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Escrito por

Iván Thays

Iván Thays es escritor peruano (Lima, 1968) autor de las novelas "El viaje interior" y "La disciplina de la vanidad". Premio Principe Claus 2000. Dirigió el programa literario de TV Vano Oficio por 7 años. Ha sido elegido como uno de los esccritores latinoamericanos más importantes menores de 39 años por el Hay Festival, organizador del Bogotá39. Finalista del Premio Herralde del 2008 con la novela "Un lugar llamado Oreja de perro".

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Edición definitiva de Lampedusa

Fuente: aphorismos "Deseo que se haga cuanto sea posible para que se publique el Gatopardo (el manuscrito válido es el que figura en un solo cuaderno grande escrito a mano)". Así lo dejó escrito Tomassi Filipo de Lampedusa. Sin embargo, su deseo no puedo ser cumplido sino hasta el 2002 en Italia. Y ahora, Edhasa publica la edición definitiva en castellano. ¿Habremos leído otro Gatopardo? ¿Qué tan notables son las diferencias? Dice El País:Es el El Gatopardo tal y como lo quería su autor, el príncipe siciliano Giuseppe Tomasi de Lampedusa. No hay duda, ya que dejó escrito los planes para su única novela. "Deseo que se haga cuanto sea posible para que se publique el Gatopardo (el manuscrito válido es el que figura en un solo cuaderno grande escrito a mano)". Así se lee en una carta testamentaria de mayo de 1957, que envió dos meses antes de morir de un tumor. Lo explica su sobrino e hijo adoptivo, Gioacchino Lanza Tomasi, en el prólogo de la nueva edición del clásico que acaba de publicar Edhasa, que revisa la traducción de Ricardo Pochtar de 1986 a partir de la edición canónica fijada en 2002. La gran novedad es precisamente el prólogo, en cuyas páginas Lanza Tomasi describe el periplo de la novela, que su autor nunca vio publicada (...) La versión editada con esmero por Bassani fue la oficial durante diez años, y la que leyó el cineasta Lucchino Visconti cuando en 1963 la inmortalizó en la gran pantalla. El Gatopardo, coronada como un clásico de la literatura, está ambientada en 1860, durante el desembarco en Sicilia de Garibaldi y los convulsos años de la unificación de Italia. Pero sobre todo narra el ocaso de la aristocracia (a la que pertenecía el propio Lampedusa), ante el empuje incontenible de la burguesía. Ese fue el texto oficial hasta que en 1968 el catedrático Carlos Muscetta la puso en tela de juicio. Había localizado "centenares de discrepancias -algunas notables-" entre el manuscrito final que dejó escrito Lampedusa en 1957, antes de morir, y el texto impreso. Con todo -advierte Lanza Tomasi- "no modificaban sustancialmente la obra".



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9 de octubre de 2009

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Herta Muller, Premio Nobel de Literatura 2009

Herta Muller. Fuente: La Jornada Ahora nadie puede dudar de que en la hermética Academia Sueca existen filtraciones. Como lo comenté antes en Moleskine Literario, apenas se supo que el jueves 8 se declaraba el premio -es decir, que ya había ganador- Herta Muller subió en las apuestas del puesto 50 al 7. Y luego al 5. The Literary Saloon, que fue el primer blog en alertar el subidón de Muller, empezó a recibir correos desde direcciones suecas (dicen los chismes) para saber de dónde salió el dato. En fin, un Premio Nobel políticamente correcto otra vez, eurocéntrico otra vez, compensatorio otra vez (¿empezará una alternancia hombre-mujer?) Sin embargo, Andrea Jeftanovic comenta en su FB que la autora es extraordinaria. Habrá que averiguarlo. Aquí la reacción de Herta:La Premio Nobel de Literatura Herta Müller se ha declarado sorprendida por el galardón y ha dicho que de momento se ha quedado sin habla aunque espera recuperarla a más tardar el 10 de diciembre, cuando sea la premiación en Estocolmo."Estoy sorprendida y todavía no me lo puedo creer. De momento no puedo decir más", dijo Müller en una primera reacción difundida por su editorial alemana Hanser.Ya antes, al recibir la noticia a través del secretario permanente de la Academia Sueca, Peter Englund, la escritora había dicho que se había quedado muda pero prometió a su interlocutor que recuperaría el habla para el 10 de diciembre.El director de la editorial Hanser -el editor, ensayista y poeta Michael Krüger- dijo, por su parte, que con Herta Müller había sido premiada una autora que "veinte años después del fin de la guerra fría insiste en mantener el recuerdo del lado inhumano del comunismo"."Su gran trabajo de duelo literario es un ejemplo impresionante de una literatura europea comprometida que, con agudeza analítica y precisión poética, hace presente nuestra historia", agregó Krüger.



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9 de octubre de 2009

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IgnacioEchevarría: Fresán y los 90

Rodrigo Fresán. Fuente: radarlibros Dentro de la colección "Otra vuelta de tuerca" que lanzó Anagrama, como parte de sus celebraciones por los 40 años, está la reedición del único libro -creo- que Rodrigo Fresán editó con ese sello: Historias argentinas. La nueva edición trae, además de un nuevo cuento, textos celebratorios de Ray Loriga e Ignacio Echevarría. De este último, Radar Libros ha publicado un fragmento extenso. Cito aquí, porque tiene especial interés, lo que dice Echevarría sobre la Generación del 90, aquella que según Jorge Volpi empezó en el encuentro de Líneas Aéreas (Lengua de Trapo) y en la cual Rodrigo Fresán es indiscutible cabeza de grupo:La narrativa de los ?90 fue prisionera, en todo el ámbito hispánico, de una equívoca consigna: la de la juventud. Todo empezó por un desplazamiento que, por sí solo, parecía inocuo: donde hasta entonces se venía hablando periódicamente de nueva narrativa, se pasó a hablar ?precisamente a partir del imprevisto éxito obtenido por un libro como Historia argentina? de joven narrativa. De pronto, empezó a contar la edad de los nuevos narradores por encima de su novedad. A condición, eso sí, de que discurrieran precisamente sobre eso: sobre su juventud, esa categoría tan imprecisa y tan intrigante, sobre todo para quienes han sido excluidos de ella. Lo malo es que la juventud no suele tener una idea demasiado consistente de sí misma, así que para satisfacer las expectativas generadas hubo de recurrir a lo que más al alcance tenía: estribillos de canciones, eslóganes publicitarios, lemas para camisetas, todo ello servido con ademanes épatantes y una jerga más o menos actualizada con la que, en definitiva, se rumiaba la misma cantilena de siempre: sexo, drogas y rocanrollo. Como ya se ha dicho, aquello duró poco. La joven narrativa de los ?90 envejeció más deprisa todavía que los narradores que la protagonizaron. Aquella fiesta tan concurrida en la que todos bailaban terminó casi de golpe y la casa donde se celebraba se quedó desierta. ¿Desierta? No del todo. En el piso de arriba, en el cuarto de los niños, sentado al escritorio, frente al ordenador, estaba Rodrigo Fresán. No es que ignorara que la fiesta se había acabado: es que no sabía siquiera que se celebraba una fiesta. Y ahí sigue, después de todos estos años.



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7 de octubre de 2009

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Nancy Huston entrevistada

Nancy Huston. Foto: Daniel Mordzinski. El País Si Marcas de nacimiento, (Salamandra) de la canadiense Nancy Huston, fue un éxito de crítica al ser traducida al castellano, se espera que con la traducción de una novela anterior pero de tema similar, La huella del ángel, tambipen con Salamandra, se tenga el mismo suceso. En "Babelia" la entrevistan y habla sobre el abandono de su madre, el inicio de la ambición literaria y sobre todo acusa a la literatura francesa contemporánea de ser demasiado intelectual. Siendo la esposa de Todorov, pues, habrá que entender que algo sabe de intelectuales auténticos y de intelectualizantes:Usted es bilingüe. ¿Cómo elige la lengua de sus novelas?Depende de los personajes. La huella del ángel la escribí en francés porque discurre en Francia y los personajes hablan en francés. Marcas de nacimiento la escribí en inglés por la misma razón: los personajes hablan en inglés.En las dos novelas la Historia es determinante y aniquila no sólo a los que la viven sino a sus descendientes.Es la vida. Es parte de la vida. En los dos libros se habla del impacto de las opiniones políticas sobre la infancia. El hecho de haber vivido un momento político traumatizante a través de los padres predispone a tener tal o cual postura después. Por ejemplo, Saffie, la protagonista de La huella del Ángel, ha vivido un episodio estremecedor: ser testigo de la violación de su madre y su propia violación por las tropas rusas. No fue algo excepcional, como se sabe: hubo 300.000 mujeres violadas en Berlín. El hecho de haber vivido eso, más el hecho de haber conocido a un profesor que culpa de todo a los alemanes hace que crezca un muro entre ella y el resto del mundo, entre ella y su identidad alemana. Además, otro de los personajes de la novela, que de niño fue salvado por los comunistas, siente el impulso casi automático, en plena guerra de Argelia, de ayudar, por su parte, a los oprimidos, a los que él considera oprimidos.Más que la infancia, el tema de La huella del ángel es el de la inocencia.R. No creo en la inocencia.¿Es imposible la inocencia del niño?Desde que habla de culpables, desde que a él le meten en ese lenguaje, es imposible.¿Es cierto que el hecho de que su madre la abandonara cuando era niña le hizo novelista?¿Y eso le extraña?Algo.Para mí es evidente. Tal vez lo que diga suene a banalidad: una infancia traumatizada fomenta la vocación literaria. Porque crea un misterio. Para un niño, los padres son como dioses. Si los dioses discuten entre ellos, eso se convierte en algo extraordinariamente impresionante, y si uno de ellos se va pegando un portazo (que no fue mi caso), pues después el niño tiene que saber por qué y recabar la versión de tal y de cual y las sucesivas hipótesis... El niño no deja de reescribir esa historia, que es infinita e inagotable, porque un hecho así, para el mundo de un niño, es inextricable por definición. Así que no hace más que darle vueltas a la cabeza, inventando, adornando la historia. Y de esa invención a la novela no hay sino un paso. En mi caso concreto, además, hay otra razón: el único contacto que yo tenía con mi madre eran las cartas que, con frecuencia, me escribía. Ella, que hasta ese momento era la presencia misma en mi vida, de pronto se volvió sólo escritura: letras, letras...P. ¿Por qué mantiene que es mejor novelista desde que es madre?R. Me hice infinitamente mejor. Las Variaciones Goldberg es un libro bonito, un poco cartesiano, es, en el fondo, una idea bonita, pero un libro escrito con la cabeza; los niños te meten en el corazón de las cosas. Y la novela nace del corazón, no de la cabeza, porque habla de la vida material, de cosas muy concretas. La escritora Flannery O'Connor sostenía que la gente que tiene miedo a ensuciarse no debe meterse a escribir novelas. La vida material te ensucia. Además, hay que estar fascinado por los detalles, y lo repito: en relación estrecha con la vida material. Y al contrario, la vida intelectual es la catástrofe de la literatura. Ésa es una de las razones de que no me interese mucho la literatura francesa contemporánea.P. ¿Por qué? ¿Por ser demasiado intelectual?R. Piensan demasiado. Son agotadores. Se han convertido en gente muy inteligente. Y la inteligencia es catastrófica para la literatura. Hacen falta también tonterías. Hay que ser un poco tonto. Para mí, escribir dentro de la piel de los niños fue un poco un ejercicio de tontería. No podía utilizar mi inteligencia. Yo soy muy inteligente, pero no podía utilizar mi inteligencia en esa novela. Los niños no podían tener ningún discurso teórico, ni emplear ninguna palabra de más de tres sílabas, ni servirse de la ironía, no se trataba de teorizar, sino de vivir la historia...



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7 de octubre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Hilary Mantel, premio Booker

Hilary Mantel. Foto: Eamonn McCabe. Fuente: The Guardian Aunque los nombres de JM Coetzee y AS Byatt eran los que más sonaban en la prensa, el de Hilary Mantel era el favorito de todos (incluyendo las casas de apuestas que le daban el 80% de favoritismo). La novela histórica Wolf Hall tenía todos los ingredientes para convencer al jurado. Y lo hizo. Ahora, Hilary Mantel es la Booker 2009 y, al parecer, todos quedaron contentos. Dice The Guardian:She was the bookies' favourite, the people's favourite and tonight Hilary Mantel became the judges' favourite as Wolf Hall, her vividly told tale of Tudor intrigue, emerged triumphant at the Man Booker prize. By the end of their three-hour meeting today the Booker judges were split three-two in favour of Mantel's fly-on-the-wall account of the life of Henry VIII's fixer, Thomas Cromwell. Although it was not a unanimous decision, Jim Naughtie, the BBC broadcaster who chaired this year's judging panel, said all five were happy to name it the winner. He said: "Our decision was based on the sheer bigness of the book, the boldness of its narrative and scene-setting, the gleam that there is in its detail." Wolf Hall had been one of the hottest favourites in years with, according to Ladbrokes, 80% of all bets on the winner. Some thought being so heavily backed might even count against it, as no bookmakers' favourite had won since Yann Martel's The Life of Pi in 2002. The prize seemed to follow the script, which read: it is Mantel's year and about time too. She is one of the most highly regarded and under-rewarded ? in terms of prizes ? novelists working in Britain today, and it surprised many that this was her first time on the Booker shortlist. She admitted to the Guardian this week that winning "would provide freedom from having to win the Booker". The novelist was given the trophy at London's Guildhall, along with a £50,000 cheque and a guaranteed leap in worldwide sales. Her victory is all the more impressive because this year's shortlist was widely seen as one of the strongest in years and included former winners JM Coetzee and AS Byatt.



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6 de octubre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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El realismo y James Wood

James Wood. Fuente: CRIMSON/ ELAN A. GREENWALDEn una reseña publicada el fin de semana pasado en "Babelia", se mencionó la traducción del libro del crítico literario James Wood (¿recuerdan "La lista Wood"?) Los mecanismos de la ficción (que, como bien dice la nota, debería haberse titulado "Cómo funciona la novela"). La reseña refiere una hipótesis importante en la obra: "[la obra] contiene una defensa límpida y directa, frente a enterradores precipitados, del realismo como matriz eficiente de la mejor ficción contemporánea, y todavía la más capaz de capturar la verdad de nuestra condición a través de los personajes y su vida novelesca" La frase provocadora me conduce, además, a una entrevista reveladora en "Letras Libres" al autor publicada en agosto de 2009. Dejo algunas preguntas interesantes:¿Cómo ves la escena literaria actual? ¿Qué problemas, que no existían en el siglo XIX, o hace treinta años, se presentan hoy a un escritor?He aquí otra pelea que tengo con el posmodernismo. Hay una rama del posmodernismo que ha sido ciertamente influida por la teoría, los estudios culturales, los estudios sobre los medios de comunicación, y supongo que ahora está siendo influida por la neurociencia, la neuroestética y demás, que sugieren que el yo o la subjetividad (the self) es completamente incoherente, que no tenemos realmente yo, que estamos completamente mediados por discursos que no controlamos: publicidad, TV, la blogósfera; que somos prisioneros de impulsos biológicos y procesos que recién ahora empezamos a entender, etcétera. Escuchas a escritores decir esto muy a menudo. Me meto en peleas con escritores contemporáneos que dicen: ?Me parece que eres tan antiguo que incluso crees que tenemos un yo.? Lo que eventualmente respondo es que esta es una ala del posmodernismo metafísicamente provinciana. Primero que nada, olvida que mucho de esto ha sido dicho ya cien años antes, en el modernism, y dicho de nuevo cincuenta años después, cuando empezó a transformarse en posmodernismo. Pero también ?y aquí, supongo, me revelo de algún modo conservador? una de las razones que nos permiten leer estas novelas de 1900 o 1800 es que, más allá de las enormes diferencias, hay cosas que no cambian. El amor y el nacimiento y la muerte de La muerte de Iván Ilich, por ejemplo, todavía son cruciales para nosotros.O Los hermanos Karamázov...O Los hermanos Karamázov. Las preocupaciones básicas no son muy diferentes en 2009 de lo que lo eran en 1909 o 1809. Cuando dices esto a cierta gente ?y por esto pienso que hay una pequeña guerra en marcha?, de inmediato dicen: ?Ah, estás defendiendo el viejo orden?, y quieren ligar ese orden a una estética: ?Por eso eres un defensor del realismo.? Y entonces, sobre todo en Estados Unidos, te meten en el cajón de los defensores del realismo. Esto no ocurre tanto, es interesante, fuera de Estados Unidos, donde no está tan marcada la línea entre las diferentes escuelas estéticas. Si se mira, en los países europeos el campo realista no es tan fuertemente defendido, al contrario de lo que pasa en Estados Unidos, donde tiende a significar sólo una cosa: una cierta clase de narración del hombre blanco, más bien antiintelectual. Mucho de esto es propagado en las escuelas de escritura de Estados Unidos, en las cuales se alienta a pensar no acerca de la forma o el lenguaje sino sobre el arte del mismo modo en que lo haría un artesano. Se trata de construir una mesa, martillar los clavos. El ejemplo es la escuela de la Universidad de Iowa, que ha producido muchos escritores en los últimos cuarenta años. El director previo, que había estado allí años y años, solía entregar una copia de Madame Bovary ?cuánto se hubiera reído Barthes? a los escritores de ficción y les decía: ?Aquí está todo, esto es todo lo que necesitan saber.? Y no se aproximaba a Flaubert como un novel romancier, no miraba a Flaubert como un formalista. Lo que quería decir es que hay códigos y convenciones en el realismo, hay modos de hacer escenas, de producir detalles, y esa era la manera de hacerlo. Es decir, sí hay una auténtica escuela de realismo en Estados Unidos, y lo que yo intento en mi libro es demostrar que uno puede remontarse hasta Flaubert sin ser una especie de espantoso defensor del realismo, cosa que no soy en absoluto.Esto nos lleva a la noción de ?realismo histérico?, que introdujiste en un famoso artículo.Este es otro terreno en el que creo que he sido malinterpretado. Parte de lo que no me gusta del realismo histérico es precisamente el realismo. En otras palabras, lo que no me gusta de algunos de esos libros ?y, de nuevo, pienso cuán grandes son: Submundo de DeLillo, o las novelas de David Foster Wallace, o Against the Day de Pynchon? es que los veo parcialmente dentro de la tradición del realismo estadounidense, en la cual el escritor piensa: ?Debo sumergirme en la realidad norteamericana, debo poner en la novela cuanta información pueda sobre la realidad actual o la historia norteamericana.? De ahí el tamaño de las novelas, pero también de ahí su saturación con información, con videófonos semióticos o lo que sea. Lo que no me gusta de estos escritores es que de algún modo parecen haber renunciado al desafío de la forma, que es lo que Henry James decía en uno de sus prefacios: las relaciones humanas no se detienen en punto alguno y el exquisito problema del arte es trazar un círculo dentro del cual parezca que sí. Eso es la forma, ¿no?Esta es una condición particularmente estadounidense, y quizá se remonta a Whitman, que decía que Estados Unidos era el poema más grande. Si uno dice que Estados Unidos es el poema más grande, lógicamente está diciendo que el poema o la novela tiene que ser tan grande como Estados Unidos. De ahí la continua obsesión con la gran novela norteamericana. Y tan pronto se dice la ?gran novela norteamericana? uno comprende que no puede ser de sólo cien páginas. Este es, entonces, un problema del realismo. Sea como sea el modo en que lo esboces, aunque luzcas posmoderno porque estás jugando con el lenguaje y haciendo cien cosas diferentes, sigues siendo realista. Este es un modo de fastidiar a los escritores y críticos estadounidenses: decir ?¿Qué es lo nuevo y radical en Submundo de DeLillo?? Se parece a Casa desolada de Dickens. Es un escritor tratando de conectar a la sociedad en diferentes niveles, justo como un escritor victoriano lo hacía con Londres o Balzac con París; está tratando de meter mucha información, mucha historia, y usar un gran lienzo para hacerlo; tampoco hay nada de malo en ello.Así que la mitad del ataque contra el realismo histérico es un ataque contra el realismo: no se dan cuenta de que son realistas. La otra mitad es contra el aspecto histérico, que no es un costado realista; es esa especie de cosa loca, funky, a lo Rushdie. Viene un poco del realismo mágico, pero también del interés de los escritores contemporáneos por las historietas. Si uno considera a los escritores norteamericanos de mi edad ?como Michael Chabon, por ejemplo?, uno encuentra que lo que realmente les gustaba cuando niños o adolescentes no eran los libros sino las historietas: Marvel Comics, Superman, etcétera. Y creo que eso se puede ver en su trabajo. Y si a eso se agrega una dosis masiva de televisión y de películas, uno entiende por qué se fugan de la novela. Al menos desde mi idea de la narración.Después del posmodernismo y el multiculturalismo y las literaturas poscoloniales, ¿te ves como la reacción conservadora?Me veo tratando de mantener viva una suerte de viejo radicalismo. Vuelvo como a un talismán a esa escena de Chéjov sentado en el Teatro de Arte de Moscú mirando la puesta de una obra de Ibsen y diciendo: ?Pero Ibsen no es teatro: en la vida no ocurre así.? Lo que Chéjov sugiere, en un sentido, es que tienes que persistir en romper las formas. Me interesa V.S. Naipaul por esa razón. En algunos sentidos, él es obviamente muy conservador: es políticamente conservador y no está interesado en los juegos posmodernos por sí mismos. Pero tampoco está interesado en repetir las viejas formas. No tiene sentido para él sentarse y escribir una novela realista al viejo modo. Le gusta crear formas híbridas en las que mezcla memoria y autobiografía, y narración histórica y periodismo con ficción. Y creo que en ese sentido es un verdadero chejoviano, pues todavía dice: ?Un momento, esas formas ya no nos dicen nada sobre la vida, tenemos que hacer algo nuevo.? Pero la pregunta ¿qué es la vida? ??esas formas no representan la vida, quiero vida en mi ficción?? no desaparece.¿Y qué hay de la literatura en español? ¿Lees algo?No leo tanto como debería.¿Qué opinas, por ejemplo, de Roberto Bolaño?Mi impresión es que es más fuerte en sus nouvelles, como Nocturno de Chile. Es que me gusta la forma y me gustan las nouvelles. Y hay otro escritor, Javier Marías, que me pareció realmente interesante en Mañana en la batalla piensa en mí.



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1 de octubre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Se mueven las apuestas

Luis Goytisolo baja hasta el número 9 de las apuestas por el Nóbel. Fuente: ecodiario Primer jueves de octubre, primera oportunidad perdida para que se dé el nombre del ganador del Premio Nobel de Literatura (se da siempre en un jueves de octubre). Aún no hay humo blanco. Sin embargo, las apuestas en Ladbrokes han tenido algunas variaciones en los primeros diez lugares. Luis Goytisolo bajó hasta el 9no, por ejemplo, mientras que Philip Roth y Joyce Carol Oates consiguieron subir bastante. Amos Oz, sin embargo, queda en primer lugar. Y a Vargas Llosa se consolida en el 17avo. Aquí las primeras diez posiciones:Amos OzAssia DjebarJoyce Carol OatesPhilip RothAdonisAntonio TabucchiClaudio MagrisHaruki MurakamiLuis GoytisoloThomas Pynchon



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1 de octubre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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beautiful people de la intelligentsia

Jorge Herralde extraviado entre sus invitados. Fuente: Joan Sánchez/ El país Así celebraron en Barcelona los 40 años de Anagrama. Lo cuenta al dedillo "El País":¿Qué es más fácil, negociar un contrato de edición con el superagente Andrew Wylie o poner coto a los que quieren ser invitados a la fiesta de sus 40 años? Jorge Herralde, ufano, rodeado de una inmensa representación de sus escritores y colegas extranjeros (13 y 26, respectivamente), contesta: "Esto segundo, pero eso se lo he dejado a Lali [Lali Gubern, su esposa], que lo solventa en un plis plas". Seis horas antes del evento, el móvil de Gubern vibraba con peticiones imposibles: "Es pariente de los Sert". "¿Y qué le has dicho?", pregunta Herralde. "Pues que no, si ya no cabe nadie más", zanjaba el carácter de Gubern. Unas 500 personas, la crème de la intelectualidad literaria de España y de buena parte de Francia, Italia, Reino Unido y Alemania, acabaron formando parte de la selecta masa que abarrotaba ayer el cóctel con el que Herralde celebró la ocasión. Tiempo le costará a Barcelona repetir tanta densidad de beautiful people de la intelligentsia. Quizá el secreto estuvo, como Herralde dijo, en que no había de por medio "ni congresos ni apocalípticos discursos sobre el libro electrónico". El particular baño de élites permitió ver en carne y hueso a miles de hojas leídas y convertir el local en un Parnaso en la Tierra: el francés Jean Echenoz no se separaba, copa de cava rosado en mano, de su exquisito editor italiano Roberto Calasso, al que no conocía. Éste definía a Herralde: "Es un espécimen en vías de extinción, editor de raza al viejo estilo, que puede mantener su independencia al ser su propio dueño". Para Ian McEwan, que en petit comité confesaba que acababa de entregar nueva novela, Herralde es: "El más internacional que tiene la cultura española; sus libros están hasta en la Patagonia". Entre apretujones infinitos, Antonio Tabucchi, Yasmina Reza, Inge Feltrinelli, Dominique Bourgois, Claudio Magris; editores de Seuil, Fischer o Mondadori; responsables de política cultural, libreros, gente del cine o la arquitectura arroparon a Herralde y su equipo hasta las dos de la madrugada. Era la fiesta de los 40 años de esa gran "peste amarilla", como la calificó el taimado José Manuel Lara en referencia a su serie emblemática.



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1 de octubre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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La oreja de Murdock

Castle Freeman Jr. Fuente: burlingtonRodrigo Fresán regresa a las reseñas literarias en el ABCD las letras y lo hace con el libro de Castle Freeman Jr, La oreja de Murdock, editado por Mondadori. Aquí una frase típica Fresán para contagiarte la lectura: "Una manera veloz y eficaz de definir a esta pequeña gran novela sería la de imaginar a los hermanos Coen rescribiendo a Cormac McCarthy." Dice la reseña: (...) en este engañoso action-thriller protagonizado por un selecto puñado de heroicos idiotas se invocan -con envidiable prosa descriptiva y un admirable manejo del diálogo y del absurdo- buena parte de la mística de los cuentos de hadas (con damisela en problemas, malo malísimo y un par de paladines un tanto torpes yendo y viniendo por las espesuras de los bosques de Vermont) y, según confesó, el propio Freeman, el aliento inmortal de la gesta arturiana en versión de Sir Thomas Mallory. Lester Speed (un anciano rengo) y el «simple» Nate (pocas luces pero de luminoso espíritu) aceptan la hercúlea tarea de proteger y custodiar a la bella caperucita del asunto: la joven, no del todo inocente, es Lillian, quien es perseguida y atormentada por esa gran bestia que es Blackway. Por encima de ellos, el paralítico Wheezer funciona como una suerte de coro griego y testigo impasible de una historia donde la caballerosidad es, a menudo, sinónimo de regocijante estupidez. Así, una road novel y un country-noir discurriendo a lo largo de un día de verano senderos de tierra y ramas caídas, que se lee de una sentada con asombro y regocijo (inolvidable esa descripción de Nate como alguien «más listo que un caballo pero no más listo que un tractor») y que, de alguna perversa y bizarra manera, conecta con esa saludable tradición norteamericana de los narradores de espacios abiertos. Nombres y paisajes que arrancan con Ralph Waldo Emerson, Henry David Thoreau, James Fenimore Cooper y Mark Twain, entronca con Ernest Hemingway, Norman Maclean y Wallace Stegner, y llega hasta nuestros días de la mano de Rick Bass, David James Duncan, David Guterson, Jim Harrison y Peter Matthissen. Ya saben: seres duros e iluminados jugando en el bosque a juegos muy peligrosos en los que siempre, el hombre es el lobo del hombre. Y, claro está, es un lobo feroz. Siempre.



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30 de septiembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Ecuador no queda en la Antártida Literaria

Una bandera ecuatoriana en la Antártida. Fuente: antárticosSi no fuera por Marcelo Chiriboga, la literatura ecuatoriana no tendría un autor dentro del Boom. Y si no fuera por Marcelo Chiriboga- una broma de José Donoso- no nos daríamos cuenta de lo realmente raro que fue que el Boom Literario careciera de una presencia ecuatoriana. Más allá de Huasipungo (y de Pablo Palacio para los amantes de rarezas), la literatura ecuatoriana es la hermana menor de América Latina. ¿Es bueno o malo eso? ¿Qué parricidio debe cometer un escritor ecuatoriano si Chiriboga no existe? Leonardo Valencia, escritor ecuatoriano de última generación y de gran éxito radicado en España, escribió un artículo al respecto en el último "Babelia":Lo cierto es que el gran padre literario a enfrentar en Ecuador es la política. Las tres maneras de no dejarse afectar por ella en la escritura han sido el delirio, el exilio o la proximidad de la muerte. No menciono una fuerte consciencia estética o el humor, porque ambos tienen su parte delirante y exiliada. Las novelas que han recurrido a esas tres vías son de lo mejor que se ha escrito en Ecuador y, al mismo tiempo, son novelas imposibles. El caso de Humberto Salvador (1907-1982) es sintomático de la injerencia política que tuvo la novela ecuatoriana a lo largo del siglo veinte, injerencia que condiciona la expresión literaria si el autor no sabe resistirla, esquivarla o reinventarla desde adentro. Salvador escribió En la ciudad he perdido una novela... y un par de libros de cuentos cuando tenía veintidós años. Pero luego cedió a la presión de los camaradas de su tiempo y publicó novelas comprometidas, sometiéndolas al condicionante mimético de lo inequívoco, con las que cosechó algunas traducciones y el aplauso internacional, ahora fantasma. Hacia la segunda parte de su vida quiso volver a sus comienzos pero no recuperó el fulgor de esa primera novela escrita en el puro trance de una novela imposible. Con Salvador ni siquiera puede uno dejarse seducir por su título de 1942, La novela interrumpida, porque no hay novela ni discontinuidad, sólo los pasajes inverosímiles de una escritura allanada. El halo de imposibilidad de varias novelas ecuatorianas, una especie de inmolación en el inacabamiento, la parodia y la extrañeza, que se dio en las novelas de Montalvo, Palacio o Salvador, ocurrió también con la última novela de Alfredo Pareja Diezcanseco, La Manticora, que arrasaba con su propia trayectoria de autor realista, o en novelas como El espejo y la ventana, de Adalberto Ortiz; Siete lunas y siete serpientes, de Aguilera Malta; Entre Marx y una mujer desnuda, de Jorge Enrique Adoum; Pájara la memoria, de Iván Égüez; El viajero de Praga, de Javier Vásconez; Las tertulias de San Li Tun, de Juan Andrade Heymann, o una que es mi preferida, Carta larga sin final, de Lupe Rumazo, por su combinación de géneros, entre el diario, la carta y el ensayo, en una progresión que se abisma ante la muerte de un familiar. Todas estas novelas han permitido una trasgresión frente a la imagen de un Ecuador restrictivamente andino, de un realismo chato y testimonial. Acercarse a ellas sorprenderá a un lector sin prisa y sin referentes mediáticos, porque esos autores, saboteando las nociones convencionales de la novela, han buscado la escritura, esa patria de la que Blanchot decía que no permite profetas.



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30 de septiembre de 2009
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