realidad es uno de los pocos valores estables -a diferencia de la belleza o el dinero-, informa acerca del cuadro patológico que padecemos sacudido por la insatisfacción y la voluntad del control metida en el entrecejo. “Ser dueños de nuestro tiempo, se dice a menudo, a fin de que nos roben las horas o nos hagan tropezar con malentendidos. Procurarse un cordón de seguridad gracias al cual no haya que dar explicaciones, esconder secretos ni callar verdades, ha prestigiado la soledad desde finales del siglo XX. En treinta años -según el Instituto Nacional de Estadística- el número de personas que viven solas en España ha crecido en un 350%: unos diez millones de españoles viven consigo mismos. En Europa, la media ronda el 30%, y en EE.UU. casi se han duplicado desde 1999: un cuarto de la población. Muchos de ellos ya han sustituido la fase de viajes para singles y portales de relaciones con desconocidos por un encierro balsámico cosido de pequeños rituales intercambiables que se afianzan como clavos. Son los mismos que rechazan las fiestas sociales, sin complejo alguno para seguir saliendo a pasear el perro. “Individuales”, igual que los mantelitos sobre los cuales la quinoa y la dieta vegana expanden su ilusión de control en esos hogares donde una sola persona es la responsable de convertir el orden en caos. Personas convencidas de construirse un nido a medida donde sólo se oirán sus pasos y cada anochecer se encenderá la luz de la rutina, eso sí, con la fantasía de que en su sala de máquinas es posible comunicarse con el resto del mundo sin necesidad de roce. “Ojalá me pase algo nuevo”, dicen en voz queda algunos, deseosos de tener una nueva razón para levantarse de la cama. Por un lado, descartan encontrar a alguien para compartir la vida, celosos de su libertad, pero, por otro, aguardan que las agujas del reloj se muevan a mayor velocidad. La idealización de la vida solitaria languidece a golpe de series de televisión e investigaciones médicas. Steven Cole, investigador en genómica de la Universidad de California (UCLA), analizó la actividad de los genes entre las personas que viven con diferentes grados de soledad, y según sus resultados, la soledad crónica se correlaciona con cambios reales en la expresión génica, perjudicando al sistema inmunitario. Ya lo decían las abuelas: no es bueno estar tanto tiempo solos, aunque seamos nuestro mejor animal de compañía. (La Vanguardia)

Leer más
profile avatar
23 de febrero de 2015
Blogs de autor

Dos naranjas enteras

Hay una frase que Tania Sánchez repite como recurso y que indica su sentido del humor guerrillero o de guerrilla grrrl: “Repítemelo otra vez que soy rubia natural”. Bien resuelta es esta mujer en sus argumentaciones, siempre mirando al frente. Corajuda, con descaro y discurso, fiel a una generación que al hablar se apoya en los dedos para poner comillas al aire, y que, cuando la interrumpen, se hace oír: “Hola, jelou, estoy aquí…”. Es probable que su piercing acabe siendo un resto arqueológico de su travesía por el activismo: El vestigio más visible de la post teenage riot que se horneó en la facultad más roja de la Complu. Porque la que desgranó que en su currículum, como en los de su quinta, conviven servir copas e irse de Erasmus; la que ha dejado a Izquierda Unida herida por una cornada en la femoral; la que se postula para presidir la Comunidad de Madrid, se ha presentado en sociedad. El pasado miércoles fue la invitada del Foro Europa en sus desayunos en el Ritz -un caramelito para cualquier político, que dispone de un micro abierto, un público con pedigrí y porcelana con brioche- donde sólo llaman a los don alguien. Ella apeló a la unidad de la izquierda descontenta. “El cabreo de una cursi”, dice un diplomático de ella; “desleal” la han llamado desde los más elevados púlpitos. “Una tía dura, sí, pero siempre ha sido honesta, franca, y ha escalado desde abajo en su carrera política”, aseguran quienes la han conocido. Pero, ¿no es un baile de pasos cortos el de la audaz política que, además, es la novia del líder de Podemos? Es difícil obviar este dato, aunque por supuesto es del todo ruin utilizarlo para restarle credibilidad cuando, como política, ya ha dado sobradas muestras de que ella no es media naranja, sino naranja entera. Y siempre se ha mostrado educada y profesional cuando le han lanzado el veneno. Mucho más vehemente que ella fue Pablo Iglesias al ser preguntado por las polémicas subvenciones del Ayuntamiento de Rivas Vaciamadrid de y a la familia Sánchez: “Me llama la atención que, siendo mujer, caigas en este tipo de actitudes machistas”, le replicó a la periodista. Siendo consecuente, esperemos que el líder de Podemos le haya recriminado algo parecido a su colega Tsipras, quien ha considerado que no había ninguna mujer preparada para formar parte de su consejo ministerial. “La bella Tania”, así llamaban a la guerrillera amante o amiga del Che que, con rifle y boina, lo acompañó hasta Bolivia, donde caería en una emboscada. Ellas lucharon hombro con hombro con los camaradas revolucionarios, pero ellos se sentaron en los tronos del poder. El machismo de izquierdas duele más que el derechas, por cínico y enmascarado. Podemos reivindica la igualdad, cómo no, pero la paridad parece que no es una de sus prioridades. Otra cosa sería si contarán con Tania, Sánchez, que es de las ni se resigna ni va de comparsa. Para pasar de la ideología del descontento a las soluciones viables hay que poseer una fórmula en lugar de un repertorio de poses y egos. Luz que no se apaga / Rafael Sánchez Ferlosio Es una de las mentes más lúcidas de nuestro país, una pluma misteriosa y exquisita; Rafael Sánchez Ferlosio publica próximamente Campo de retamas, en el que retoma ese género del que siempre ha sospechado, pero al que vuelve una y otra vez: la máxima. “Los textos de una sola frase son los que más se prestan a ese fraude de la profundidad”, dice, pero también abomina su El Jarama. Él prefiere denominarlos pecios, como si se tratase de naufragados restos en el proceloso mar de su sabiduría, fulgores que brillan en nuestra memoria mucho después de leídos. Solo un ejemplo: “Mundo feliz aquel en que los niños no entendiesen ni remotamente la pregunta capital del verdadero corruptor de menores: ‘Y tú, ¿qué quieres ser de mayor?’”. Rosas y lágrimas / Lady Gaga ¿Dónde han quedado aquel vestido de carne cruda, los gritos arties siguiendo el método Abramovic -o la fragancia de semen y sangre que, en sus propias palabras, huele “como una puta bien cara”- de Lady Gaga? Los personajes más extremos, que en su desvarío no logran disimular la cicatriz del alma, acaban siendo los más cursis, que es lo que siempre quisieron ser para salvarse. Como la escenificación de su compromiso con el actor Taylor Kinney: en París, rodilla en tierra y con anillo de diamantes en forma de corazón. “¡Él me dio su corazón en el día de San Valentín, y yo dije sí!”, escribió la cantante en Instagram. Pura melaza. De las performances hardcore a una alfombra con rosas y lágrimas. Palabra experta / Isabel Preysler En el mostrador de la parafarmacia del aeropuerto exponen My Cream, marca Isabel Preysler, una de las mujeres más populares y misteriosas de España. Un pozo sin fondo en el arte de recibir, sonreír y agradar, Preysler pasea una fina ironía e incluso sabe ser combativa. A lo largo de su vida, ha pronunciado más noes que síes, tentada con ofertas según ella, sobredimensionadas. En otro país puede que incluso la propusieran como embajadora chic. Viuda y forever young, acaba de lanzar su línea de cosméticos. “Gracias a ella no dejamos de vender otro producto, un colágeno llamado xhekpon (7 euros) que fabrican unos laboratorios de Rubí”, me dice el farmacéutico y añade: “En un vuelo vieron que se lo aplicaba” . Palabra de Preysler.

(La Vanguardia)

Leer más
profile avatar
21 de febrero de 2015
Blogs de autor

Extrañas confesiones

Al principio, el silencio se instala en el reposacabezas con educada indiferencia y un muro imaginario se alza entre los asientos, como en algunas clases business donde en el brazo de la butaca se esconde una hoja de metacrilato a fin de separar tu aliento del de la persona de al lado. Te acomodas y te dices: ocho horas para dormir o leer. Aguardas, optimista, que tu compañera de viaje no sea una pelma y que coincida contigo en atesorar la soledad viajera de un vuelo sin turbulencias. Se te cae el chal. Lo recoge. Le das las gracias, sonríe, y sin saber por qué, a los quince minutos le estás contando tu vida. No sólo es eso. A esa extraña que ya se ha bebido dos vinos blancos porque le da respeto volar y prefiere adormilarse, llegas a pedirle opinión sobre un dilema que no has acertado a discernir ni con la ayuda de un doble de Freud. La conversación es entretenida y blanda, con cacahuetes, como delante del fuego. Al llegar a destino os intercambiáis los teléfonos y os despedís con un abrazo. Incluso proponéis visitaros, pero en el instante en que atravesáis la puerta giratoria que os devuelve a la rutina, sabéis que nunca más os volveréis a cruzar. Lo llaman “la fuerza de los lazos débiles”, y viene a ser como un baño de autocomplacencia para soportarnos. ¿Por qué confiamos en extraños? ¿A qué vienen esas confidencias con gente de paso, con un compañero de un viaje en tren o de una sala de espera? Los secretos anónimos que día a día se revelan a taxistas, entrenadores, peluqueros o enfermeras son todo un clásico. Antes fueron los mozos de cuadra, los limpiabotas, las madames y los conserjes o los ascensoristas. Sea como sea, persiste un instinto que empuja al ser humano a interactuar con quien está un peldaño por debajo en busca de aprobación. Según los estudios realizados por el sociólogo de Harvard Mario Luis Small, confiamos en los extraños más de lo que pensamos. “Alguien que no esté contaminado -nos decimos-, que pueda dar una opinión neutral”. Un complaciente autoengaño, pues, al igual que cuando nos enamoramos, seleccionamos lo más encantador e interesante de nuestra biografía. Los lazos débiles se forjan como nunca a través de internet: producen pálpitos, sonrisas, y te halagan como no lo hace tu cónyuge. Los amigos virtuales son más inconsistentes, pero también más ligeros que los reales, aunque ocupan tantas o más horas que los segundos. Los españoles dedicamos, de media, una hora y cuarenta y cinco minutos diarios a trastear con las redes sociales. Nuestra sociedad neonómada aísla tanto como acerca a extraños. Lo dejó bien dicho Blanche en Un tranvía llamado Deseo: “Ahora me toca confiar en la amabilidad de los desconocidos”. (La Vanguardia)

Leer más
profile avatar
18 de febrero de 2015
Blogs de autor

Tentativa

Internet y los smartphones han sesgado la autoridad de secretarias, funcionarios y, en algunos casos, enfermeras, tradicionalmente responsables de poner en agenda visitas y citaciones. A menudo pienso en el trabajo de quienes se dedican a dar horas durante toda una jornada laboral. A veces en jornadas intensivas. Deben vivir dentro de un calendario: al día, semana, mes. O de un minutero que adjudica nombres a las 10.30, las 12.45 o a las 17.00 horas. Cuando una cita no es en firme escriben “tentativa”, porque hay citas que nunca quedan bien selladas. Se cambian, se alteran los nombres, se tachan líneas, se atrasan los planes por una llamada en espera. Pero quienes se dedican a dar horas muestran un obligado aplomo, por mucho que haya horas que se les resistan, incapaces de quedarse quietas, y no acaben de hallar acomodo. Basta una simple confirmación para tener hora fija. Una hora perseguida desde hace meses. Que de aparente urgencia acaba transformándose en aplazada rutina, como ir al dentista o cambiar los armarios de temporada. De la misma forma en que vivimos postrados ante la cultura de lo saludable, acostumbrados a adjetivar como tóxico desde un alimento a una persona o una relación, la ilusión de ordenar el caos persiste tanto en la vida profesional como en la privada. Hay personas que deben programar concienzudamente su ocio, ya que les angustia la hoja del día en blanco, sin planes ni obligaciones que les anclen en la actividad, y, sobre todo, otorguen un sentido a sus actos. La pereza, al igual que el miedo, han sido denostados por la cultura de la competitividad y el triunfo, y, aunque se sientan, deben de ser neutralizados por la vehemencia de la frenética actividad pautada. Pero en un país con más de cinco millones de desempleados, donde a veces parece que no quepamos todos, hay un puñado de horas libres que en lugar de ser estímulo parecen un ataúd. En la encuesta de empleo del tiempo que anualmente realiza el Departamento de Trabajo de EE.UU. se analiza también cómo ocupan su tiempo las personas sin trabajo. Más de un 20%, se dedican a ver la televisión o películas en el ordenador. Por sexos, ellas se aplican trabajando en casa y cuidando de la familia, mientras que ellos salen a buscar trabajo. Y, sorprendentemente, ni un 4% de los desempleados decide estudiar y formarse. Muchos de ellos, no obstante, insisten en llevar una agenda de sus jornadas improductivas, decididos a convertirlas en nutritivas. Por ello, cuando por fin han logrado una cita, debe de resultar enormemente frustrante que se cancele. En la llamada de la secretaria encargada de dar horas anida un tono adusto y parco en explicaciones. Representa la frialdad de quienes están terriblemente ocupados y viven el día como una tentativa para llegar muy alto. Hasta que sus horas también se desparramen en uno de esos vuelcos que da la vida. (La Vanguardia)

Leer más
profile avatar
16 de febrero de 2015
Blogs de autor

Bellezas reversibles

“Doctor, que el resultado sea muy natural”. Esta es la petición más frecuente de las pacientes a los cirujanos plásticos antes de entrar al quirófano.Y resulta una contradicción tan interiorizada, que pasa desapercibida: rejuvenecer sin que se note. Porque los Dorian Grey de este mundo siempre han creído que el paso del tiempo les arrebataba no solo su apostura, sino su alma. Un componente trágico ha acompañado fielmente a la belleza, y a menudo la ha aislado por inaccesible. “La belleza es aún más difícil de explicar que la felicidad”, dejó dicho Simone de Beauvoir. Una presión social tan latente como sobredimensionada penaliza a las mujeres famosas cuando engordan o lucen canas, y a menudo deriva en obsesión. Los pies de fotos rezan así: “Madonna, a sus 56 años, y Jane Fonda, con 77, dos mujeres a quien el tiempo ha tratado muy bien”, buen eufemismo para referirse a las bien operadas, que son legión. Nunca se había visto a tantas mujeres -y hombres- que con cincuenta años han congelado sus arrugas y proyectado sus pómulos. El caso de Uma Thurman y la polémica que ha enloquecido a los titulares con sed de bisturí y de sentencia ilustra el camino que nuestras sociedades occidentales han recorrido en la otrora bien pavimentada autopista de la opulencia. Por un lado está la centralidad del par belleza-juventud, que hemos convertido en la esencia misma de la persona. Y por otro el empoderamiento de millones de personas que encuentran en las redes sociales el tribunal perfecto para, condenar o absolver al prójimo. Georges Soros razonaba hace unos años que la fe ciega en la estabilidad del mercado ha sido una de las claves del desastre. La distorsión entre la percepción y la realidad, el salto entre lo verdadero y lo inexacto, o mejor dicho, entre lo que ven los otros y lo que ve uno mismo, causa estragos. Prueba de ello son los cambios radicales de tantas actrices dispuestas a sacrificar su singularidad y en busca de un reflejo ficticio de sí mismas que se acaban creyendo. Uma Thurman asegura que su cambio fue sólo maquillaje, demostrando su reversibilidad, a diferencia de Renée Zellweger y Demi Moore. O Chaterine Z. Jones, a quien el lifting o el bótox le han robado lo que tenía de voluptuoso y carnal. La uniformidad lima el carácter, y todas parecen la misma. Hubo un tiempo en que se elogiaba la diferencia, y la hermosura se declinaba desde la heterodoxia del mestizaje. En La piel que habito Almodóvar retomaba el fondo de una cinta de culto francesa, Los ojos sin rostro, un magnífico thriller dirigido por Georges Franju; ambos reflexionaban sobre cómo el rostro nos completa como personas: sin él no somos del todo reales. Las chicas desfiguradas que las protagonizan viven a la fuerza fuera del mundo, hasta que los médicos -tan brillantes como sádicos- sean capaces de darles una nueva cara. Entonces volverán a una vida plena, pública y feliz. Una metáfora que sigue funcionando en una sociedad donde el paso del tiempo parece un accidente en lugar de un destino. Un pellizco / Adrián Martín Vega Qué alivio sentí al recibir un vídeo que no es un chiste, ni una provocación, ni una mamarrachada, sino una muestra de cuán prodigiosa puede ser la música, la misma que es capaz de alumbrar un rincón en penumbra, la que nos iguala y acerca. Considerado un fenómeno viral, Adrián Martín Vega -diez años, hidrocefalia congénita- demuestra el combate contra un destino que acostumbra a aislar a quienes padecen una discapacidad, pero que suelen estar más capacitados que muchas personas sanas. Me ha hecho recordar a mis primos, Josep y Enric, que vivieron encadenados a una silla aunque su sensibilidad fuera de superdotados. Detrás de la prodigiosa voz de Adrián también habita una historia de amor, la de unos padres excepcionales. Do de pecho / Lluís Homar En su horizontal sonrisa cristaliza el gesto de galán de cine europeo aliñado con un aplomo terrenal. De niño fue un gamberro simpático, hijo de un profesor de matemáticas y actor infantil en el teatro de Horta, interpretó a Manelic aún chaval y Armand Calafell le regaló una talla de madera de Enric Borrás. Fue su bautizo. En su currículum reúne a Molière, Chéjov y Mamet, Camus, Pons y Almodóvar. El éxito sostenido no se le ha atragantado. Considera que la mejor construcción de uno mismo es conectarse con quien uno es. En los últimos meses ha encadenado una insólita Terra baixa con la disparatada L’art de la comèdia, una racha de las que le hacen millonario a uno en el casino. Homar es apuesta segura. V de Victoria / Vicky Martín Berrocal El público se rindió ante Vicky Martín Berrocal en la pasarela Simof 2015 después de asistir a su colección de trajes flamencos, pura couture lorquiana con un guiño a Halston. Tras diez años diseñando, algo que al principio nadie se tomó en serio al tratarse de una chica couché que se hizo famosa por casarse y divorciarse de un torero, Berrocal ha conseguido combatir el tópico de los volantes y los faralaes. Vestidos de noche, ponchos con flecos de seda, collares masáis de Aristocrazy: una completa renovación del género. Es también imagen de la firma Violeta de Mango. Polifacética, sería la Victoria Beckham española, de no ser porque se ríe con todo el cuerpo y come ajo. Pura raza, unida al talento y al sentir, la esencia del flamenco. (La Vanguardia)

Leer más
profile avatar
14 de febrero de 2015
Blogs de autor

?Sex appeal? griego

Yanis Varufakis, qué rápidamente ha cuajado su nombre. Produce menos titubeos fonéticos que Tsipras, Kurublís o Skurletis; es redondo y ligeramente exótico, como Onassis o Papandreu, una firma convertida ya en marca global. El sex appeal de un político no había producido tal conmoción desde la irrupción de Obama, allá por el 2008, con sus camisas blancas, sus labios carnosos y su verbo emotivo. No digo carisma, sino que invoco al factor sexy que ha provocado un rico surtido de artículos -firmados tanto por hombres como por mujeres- que analizan a Varufakis como un macho alfa capaz de romper el patrón de lo que hasta ahora se había entendido por ministro de Economía. Incluso se ha desplegado a su alrededor un merchandising que, en el caso de tratarse de una mujer, habría sido llevado a los tribunales, como esas camisetas que rezan “Varufakis, follador”. Pero ¿por qué se ha convertido Varufakis en un icono sexual? No sólo por su cráneo rasurado, ni por ser un hijo de la diáspora que ha triunfado en prestigiosas universidades y escaparates de librerías (y regresó a una Arcadia en horas bajas), ni siquiera por tener el talento de citar con la misma soltura a Marx que a Dylan Thomas o los Monty Python. Hay algo que subyace en el inconsciente relacionado con la masculinidad rotunda, y que Varufakis debe de transmitir. No es casual que fracasaran los esfuerzos de aquellos metrosexuales, demasiado atildados y bien provistos de cosméticos con retinol, pero incapaces de trazar el gesto que tanto nos gustaba ver a nuestros padres cuando se echaban unas gotas de agua de colonia en la cara con pequeños golpecitos. Se trata de un hombre que ha logrado armonizar la chulería mediterránea -él llegó en su Yamaha a la reunión del Eurogrupo- con una buena dosis de charme. La telegenia premia o penaliza a los líderes políticos que, en la mayoría de los casos, tratan de situarse en un terreno neutro en que su atuendo y su corte de pelo pasen desapercibidos. Aristóteles dictaminó que “el derecho a mandar corresponde a los bellos”. Hoy, el mundo gira alrededor de la homogeneidad; se reclama lo sólido y duradero, pero los valores que nos levantan de la silla son efímeros e inconsistentes. Veamos sino a Obama, convertido en un hombre canoso y demasiado delgado a quien le bailan los trajes; al renacido Sarkozy, sin rastro de la hormona napoleónica; o a Aznar y Zapatero, que parecen caricaturas del original. Varufakis el griego, cuerpo de gimnasio, verbo de universidad, ha aparecido negociando la deuda, y parece que en cualquier momento fuera a marcarse un sirtaki, como aquel de Anthony Quinn transformado en Zorba: bailar para no llorar. (La Vanguardia)

Leer más
profile avatar
11 de febrero de 2015
Blogs de autor

Putas ?baby?

Hace dos años estalló en Roma el escándalo de la llamada baby prostituzione: niñas de 14 y 15 años que cambian sexo por dinero para recargar el móvil, comprarse ropa cara o esnifar una raya de cocaína. La desarticulación de una red -en la cual estaba implicada, al menos, la madre de una de las chicas- causó conmoción, no sólo en nuestro vecino mediterráneo. “¿En qué tipo de sociedad nos hemos convertido?”, se preguntaban algunos. Hace dos semanas la historia se repetía en Murcia, donde doce menores, cuatro de ellas españolas, eran ofrecidas por WhatsApp. A algunas las captaron en las pistas de baile de discotecas, y al menos una de ellas reclutó a dos compañeras de colegio. De los 200 euros cobrados por servicio, no recibían más de 60. De nada sirve escudarse en la crisis para justificar que alumnas de secundaria o Derecho se conviertan en escorts el fin de semana para pagarse un bolso de Prada o unos zapatos de Louboutin. Ni a esas jóvenes que subastan su virginidad y a quienes pujan en internet para acostarse con ellas; “la vez que llegué a valer más fueron 500 euros”, cuenta una joven a la cámara en un documental emitido recientemente en La Noche Temática de La 2 sobre la prostitución legal en Alemania. Y es esta misma muchacha quien pronuncia unas palabras que hielan la sangre por su frivolidad: “La prostitución está de moda”. Se extiende una opinión según la cual ha desaparecido el estigma, como si ser puta gozara hoy de un prestigio social comparable al de los tiempos de las hetairas griegas. Hablo con jóvenes que conocen a otras que venden su cuerpo, apenas sin conciencia de ello, y me dicen que no lo ven mal: “No estamos hablando de explotación sino de que lo hacen porque quieren”. Qué nos ha pasado, me pregunto, para que tengamos tan alto nivel de tolerancia al comercio sexual. Hay que tener un perfil psicológico determinado para abrirse de piernas ante desconocidos, embolsarse cien euros y volver a casa a cenar con la familia y ver la tele, ya que, efectivamente, no hablamos de mafias que engañan y esclavizan a mujeres jóvenes, a quienes despojan de cualquier rastro de derechos, de la vida incluso. La extensión de esa nueva visión, que defiende la prostitución como un medio tan digno como otro cualquiera para ganarse la vida, rompe el saco de los sueños y de los ideales, también de la integridad. Pobres muñecas rotas aquellas que eligen canjear su intimidad por una noche en un hotel de cinco estrellas. ¿Qué libros habrán leído, a qué modelos habrán admirado, qué valores habrán recibido? Ante ellas, sólo nos queda la compasión. Pero frente a quienes se ocupan de promover, gestionar y beneficiarse de la humillación que supone venderse para quienes aún no conocen la crudeza de la vida no hay otro sentimiento que el del desprecio, por malograr la poca inocencia que queda en este mundo. (La Vanguardia)

Leer más
profile avatar
9 de febrero de 2015
Blogs de autor

Genios y figuras

Nunca se había visto nada igual: el pasado miércoles, en la capilla del Tanatorio de Sant Gervasi, la gente lloraba de risa. El Gran Wyoming ejerció de maestro de ceremonias para despedir a Joan Potau, guionista, actor y por encima de todo, hombre bueno. El niño que iba a ver una y otra vez Las minas del rey Salomón para huir de la realidad gris antracita. El feo que conquistaba el corazón de las mujeres más bellas y aladas, como Carme Elías. Autor de Epílogo, El Rey Pasmado o A los que aman (escrito a dúo con su mejor amiga, Isabel Coixet), un ingenio dotado de una enorme cultura visual y, por encima de todo, de humor. Coixet, encargada de inaugurar la Berlinale con Nadie quiere la noche, no encontró avión, pero mandó unas palabras con clave interna: “Ha muerto un gran bailarín”. Porque Joan, con su voz ronca y una salud azorada, salía siempre a la pista imitando a un orangután, haciendo aspavientos sincopados que congelaban las miradas. Según Wyoming, los feos seductores siempre destacan. Potau ha dejado estelas de cariño y respeto. Y ha compartido el último surrealismo de Coixet, genio y figura: Rodar en un iglú en Canarias con un icono del cine europeo, Juliette Binoche, con Gabriel Byrne y Rinko Kikuchi. En el Telenotícies le preguntaron si se definía como una cineasta catalana, y Coixet, tan dada a los suspiros, tomó aire y sonrisa: “Mejor incluso, una cineasta internacional, catalana y de Gracia”. Me sorprendió más la pregunta -forzada y forzosa- que la respuesta. De ser ella, hubiera añadido ese cuarterón japonés que tiene: siempre tan discretamente sofisticada, bautizó a su productora Miss Wasabi y eligió el mercado de pescado de Tsukiji para ambientar El mapa de los sonidos de Tokio. En una ocasión rodó un spot para una marca de champú japonés con Anne Hathaway, y los clientes le exigían repetir una y otra vez la toma. Hasta que le dijo a la productora: “Diles que de pequeña esnifaba pegamento en la calle, y que no quiero recaer por tener que hacerla otra vez más”. Y el rodaje terminó. En el cine, como en tantos oficios, todo parece admiración y camaradería, pero hay un cara B; si al ego le sumamos la envidia endémica española podemos entender la tirria que algunos han engordado hacia una directora que se codea con Ben Kingsley, Juliette Binoche, Tim Robbins, John Berger o Philip Roth. Su gusto por el drama, y esa côté intelectual, combinada con un espíritu pop, le han valido el honor de que una parte de la crítica recele de ella. Tampoco ha gustado que vaya por libre. Pobres argumentos contra quien filma igual en Barcelona, Hollywood, Tokio o París, y prefiere, con un pudor coqueto, no hablar de amor, por mucho que sus películas buceen en ese misterio. Amar es dar lo que no se tiene, un salvoconducto para escapar de la realidad y una contraseña para regresar a ella. “No te pases Bonet”, como si la estuviera oyendo. Ahora, en su juvenil madurez, abre la Berlinale con esa belleza que tanto admiramos. ¿O no hemos soñado todas alguna vez tener algo de Juliette? Perlas negras / Cristina F. Kirchner Qué lejos queda la imagen del pueblo jaleando el triunfal relevo en el poder de Cristina a su difunto marido, Néstor Kirchner, ese hombre que ser reía tan bien. Más de la mitad de los argentinos -el 57% para ser exactos- cree hoy que su presidenta (“la Reina Cristina”, le llaman) está involucrada en la muerte del magistrado Nisman. Y viene a cuento la crítica corona que le colocan: la revelación, por parte de Sergio Hovaghimian, exrepresentante de Jean-Pierre, la joyería más elegante de Buenos Aires, de que ha llegado a gastar un millón de dólares anuales en collares de perlas de los mares del Sur (que paga en negro). Ay, los caprichos caros, tan María Antonieta: triste deriva para una mujer en el poder, trastabillarse por la lujuria de unas perlas. Pies descalzos / Shakira La cantante colombiana ha colgado su primera instantánea en Instagram de su recién nacido, Sasha: Un close-up de uno de sus grandes pies descalzo. “Tengo los pies de papi, parece que hubiese estado jugando fútbol toda mi vida”, se leía debajo. La primera imagen de su primogénito, Milan, tuiteada por Piqué, fue también un primer plano de sus pies con unas Nike personalizadas. Los pies tienen mucha semiótica, tanto futbolística como erótica, y también humanitaria. La Fundación de Shak se llama Pies Descalzos. Algo sí ha variado en la transmisión de su felicidad: no son primerizos, por lo que no necesitan decirle al mundo entero que han tenido un hijo, ese sentimiento tan naif y universal, que cuesta moderar. Amor/Odio / Gwyneth Paltrow Hace años que a las alfombras rojas de los estrenos y las portadas de ensueño les sucedieron las polémicas y las burlas en las redes sociales, y que pasó de ser elegida “la mujer más bella del mundo” por la revista People a “la más odiada de Hollywood” para Star. El caso es que su obsesión -y sus meteduras de pata- dietéticas, su inflexible método educativo (sus hijos solo pueden ver la tele en francés o español) y la guerra fría que mantiene con los medios han acabado por convertir el amor en odio. ¿Su última prescripción ridícula? Recomendar en su blog un tratamiento que consiste en introducir vapor en la vagina para limpiarla, y que, según ella “equilibra los niveles femeninos de hormonas”. Del amor al odio, como del deseo al tedio. (La Vanguardia)

Leer más
profile avatar
7 de febrero de 2015
Close Menu
El Boomeran(g)
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.