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Escrito por

Iván Thays

Iván Thays es escritor peruano (Lima, 1968) autor de las novelas "El viaje interior" y "La disciplina de la vanidad". Premio Principe Claus 2000. Dirigió el programa literario de TV Vano Oficio por 7 años. Ha sido elegido como uno de los esccritores latinoamericanos más importantes menores de 39 años por el Hay Festival, organizador del Bogotá39. Finalista del Premio Herralde del 2008 con la novela "Un lugar llamado Oreja de perro".

Eder. Óleo de Irene Gracia

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¿Better left unread…?

http://betterleftunread.blogspot.com/Todos sabemos que estas fechas navideñas son fechas de listas de libros. Ya he colocado varias en el blog. Pero siempre aparecen más. En The Guardian han hecho una nueva, por ejemplo, camufalda como recomendaciones de libros para Navidad. Asimismo, Michelli Pauli en los Book Blogs de The Guardian ha escrito un post resumen titulado "Books of the decade: Your best books of 2009" donde destaca el éxito de ventas y crítica de Hillary Mantel. Sin embargo, en el mismo The Guardian han hecho este año una lista muy especial: The decade's best unread books, es decir la lista de libros publicados entre el 2000 y el 2009 que no han tenido la atención debida. Se pidió a un grupo de especialistas, entre traductores y editores, que escogieran alguno que merezca estar en la lista. Aparecen varios nombres desconocidos para mí, obvio, de eso se trata, aunque algunos tan conocidos como una traducción específica de El Quijote de la Mancha, o el Journal de Hélène Berr, que fue traducido por Anagrama con éxito. En el blog de The Literary Saloon dicen que esperaban más de la lista y proponen su propio libro: Al Piano, de Jean Echenoz.No quiero limitarme a las fechas del 2000 al 2009. Tengo mi mente, ahora mismo, cinco libros (cinco de tantos más) que debieron tener mayor atención para mí, o por lo menos más lectores, y que lamentablemente no lo consiguieron. Aquí va mi lista:1.- Tomasso y el fotógrafo ciego de Gesualdo Bufalino.- la última novela del gran escritor italiano, la última risa, irónica, divertida, inteligente, poética, absolutamente libre. Nunca entenderé por qué Bufalino no ha tenido éxito en castellano.2.- La punta de Charles D´Ambrosio.- para mí el mejor cuentista de su generación en EEUU y, sin embargo, editado por Norma hace bastantes años, pasó sin pena ni gloria. The Dead Fish Museum, la colección de relatos que publicó en el 2006, no tiene traductor aún. Inconcebible.3.- Otras tardes de Luis Loayza.- El delicadísimo escritor peruano, una de las prosas más bellas del idioma, escribe el libro definitivo sobre Lima y los limeños en esta colección de relatos. No me canso de recomendarlo -y regalarlo incluso- a todos los extranjeros que conozco. Y nunca han dejado de agradecérmelo. Hace un año, supe que El Acantilado pretendía dar con él y quizá publicar el libro. ¿Será?4.- La cuestión de Bruno de Aleksandar Hemon.- Una colección de relatos audaz, poderosa, que editó Anagrama con entusiasmo pero lamentablemente no tuvo mucho éxito y lo veo todos los años en la mesa de remates de Océano en las Ferias de libros. Ahora que El Proyecto Lázaro se proyecta tan bien en EEUU quizá haya un renacimiento de Hemon en castellano y puedan buscar en la mesa de saldo este libro maravilloso.5.- Saña de Margo Glantz.- Un libro tan extraño como su nombre. Un libro que demuestra cómo las fronteras de lo literario son tan elásticas. Un libro escrito con el estómago, pese a parecer superficialmente un tramado de citas eruditas. Un libro freak escrito por una especialista en otra freak, como fue Sor Juana Inés de la Cruz. Apareció en la editorial Era en el 2008 y tuvo una circulación exclusivamente mexicana. ¿Por qué? Quizá sea el precio que se paga por caminar sobre el abismo de la escritura y dejarse caer; es decir, por jugar con fuego, quemarse completamente y, en vez de morir, salir purificado del incendio.



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18 de diciembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Un hoax a la checa

The Thi Hong Nhung, la chica que se hizo pasar por Pham Thi Lan en un video clip. Fuente: vietnam.netJan Cempirek, el autor de la broma. Fuente: vietnam.net La novela White Horse, Gold Dragon escrita por una joven vietnamita de 19 años radicada en República Checa, Pham Thi Lan, donde cuenta la tragedia del exilio, ganó un prestigioso premio en República Checa, fue el orgullo de los vietnamitas emigrados y conmovió tanto a los checos que se convirtió en un rápido bestseller. Pero los periodistos no se tragaron la broma y buscaron a la misteriosa e inubicable (salvo en videos) Pham Thi Lan. Al final, todo fue un hoax, una broma, una burla o una estafa, mejor, del escritor checo Jan Cempirek. Así lo cuenta la web Periodistas en Español:El oscuro escritor Jan Cempirek, de 40 años y natural de Bohemia del Sur, que tiene dos novelas publicadas desdeñadas por la crítica, termina en marzo de 2008 la novela Caballo blanco, dragón amarillo, escrita en primera persona por una joven vietnamita salida de una familia de las muchas que, en los años 80 del siglo pasado, emigraron a una Checoslovaquia que buscaba mano de obra barata. La firma con un nombre inventado y empieza a buscar editor. Como no lo consigue, en diciembre decide enviarla al premio anual del Club del Libro, perteneciente al grupo Bertelsmann, con la firma de Lan Pham Thi (un nombre elegido al azar en Internet) y en marzo de 2009 le comunican que es la ganadora, a pesar de que ni alcanzaba las 150 páginas que figuran en las bases del concurso. A partir de ese momento Cempirek monta una rocambolesca historia con la supuesta autora como protagonista, sin descuidar los detalle: él se convierte en ?el mensajero? de la chica que es hija del propietario de una restaurante vietnamita de la localidad de Budejovice (restaurante que realmente existió y cerró sus puertas en 2008), ha crecido allí y ahora estudia ciencias del medio ambiente en la universidad de Kuala Lumpur, en Malasia. Crea un correo electrónico y abre un blog desde los que Lan Pham Thi contesta a las preguntas de periodistas y lectores. Como el premio incluye también un contrato para la publicación del libro la editorial envía supuestamente el contrato a la capital malasia, por correo, aunque no llega más lejos de Budejovice. Lo reenvía, firmado, desde Kuala Lumpur, un amigo de Cempirek que se encuentra allí de vacaciones. El Club del Libro tiene organizada la ceremonia de entrega del premio para septiembre y anuncia que el acto contará con la presencia de la autora. A última hora tiene que conformarse con exhibir un vídeo en el que un plano medio de Lan Pham Thi (la novia vietnamita de otro amigo del escritor, residente en Australia) se excusa por no poder acudir (los exámenes) y da las gracias al jurado (escritores y personalidades varias). Jan Cempirek ingresa en su cuenta bancaria el cheque de 50.000 coronas checas (2.000 euros), aunque se queda solo con las 10.000 necesarias para pagar los impuestos correspondientes al premio y envía el resto a la Asociación Vietnamita para la Literatura y el Arte, que lo ha destinado a la elaboración de un diccionario checo-vietnamita. ?Recibimos 40.000 coronas de un donante desconocido?, ha confirmado el presidente, Nguyen Quyek Tien. Hace un mes Cempirek, que ya se sentía demasiado acorralado, confesó la trama a un realizador de televisión quien, al saberlo, se negó a secundar su idea de hacer un documental sobre el asunto diciéndole que todo parecía una mala broma de estudiantes. La editorial está furiosa pero el libro ha sido el best-seller del otoño. El Club del Libro ha ofrecido a Cempirek un contrato, ahora sí con su nombre. El se desahoga: ?Es un libro muy banal, nada importante, una visión esquemática, en blanco y negro, del mundo. Reúne todos los lugares comunes de lo que los checos piensan de los emigrantes vietnamitas: que solo viven para el trabajo, que no hacen nada por ?integrarse?, que no consiguen ni siquiera aprender nuestra lengua?Todo ello aderezado con unas cuantas palabras vietnamitas, algunos tacos y una leyenda auténtica sobre un dragón. El mosaico que aparece en la foto de la portada está en el suelo del restaurante que me inspiró la historia. Solo quería probar el esnobismo de la clase literaria checa ante un relato tan ?exótico? como el de la penosa vida de una niña emigrante vietnamita?. Y parece que lo ha conseguido. Suerte que no estamos en la Checoslovaquia de los años 50 y Cempirek no es el Ludvik de la novela de Kundera, al que una broma le costó más de media vida fracasada. Muy bien, un hoax simplemente. Pero ¿se acuerdan de JT Leroy? ¿Se acuerdan cómo se deprimió todo el mundo con la broma-estafa? Sin embargo, a Cempirek le ha ido mejor entre los checos estafados que a JT con sus estafados norteamericanos. Dice una nota en Vietnam.net:Hong Nhung told Denik that in her opinion, this book cannot be written by a young girl and that after this truth was unveiled, she was teased by her schoolmates. However, she said she doesn?t hate Cempirek because this writer has helped Czech people to understand more about the community of Vietnamese. (...) Bui Thuy Linh, 37, a businesswoman in Kladno, said: ?I read an article introducing this novel on an online Vietnamese newspaper here. If the author is a Vietnamese, it is of course a matter of pride for the community of Vietnamese here. But if the author is a native Czech, I still love him because he dared to reflect the society and partly defend Vietnamese people. I regret that I can?t read the book in the Czech language to understand the story thoroughly. But I bought the book for my kids and my Czech staffs?. Another Vietnamese businessman named Chu Tien Thanh told iDnes newspaper that he read the book twice and likes it very much. He doesn?t care who is the author of that book. He said he saw part of himself in the book. Also to iDnes, Marcel Winter, Chairman of the Vietnam-Czech Friendship Association, said: ?It was a mistake for the author to hide himself behinds a Vietnamese name but it is helpful for the Vietnamese community? I thank Jan Cempirek for his alias of Pham Thi Lan and the winning book ?White Horse, Yellow Dragon,? though I regret his lie to the organizing board.? ?Many Czech people have sympathized with the pains of Vietnamese. According to the law here, they have the duties to pay tax and insurance? but they don?t have any benefits. They are always the targets for envy and discrimination. They work hard and their children have good achievements at school. The book is helps Czech society to get nearer to the Vietnamese community,? Winter said. Dinh Quoc Hoi, who is living in Prague, wrote: ?This book is very famous in the Czech Republic. It has told the Czechs about the pains Vietnamese feel when they suffer discrimination. In the last two weeks, two clothing shops owned by Vietnamese in Ostrave were burnt by extremists?.



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18 de diciembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Cápsula del tiempo española

Contenido de la cápsula del tiempo. Fuente: la vanguardia. Otra mala noticia para los antropólogos literarios, de inusitado éxito reciente en España. La "cápsula de tiempo" guardada debajo del monumento a Miguel de Cervantes ha sido abierta al fin. Encontraron un ejemplar en cuatro tomos de El Quijote de la Mancha de 1819 y un Estatuto Real. Es decir, ni siquiera una primera edición. Pero, eso sí, la caja está en perfecto estado de conservación. Aburrido. Dice la nota:Cuatro tomos de El Quijote del año 1819 y un ejemplar del Estatuto Real para las Cortes del Reino de 1834 son algunos de los documentos que, en buen estado de conservación, contiene la "cápsula del tiempo" hallada bajo la estatua de Miguel de Cervantes, frente al Congreso de los Diputados. La urna, un cofre de plomo herméticamente sellado, fue abierta ayer en el Museo Arqueológico Regional (MAR) de Alcalá de Henares y su contenido ha sido presentado hoy a los medios de comunicación por el vicepresidente y consejero de Cultura y Deporte de la Comunidad de Madrid, Ignacio González.Los objetos encontrados en el interior de la urna, algunos de ellos aún sin identificar, se encuentran en un "extraordinario estado de conservación", ha resaltado González, al estar sellada e impregnados los documentos con una especie de insecticida, lo que la convierte en "uno de los hallazgos más importantes de urnas de esta naturaleza".La misma, colocada en el lugar donde ha sido hallada en 1834, contiene también un Diario de Aviso de Madrid de ese mismo año, que envuelve un libro calendario manual y guías de forasteros, editado en la Imprenta Real y que es una "fuente inestimable para conocer la organización administrativa y política" de la época al ser una "guía de carácter oficial".Un libro de vida del General Mina, guerrillero español que luchó en la guerra de la Independencia y fue fusilado en 1817 en México; un manuscrito, algo más deteriorado; un libro sobre la vida de Cervantes y ocho paquetes pequeños, que previsiblemente son monedas de la época, son otros objetos que contiene la urna



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18 de diciembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Extraño homenaje a Ribeyro

El gran Julio Ramón Ribeyro ríe después de leer su cuento post-mortem titulado "Homenaje en Riva Agüero". Foto. Caretas Cuando he ido a Congresos Internacionales fuera del país hay un denominador común: todos los escritores me preguntan por Julio Ramón Ribeyro. Ribeyro tiene una fama cabalgante fuera del Perú, es un escritor de culto, el autor que todos se precian de haberlo leído. Si Vargas Llosa o Bryce Echenique son los referentes obligados, el caso de Ribeyro es distinto: a él se le admira, se le cuida, se comparte entre buenos lectores. Y yo, debo decir, me siento tremendamente orgulloso no por ser peruano sino por ser "ribeyriano" a carta cabal. Por eso, me da pena enterarme en la revista CARETAS de un extraño homenaje que se le hizo en el Instituto Rivaguero de la PUCP donde participaron Alonso Alegría, Jorge Valenzuela y Richard Cacchionne. El sobrino de Ribeyro, Juan Ramón, comenta la cantidad de desatinos que se dijeron esa noche. Por ejemplo:"El profesor Jorge Valenzuela, a través del cuento "Junta de Acreedores" trató de demostrar que Ribeyro es autor del fracaso, y que a pesar de estar considerado como neorrealista no lo es, ya que a diferencia de los representantes de esta tendencia que se solidarizan con los personajes, Ribeyro los despoja de toda su humanidad y los degradaba con sarcasmo.En primer lugar, habría que dudar del método de crítica que expulsa ideas generales luego de la lectura de un solo cuento, más aún de un autor tan prolífico como Ribeyro. En segundo lugar, ¿de dónde sacará valenzuela aquella norma según la cual el "Neorrealismo" implica que el autor o narrador se solidarice con sus personajes? ¿Eso sucede siempre? Primera noticia. Quizá ha visto demasiado Ladrón de bicicleta de Vitorio de Sica. Pero el neorrealismo tiene demasiadas aristas. Por otra parte, creo que ya es tiempo de sacarse de la cabeza aquello de que Ribeyro es un escritor "sobre el fracaso". ¿Realmente fracasan todos sus personajes? Yo creo que no. Hay varios aprendizajes en la obra de Ribeyro. Cuentos vitales como "Al pie del acantilado" o "Silvio en el Rosedal" permiten una lectura diferente. Quizá el hecho de que la antología se llame La palabra del mudo (título impuesto por el editor Milla Batres, según supe) manipule la lectura. Cuentos de circustancias, otro de los títulos que usó Ribeyro, me parece más acertado para definir su obra.La exposición de Richard Cacchionne es resumida por Juan Ramón así:[...] dijo que el autor provenía de una familia oligárqueica y por ello tenía un pensamiento retrógrado del siglo XIX, racista y que pensaba mal del indígena.Sin palabras. Intentar explicar por el pasado familiar de un autor la ideología de la obra es un error gravísimo. Llamar "racista" a Ribeyro por exponer, justamente, con enorme acierto y solvencia el racismo de la sociedad peruana (en cuentos como "Alienación" o "De color modesto") es una equivocación horrorosa. Es confundir al mensajero con el mensaje. Lo mismo podría decirse, al leer "El marqués y los gavilanes", que Ribeyro al ridiculizar al "oligarca" como un demente que no puede ver la realidas es racista contra los blancos. Y aunque la crítica lanzó por ahí una frase célebre ("Ribeyro es nuestro mejor escritor del siglo XIX") esa frase es infortunada. Ribeyro es un escritor muy bien afiatado a su siglo. Y no solo por sus cuentos sino por sus insuperables Prosas Apátridas o sus Diarios, dos aspectos de sus obras, al parecer, lamentablemente soslayados por los comentaristas. Las reflexiones en sus prosas y diarios son las de un hombre que observa el siglo XX como un siglo en decadencia, no la de un decimonónico positivista entusiasmado con el progreso. Pero sobre todo el radical escepticismo de Ribeyro es una característica notable de la mejor literatura del XX; por lo demás, ese escepticismo riega todos sus textos como el gran unificador (más que el fracaso). Cuentos sobre el absurdo como "La insignia" o cuentos con técnicas literarias como "Carrusel" solo pueden inscribirse post-Kafka o post-Joyce. ¿Ribeyro un autor del siglo XIX? ¡Bah!La parte más extensa del artículo se refiere a las palabras, también desafortunadas, de Alonso Alegría (quien escribe una columna respecto al tema hoy en Perú21). Resume así Juan Ramón lo que dijo el dramaturgo:Alonso Alegría comenzó su ponencia [...] diciendo que ningún narrador puede hacer buen teatro ya que, para escribir una obra de este género había que ser dramaturgo, y en consecuencia las dos obras de Ribeyro Atusparia y Santiago el pajarero carecían de valor. esbozó luego una feroz crítica contra Ribeyro porque se regodea con el fracaso [...] Respecto a su actuación política dijo que hizo lobby por Alan García para defenderlo por la matanza de los penales y que tuvo una posición ambivalente respecto de su amigo Vargas Llosa. Finalmente, vaticinó que como el país iba saliendo de la crisis y el fracaso iba dejando de ser parte de la idiosincracia del país, en los próximos años ya nadie leería a Ribeyro.En primer lugar, me parece un desatino recordar -para menospreciar su obra literaria- la actitud política de Julio Ramón Ribeyro durante los años de Alan García, en que fue funcionario. Coincidentemente, un enemigo declarado de Alonso Alegría, el maoísta Miguel Gutiérrez, usó la misma estrategia en Un mundo dividido. Parece que, en el Perú resentido, envidioso y chismosón, a la hora de contar chismes mal contados no existen banderas políticas. Ciertamente, Ribeyro y Vargas Llosa tuvieron diferencias (están expuestas en las memorias de Vargas Llosa El Pez en el agua) pero sé que las solucionaron en privado, como debe ser. Alegría quiere "ponerse" extemporáneamente del lado de Vargas Llosa, a quien califica de "amigo". ¿Con qué sentido? ¿Qué necesidad hay de airear ese tema en un homenaje a un narrador extraordinario en su aniversario? Si Vargas Llosa y no Alonso Alegría hubiera estado presente, por respeto y admiración a un escritor notable, jamás lo hubiera expuesto de una manera tan arbitraria y descontextualizada. En segundo lugar, Alonso Alegría está desde hace años en una campaña personal para quedar como el único dramaturgo importante del Perú. Decir que Ribeyro es un mal dramaturgo (y vamos a pasar por alto la inferencia difícilmente defendible "ningún narrador puede ser buen dramaturgo") es como decir que Usaín Bolt, campeón plusmarquista de 100 metros planos, nunca ha ganado una medalla en Salto Alto. Lo que está en discusión es su marca mundial, no su salto alto. Lo que se discute en Ribeyro es la calidad de su obra, sin necesidad de diseccionarla. Posiblemente, las obras dramáticas no estén a la altura de sus cuentos y sus prosas. Cierto. Pero eso no significa nada en el contexto de una obra solida y compacta. Y mucho menos, puede decirse que "no tienen valor" porque cuando un autor es tan complejo y sofisticado como Julio Ramón Ribeyro todas las obras contribuyen a la comprensión de su summa literaria. Ribeyro (y quizá eso le duela mucho a Alegría) no es el autor de una sola obra celebrada, sino de una Obra Total que incluye distintos géneros, entre ellos la dramaturgia. Desdeñar su obra dramática es perder el objetivo, que es la lectura global de su obra. Resaltar la menor calidad dramática de un narrador espléndido como Ribeyro en su homenaje solo puede ser provocado por la envidia o mala leche.Pero lo que sí resulta aún más lamentable es aquella conclusión pitonisa de que en el futuro "nadie leerá a Ribeyro" en el Perú. Hay que ser muy negligente para mandarse con una frase de oráculo sobre el siempre imprevisible destino literario de un autor. Pero sustentar esa especulación bajo una teoría "sociológica" es, ya, una falta de respeto. ¿Realmente cree Alonso Alegría que el Perú es un país optimista, donde el fracaso no existe? ¿Realmente lo cree ad-portas de un proceso electoral donde la hija de Fujimori tiene un alto porcentaje de votación solo por el apellido? ¿Un país optimista es el que produce los sucesos de Bagua? Si Alonso Alegría se ha dejado llevar por las mini-series sobre bandas de cumbias que salen del fracaso y luego se compran camionetas 4x4, o si cree las estadísticas sobre el "milagro peruano" es su problema. Pero el Perú es un país complicado, dividido, desintegrado, inurbano, sin instituciones, racista y, encima, con un gran desprecio a la cultura. Un país donde cada uno jala agua para su molino, donde cada día descubrimos un escándalo político nuevo, donde todos los días nos enteramos de miserias humanas en familias de todas las condiciones sociales, desde violaciones a menores, líos por herencias familiares, jubilados sin pensiones, asesinatos selectivos que incluyen el matricidio. ¿Ese es el país que va dejando de creer en el fracaso? Incluso si así lo fuera, como acota bien Juan Ramón, nadie podría asegurar que se dejaría de leer a Ribeyro, como no se ha dejado de leer a Chejov, Kafka o a Dostoievski. O como lo demuestra la obra Millenium de Larsson, ubicada en la utópica Suecia "sin fracasados". Pero sucede, justamente, que no es así. El Perú sigue siendo el país que retrató con lucidez Julio Ramón Ribeyro. Y más allá del Perú, los seres humanos seguimos siendo esos proyectos fallidos, esos personajes tentados por el fracaso, de sus prosas. Por eso se lee cada vez más a Ribeyro no solo en el Perú sino en el exterior. Porque Ribeyro tocó una fibra humana a la que pocos autores acceden. Porque Ribeyro, incluso en sus obras menores como las dramáticas, era un autor consciente de que la verdadera tragedia del ser humano no radica solo en su entorno sino en sí mismo.Y como prueba final de que Alonso Alegría está equivocado pongo este homenaje. ¿Acaso no es un perfecto cuento de Ribeyro el convocar a tres peruanos incapaces de entender la obra de Julio Ramón Ribeyro para hablar, justamente, de las bondades de un autor complejo como Julio Ramón Ribeyro? Este es el cuento post-morten que debería sellar la exitosa reedición, por Seix Barral Perú, de La palabra del mudo (el libro más vendido de la feria Ricardo Palma, además, y el que salvó al stand de Planeta, como para darle la contra al Perú triunfalista que no lee a Ribeyro que imagina Alonso Alegría). Julio Ramón debe estarse riendo desde las alturas. Las alturas no del cielo donde debería morar sino de su enormísimo talento, por cierto.



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17 de diciembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Barthes por Christopher Domínguez Michael

Roland Barthes. Fuente: daily value Diario de duelo, el libro de notas de Roland Barthes redactadas durante la muerte de su madre, le permite al crítico mexicano Christopher Domínguez Michael hacer un repaso personal, para Letras Libres, sobre lo que le gusta y no le gusta de Barthes, además de la reseña del libro. les dejo unos párrafos que podrían resumir cada uno de los tres ítems:Lo que le gusta:"Me gusta el paladín de la lectura y de sus placeres minuciosos. Barthes, en el fondo (lo dice Antoine Compagnon), hablando de ?escritura? dio la batalla por el estilo y en ese sentido nadie menos actual que él. Pero hay otra cosa que me gusta, relacionada con mi propia biografía, en la que está casi ausente la vida como alumno en un salón de clases. Leyendo, sobre todo, las magníficas ediciones de los tres seminarios de 1976-1980 que Barthes dejó inéditos (Cómo vivir juntos, Lo neutro, La preparación de la novela) me admira la devoción con que preparaba sus conferencias, la función amorosa del preceptor, el conocimiento de la retórica de los antiguos, la construcción minuciosa de una verdadera lección magistral en cada clase. La mitología que él mismo divulgó del seminario como falansterio es efectiva, y uno colocaría, ese sitio, en el mapa imaginario del siglo pasado, de la misma manera en que Barthes soñaba con una mesa donde habrían coincidido Mallarmé, Freud y Marx. [...] En Fragmentos de un discurso amoroso (1977) o en Incidentes (1987), su memoria póstuma, y de manera clarísima en los seminarios publicados en esta década, Barthes construye otra imagen, más fascinante aún que la del profeta de lo nuevo: la del responsable funcionario que, feliz en el cumplimiento de su deber, desteje de noche a la vanguardia que tejió de día y se refugia, voluptuoso, en las Memorias de ultratumba. Hace veintiséis años, apenas muerto, un partidario de Barthes, Jonathan Culler, perdió la paciencia y en su monografía (Roland Barthes, 1983) no ocultaba su decepción ante el radical que se volvió respetable, el autor nada muerto y bien vivo que termina encarnando los valores literarios que se supone había negado: el amor por la lengua francesa y la tirria contra quienes la corrompen en la radio y en la televisión, el cultivo de la frase redonda y la transgresión de la transgresión, el sentimentalismo, etcétera [...] Susan Sontag, al escribir su elogio fúnebre, dijo lo esencial: lector de Gide (siempre joven, siempre maduro) y, sobre todo, lector del Diario gideano, Barthes fue un esteta, uno de los estetas más completos (eso lo agrego yo) en la historia de la literatura.6 Más esteta de lo que pudo ser Gide, atemorizado por su conciencia protestante (moralismo o inmoralismo, he allí el dilema) a un grado que Barthes (de origen protestante también) jamás conoció ni le interesó conocer: para eso había estado Sartre. Pongo un ejemplo de suma hazaña de esteta: El imperio de los signos (1970), su libro sobre el Japón. Más allá de lo mucho o poco que haya de realidad en la interpretación, importa el arrebato consecuente del esteta que hace de su ignorancia total de la lengua japonesa una fuente de verdad novelesca y configura una realidad aparte, autosuficiente, legible, una obra maestra del exotismo como nadie la escribió en los años de la decadencia finisecular decimonónica."Lo que no le gusta"Quizá pueda explicarme con Sade, Fourier, Loyola (1971), donde están algunas de las mejores páginas que se han escrito sobre el marqués pero donde impera la falla moral del esteta que lastima, a mis puritanos ojos, su herencia. Las vistosas piruetas de esteta logradas por Barthes para no dar una sola opinión ética sobre el mundo sadiano contrastan con el esfuerzo abismal que ante esa misma obra hicieron, por ejemplo, Albert Camus y Octavio Paz. Barthes, en ese equívoco sentido, fue el mejor discípulo del Nietzsche más relativista, aquel que nos ofreció el regalo envenenado de la interpretación permanente. En algunos sentidos, prefiero la algarabía un tanto pomposa (a fuer de sincera) y cursi con que Barthes celebra la escritura a la frígida insolencia de Bataille y Blanchot. Pero voto por Bataille (y hasta por Simone de Beauvoir) ante Sade: tolero poco que se hable de él sin descubrirse ante el problema del Mal. Esa insolente frialdad de esteta, esa pedantería suprema, queda clara, también, en el viaje a China de la primavera de 1974, en el que Barthes acompaña a la plana mayor de Tel Quel a una excursión celebratoria en uno de los momentos más terribles de la Revolución Cultural. Apolítico de corazón y, sobre todo, buen amigo, Barthes se niega a decir gran cosa de un país que le ha parecido nauseabundo y sale bien librado, gracias a la oportunidad de la omisión, del patético chasco del maoísmo francés. Decepciona a los periodistas y al proletariado intelectual, quienes esperan de él una segunda parte de El imperio de los signos, alguna explicación semiótica del reino del Gran Timonel, ignorante de que es poco factible que quien ama Japón ame a China. Pero años después, en una nota de Lo neutro, explica Barthes, despectivo como un Des Esseintes, que lo que el vio durante la Revolución Cultural, la campaña anticonfuciana, se explicaba gracias a la vieja oposición binaria que separa la fijeza del movimiento, a Platón de Aristóteles, a Confucio de Lao Tse. Lo demás, miles y miles de muertos y la destrucción de la intelectualidad china, ¿por qué habría de importarle al gran mandarín venido de París?"Diario de duelo"En la vida de Barthes, su madre ?Henriette Barthes? es una figura capital. Muerta el 25 de octubre de 1977, desencadenaba, según Barthes, una nueva madurez, una vita nuova que lo transformaría en otra cosa, en un novelista quizá. De hecho, Diario de duelo es un libro redundante: lo propiamente literario que Barthes tenía que decir de su madre está en La cámara lúcida (1980), su primer e involuntario libro póstumo, una encantadora e inteligente reflexión sobre la fotografía, un álbum de fotos escrito de manera vicaria una vez que Barthes, acompañado de su medio hermano Michel Salzedo (su otro S/Z), pasó por la ceremonia impía de revolver los papeles de su madre. Logró Barthes duplicar metafóricamente la muerte de la madre de Proust y convertir a Henriette en un buen personaje-fantasma. Sedimento de otra obra, el Diario de duelo queda implicado en los abusos de confianza propios del aforismo y su cauda de despropósitos mandatados por el estilo, que en Barthes, caray, siempre impera: pareciera que si nunca se permitió escribir mal una frase, ni en el más perezoso de sus proyectos de seminario, las fichas dedicadas tendrían que ser eficaces, bellas y sinceras. Creía Barthes en la sinceridad de la introspección y habría disfrutado de una memoria gemela a la suya, la de C.S. Lewis, sobre su amada muerta: Una pena en observación (1961). El Diario de duelo, finalmente, arroja mucha luz sobre la naturaleza autobiográfica de Fragmentos de un discurso amoroso y sobre toda la parafernalia despersonalizante de Roland Barthes por Roland Barthes: quien predicó la muerte del autor fue un escritor confesional en la línea de Montaigne, Rousseau, Amiel y Gide. Su época ?de la que es autor y víctima? lo obligó a un sacrificio estético y escondió su yo sólo hasta que su madre murió: esa, y no la publicidad de su homosexualismo que le pedía su no amigo Foucault, fue su salida del clóset. Me encanta en Barthes su lado, quién lo dijera, Cyril Connolly, autor al que probablemente ignoraba o despreciaba: Roland Barthes por Roland Barthes, Fragmentos de un discurso amoroso, Diario de duelo, tantas páginas de los seminarios póstumos, se parecen más, mucho más, con todo y sus ínfulas teoréticas, a los libros del crítico inglés (Enemigos de la promesa, La tumba sin sosiego) que a las obras de Gérard Genette o de Deleuze o a las novelas de Sollers. A Barthes, como a Connolly, verdaderamente le importaban las condiciones materiales en que transcurre la vida del escritor, sus alimentos terrestres: qué come, qué lee, cómo ordena su escritorio y su biblioteca, cómo funciona la red de sus amigos, cómo vive la separación de los amantes y de qué manera llora la muerte de su madre."



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15 de diciembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Fama en Argentina

Daniel Kehlmann. Foto: ©Sven Paustian.No solo en España la novela Fama de Daniel Kehlmann, editada por Anagrama, ha recibido especial atención. También en Argentina ha sido la novela más comentada del fin de semana pasado. La reseña en el ADN Cultura dice: Luego del gran éxito internacional de La medición del mundo, Daniel Kehlmann (Múnich, 1975) publica una colección de nueve relatos que, en conjunto, conforman una novela sin protagonista en la que se impugna irónicamente la obsesión por la celebridad, la intromisión de lo público en lo privado y la peligrosa dependencia de la nueva tecnología telefónica e informática [...] Además de la forzada coincidencia de que el teléfono celular facilita, en buena medida, la resolución de los relatos, Fama, asumiendo su condición de novela sin protagonista, ensaya una especie de comunidad narrativa que se une a partir de la voz omnisciente del autor, identificable en la enunciación de cada uno de los cuentos. Interviene sobre todo en "Rosalie va a morir", pero, como un extraño deus ex machina, su ubicua presencia acecha en todos los otros relatos a través de pequeñas dosis de conciencia acerca del acto de narrar y de los muchos giros imprevistos de las tramas. Fama se convierte en un friso malicioso que reinventa con acidez la sociedad de los falsos éxitos, de las celebridades instantáneas o transitorias y profundiza en el caos de la interacción voraz de lo público y lo privado. El punto de contacto entre los cuentos es un difuso instante de fuga, de desaparición, en el que la vorágine de lo verdadero y la de lo ficticio se cruza. Una especie de limbo entre la mentira y la verdad, entre la intrascendencia y la notoriedad, entre el yo y el otro.Mientras tanto, en el suplemento Radar Libros de Página12 Juan Pablo Bertazza recuerda una anécdota genial de Charles Chaplin para comentar a Kehlmann:En el apogeo de su fama, Charles Chaplin tuvo un adelanto de lo que serían los tiempos (pos)modernos: durante la primera década del siglo XX, en San Francisco, se anotó en un concurso de imitadores de... Charles Chaplin. No le podría haber ido peor; quedó eliminado en la primera ronda y los jueces aseguraron que era desastrosamente malo imitando a Chaplin. La verdad resguardándose en los vericuetos laberínticos de la impostura, la identidad partida en los múltiples pedazos de un narcisismo sin límites. Los tiempos (pos)modernos son el gran tema de Fama, libro de cuentos del joven alemán Daniel Kehlmann, autor de La medición del mundo, la novela más vendida en lengua alemana desde El perfume de Patrick Süskind. [...] el intercambio de personas en su más amplio sentido es figurita repetida en esta serie de relatos. Infinitos dobles que están en los otros pero a los que uno mismo les da cierta autorización. Como un Borges menos agudo, menos profundo pero más vital y contemporáneo, Kehlmann logra retratar a la perfección el instante en que alguien comienza a mirarse desde afuera. Cabe criticarle a Fama el hecho de fundirse innecesariamente con su objeto; en ese afán de hablar de la posmodernidad muchos de sus cuentos terminan siendo algo ligeros, evanescentes, mal terminados, aun cuando las ideas que los generan sean muy buenas. Lo mismo podría decirse de algunos lugares comunes, como el hecho de crear diálogos entre autor y personajes, algo que después de Niebla parece inaudito. Sin embargo, ese trillado recurso empleado en el cuento ?Rosalie va a morir? suma suspenso a la tragedia: una enferma de cáncer decide viajar a Suiza para que le apliquen la eutanasia en un instituto privado, y tiene que ponerse a escuchar las razones por las que es más barato sacar al mismo tiempo pasaje de ida y pasaje de vuelta. Por otro lado, como buen alemán metódico hasta la médula, las conclusiones que va sacando el autor a partir de sus relatos son más que interesantes. Ya sea sobre la identidad: ?Una persona quiere ser muchas cosas. Quiere varias vidas. Pero sólo de forma superficial, no en lo profundo. La aspiración última es ser uno. Con uno mismo; con todo?; ya sea sobre estos tiempos (pos)modernos en que se convive con la sensación de que todo puede derrumbarse: ?los momentos así eran raros y había que tener mucho cuidado con ellos. Un movimiento en falso y uno ya no encontraba el camino de vuelta, y la vieja existencia se desvanecía y no volvía nunca más?. Inacabado, liviano, entretenido y lúcido, Fama habla de lo que cabe esperar cuando el futuro llegó y nadie sabe quién es.



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15 de diciembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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El año Copi

Copi, escritor y caricaturista. Fuente: magicasruinas Señoras y señores, uds. que están atentos siempre a las novedades. Ya fue César Aira. Ya fue Marosa di Giorgio. Ya fue Mario Levrero. Ahora se viene el Año Copi. Anagrama editará en marzo, en un solo tomo, todas las obras narrativas de ese "argentino de París", como lo llama el editor en sus recientes memorias El optimismo de la voluntad (FCE), dentro de su ciclo Los 40 de Anagrama editados por Página12 a solo 9 pesos por libro. Por otra parte, la editorial argentina El cuenco de plata ha recuperado una novela -no sin líos con los herederos, que la consideran una "obra menor"- nunca antes editada en castellano (Copi escribía originalmente en francés) titulada La ciudad de las ratas (1979) y se viene una próxima publicación: La guerra de los putos. En el diario Clarín, Diego Manso escribe un extenso documento biográfico de Copi al que califica como "El hombre del subsuelo". Nacido en 1939, muerto en 1987. Un autor tan blanco "que parecía un copito de nieve", apenas conocido en Argentina por las ediciones de Anagrama, con obras dramáticas prohibidas por el peronismo, admirado por autores de culto como César Aira o Enrique Vila Matas, muerto por el VIH. Dice Manso:César Aira escribe que Copi es el autor que la escena gay necesitó "para volverse drama, novela, mundo; para volverse alma, mónada; para expresar 'el mejor de los mundos posibles', el mejor por ser real". De El baile de la locas, su obra maestra, son algunas de las escenas de amor entre dos hombres más bellas, y por eso revulsivas, que se han escrito jamás; sin embargo, la homosexualidad nunca deviene tema específico, en tanto se la presenta como opción de un universo plurisexual, en crisis de identidad constante, donde las diferencias entre los sexos son zonas de blureado, degradé infinito donde los cuerpos asumen complejas instancias de representación. "Yo no tengo mundo homosexual, nadie tiene mundo homosexual", proclamaba Copi. "Existe en el cuadro de Villa Devoto, a ese nivel sí existe porque en el cuadro de al lado son homosexuales, en el otro son heterosexuales, en el otro son animales; del otro lado son políticos. Pero es una separación arbitraria del sistema carcelario argentino; si no, toda esa gente estaría junta y sería igual". En esa línea, su versión de Evita es la de una timadora profesional en clave travesti que, para huir de su madre y de Perón, se inventa un cáncer e intercambia identidad con su enfermera, a la que al rato asesinará en contubernio con su dama de compañía, para escapar definitivamente del panteón populista que la aguarda. Susana Rosano explica que la Eva Perón de Copi "parece postular que la representación de la mujer es una mentira" mientras se abre "a la posibilidad permanente de que las cosas no sean lo que parecen, o que parezcan otra cosa diferente de lo que son, lo femenino se encuentra sobreactuado en el travestismo", como también sucede En el baile..., donde el amante latino del Copi-narrador (portador de un ombligo capaz de recibir penetraciones de toda laya) se somete a cien mil afeites y manipulaciones para devenir mujer y procrear con una mujer. A La ciudad de las ratas le seguirá, en marzo, una nueva traducción de La guerra de los putos y, más adelante, un volumen recopilatorio de piezas teatrales hasta hoy inéditas en español. Con eso, se dará por cerrado el corpus de Copi en nuestro idioma, a no ser que la familia Damonte Botana cuente todavía con algún texto inédito. Bonito momento, entonces, para que Copi salga a pasear un rato fuera de la carrera de Letras; sus nuevos lectores se encontrarán con ese "realismo de la felicidad" que postuló Aira, "del cual el arte es garantía". Eso sí, a no engañarse, ¿quién dijo que la felicidad es un hermoso futón donde reposar sin sufrir escarnio alguno?Por su parte, para el suplemento Ñ, reproducido en su blog, Daniel Link dice expléndidamente sobre Copi:Por muchas razones, La ciudad de las ratas, la novela de Copi que Edgardo Russo acaba de arrancar del olvido en la que se la tenía para la editorial El Cuenco de Plata, es una pieza decisiva para comprender ese rompecabezas llamado Copi y, sobre todo, el enigma argentino. La novela es un largo relato epistolar enviado por Gouri a su maestro Copi, convalesciente, informándole de sus peripecias ratoniles, acompañado de su amigo Rakä (rajá, gurí: no puede haber un juego de lenguaje más argentino y, por lo tanto, una forma de vida más autóctona que la que presenta La ciudad de las ratas). Rakä, que conoce ?mejor el mundo y sus costumbres? que el sabio Copi, le ha descripto en detalle a Gouri ?las cataratas del Iguazú, el estrecho de Magallanes y el delta del Amazonas, que son, como todos sabemos, las tres maravillas naturales de este mundo?. En la perspectiva de esa rata de París, Argentina es un intervalo geográfico comprendido entre dos de las maravillas naturales del mundo.Toda la obra de Copi no hace sino desarrollar hasta la exasperación ese carácter natural-maravilloso que le viene de acá. Además, tratándose de un relato contado por una rata y que tiene a las ratas como protagonistas absolutas de esa ciudad de un universo paralelo, la novela introduce un tema que asoma aquí y allí en el teatro de Copi (Loretta Strong, La torre de la defensa) como postulación de una radical colocación respecto de esos otros absolutos que son las ratas en nuestra cultura (en la mitología hindú, por el contrario, la rata es el vehículo del dios-elefante Ganesha y en el horóscopo chino, se sabe, las características de la rata son la creatividad, la honestidad, la generosidad, la ambición, el despilfarro, la fertilidad, todos los rasgos que se podrían aplicar sin titubeo a la imaginación de Copi). Copi sabe que la rata es la víctima privilegiada de las fantasías de exterminio de los seres humanos, un ?otro? radical respecto del cual se sostienen las más extravagantes hipótesis para justificar el maltrato, la segregación, la matanza y la algarabía por la destrucción del otro, y por eso las elige como voz y como tema. En La ciudad de las ratas, Copi hace que los roedores visiten al Dios de los hombres en la Sainte-Chapelle, quien, arrepentido por haber dejado libres a los seres humanos tras la expulsión del Paraíso, no puede ayudarlos. La capilla explota, el Dios de los hombres asciende a los cielos y el Diablo de las ratas, que ocupa su lugar, les ordena fundar una ciudad donde puedan convivir en paz ambas especies. Las ratas, revolucionarias como la obra de Copi, liberan a los presos y organizan una orgía en la que personas y ratas toman parte por igual.Por supuesto, no se trata de una novela fácil de normalizar y tal vez eso explique la reticencia de los herederos de Copi para darla a traducir: las ratas representan un umbral más allá del cual no parece haber más escándalo (asco, o terror) posible. El genio de Copi siempre fue consciente de esos umbrales, que cruzó sin titubeo alguno, porque le interesaba desencadenar una antropología radicalmente nueva. Muchos fans de Copi piensan que la literatura de Aira, esa incandescencia natural-maravillosa argentina, no es sino ?Copi pasteurizado?. Invirtiendo el aserto, podría decirse que La ciudad de las ratas no es sino ?Aira sin pasteurizar?, un llamamiento a la reconstrucción del mundo, la cruzada de las ratas. Así que, muchachos, mientras esperamos estas reediciones vayamos a buscar en las librerías de viejo, en los cajones de saldo, y en todo sitio donde se venden libros por kilo, las obras de Copi editadas por Anagrama que están regadas por ahí. Y si el próximo año les hablan de Copi y ponen cara de que no lo conocen, no le echen la culpa a su querido Moleskine, por si acaso.



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15 de diciembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Josefina Ludmer en Página12

Carátula de Página12. Fuente: página12 La estupenda crítica argentina Josefina Ludmer ha publicado una nueva edición de una de sus obras principales: Onetti. Los procesos de construcción del relato, editada originalmente en 1977 A partir de la reedición, Silvina Friera la entrevistó ayer ("tan liviana que cuando camina, ligerito, del living a la cocina, parece que flotara apenas unos centímetros por encima del suelo" dice de ella) en Página12 desde donde reclama: "La literatura perdió poder, ahora se lee cada vez menos" Al final, una revelación extraña: Ludmer reconoce que busca cosas más "entretenidas" para leer, que, por ejemplo, quizá ya no terminaría El astillero. ¿Señal de los tiempos? También dice: "No hay lecturas definitivas, no hay lecturas fijas, no hay verdad. Todo es reformulable". Algunas preguntas:?Si la literatura que se produce es provisoria, ¿la crítica también se vuelve provisoria??Creo que sí, la crítica se vuelve provisoria; por eso digo que no hago más crítica, que hago otra cosa. Esa reflexión crítica de los ?60 o ?70, que pretendía ser filosófica y teórica, tampoco se produce más. Todo va junto: se lee menos, se edita menos, hay otro tipo de circulación. La literatura y la crítica perdieron lectores.?Curiosamente, en un momento en que se ha democratizado la escritura, la lectura se replegó.?La lectura sigue siendo muy pasiva para la velocidad y la interactividad que requieren las nuevas estructuras, sigue siendo una lectura demasiado arcaica; más una lectura como la que hago en el libro de Onetti, un análisis tan minucioso que no lo podría hacer ahora. Por eso cuento en el prólogo que este libro fue escrito en una máquina de escribir, en la Lettera que me regaló mi padre. Las editoriales son cruciales, la tecnología es fundamental. Mi primer libro escrito en computadora es El cuerpo del delito; ahí te das cuenta de que sólo en una computadora podía escribir y cargar toda la información de ese libro. Antes todo era más lento.?Ese ?fantasma de un mundo perdido?, que plantea en el prólogo, alude a que la literatura en los años ?60 y ?70 era más amplia, para no usar la palabra masiva. ¿Llegaba a más lectores que ahora??Sí, médicos, abogados, arquitectos leían literatura. Hoy hablás con personas que se dedican a estas profesiones y no leen más literatura. Se dice que somos menos cultos, pero no acepto que seamos más o menos cultos, eso me parece un disparate. Ha cambiado la cultura y la literatura ha quedado replegada a una práctica minoritaria. Yo misma ahora leo de un modo totalmente distinto. Perdí ese arte, ya no practico más ese arte que implicaba una paciencia extrema. La literatura del presente es mucho más visual, mucho menos densa, mucho más interesada no en hacer ?obras maestras?, sino en captar a un sujeto en una situación determinada.?¿Onetti leyó su libro??Sí, y me mandó una carta que guardé y todos los libros que siguió publicando, dedicados. En la carta me dijo: ?Vos sabés mucho más que yo? (risas). Los escritores se asombran cuando uno extrae tantos sentidos de lo escrito, ellos no lo piensan así. En el último libro que me mandó, en la dedicatoria escribió: ?para que le hagas el post mortem? (risas). El consideraba el libro que publiqué como una disección de su escritura.?¿Qué busca hoy en la lectura crítica??Busco modos de leer, cómo se lee y qué partes se leen de los textos; qué bibliografía usan, cómo organizan el discurso crítico, si puso o no notas y qué tipos de notas. Y si hay o no algunas ideas. Como decía Osvaldo Lamborghini: ?tenía una ideíta? (risas).?¿La palabra idea también perdió el peso que tenía en los ?70??Sí, sí, perdió peso. Justamente estoy trabajando este tema en mi nuevo libro. Ese peso ahora está llenado por afecciones y creencias. No hay un interés innovador, no se cuestiona la literatura tampoco; en los ?70 queríamos terminar con la literatura y abolir el arte. Ahora hay una perspectiva más conservadora que busca llenar ese vacío de ideas. Cuando digo un mundo perdido, me refiero a ese mundo. La gente se apasionaba por una idea, por encontrar otros modos de entender la realidad; circulaba una cantidad de material increíble. No soy nostálgica, pero es un mundo que se perdió. El mundo es otro. Ahora busco en la literatura una cosa más entretenida, que no me aburra. Si tuviera que leer El astillero hoy, no sé si podría... creo que llego a la página diez (risas).



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15 de diciembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Paul Auster en el Sweet Melissa Cafe

El Sweet Melissa Cafe, donde entrevistaron a Auster pese a que la música estaba muy alta. Fuente: hubbe Paul Auster sin su bufanda roja. Fuente: clarín Paul Auster y su novela Invisible (publicada por Anagrama hace una semana) es todo menos "invisible". El peregrinaje para ir a entrevistarlo ya se inició y ahora le tocó el turno a Francesc Peiron, para La Vanguardia y Clarín. Es una extensa entrevista, pregunta y respuesta, que se llevó a cabo en el Sweet Melissa Cafe en Nueva York. Ropa oscura, bufanda roja, otra vez. Aquí se habla de todo. Hasta de Obama y de una nueva novela, que ya estaría concluida. Algunas respuestas picadas:-Unos conocidos vinieron a Nueva York a pasar sus vacaciones y alquilaron un departamento en Brooklyn para tener una experiencia "austeriana"...-Me parece una locura. No puedo decir nada más. No tiene sentido que alguien venga a Brooklyn porque yo vivo aquí.-Tal vez creían en un tropiezo casual con usted, fruto del azar, una circunstancia tan característica de sus novelas...-No son mis libros, sino que todo en la vida es fruto del azar. Es fascinante pensar, por ejemplo, ¿dónde se conocieron tus padres? Es la suerte. Si ellos no se hubieran encontrado, tú no estarías en Brooklyn. ¿No es una historia extraña? Se encontraron por suerte, no lo dudes, y ahora estás sentado enfrente de mí...-... hablando con Paul Auster... -Cada vida es el producto de un accidente que sucedió una vez.-En su última obra vuelve a producirse una historia de azar. ¿Feliz con el resultado?-¿Feliz? Nunca.-¿Por qué no?-No sentirse feliz forma parte de la naturaleza de este trabajo. Experimento un minuto de satisfacción cuando acabo un libro o cuando pienso que ha sido un buen día de trabajo. Después, me gana el desasosiego, pienso que he de leer más libros para hacerlo mejor en la próxima ocasión.-La crítica que se publicó hace unos días en el Book Review de The New York Times concluía que ésta es su mejor novela...-Lo sé. Sólo es la opinión de una persona. Y cada una tiene una opinión diferente.Sí, porque esta semana, James Wood arremete contra usted en The New Yorker.-No he leído la reseña. No leo ninguna desde hace cuatro o cinco años, aunque también la conozco. Sé que me ataca. No tengo nada personal con él, pero siempre es así. Muchos amigos me preguntan cuál es el problema. Es un reaccionario. No quiero preocuparme. Siri (Husdvedt), mi mujer, que está de viaje, me llamó para contármelo. Dijo que era como si fueras por la calle y un desconocido te soltara un trompazo en la cara.Le gusta Obama...-Su elección me alegró. El presidente es brillante, tiene talento y la derecha republicana se ha de reconstruir, está verdaderamente muy deprimida. Sin duda, es mucho mejor que el anterior.-El terrible atentado del 2001 vuelve a salir en su libro, aunque sea sólo una pincelada.-Si escribes sobre algo que sucede después del 2001, y eres americano y más en concreto neoyorquino, es imposible no pensar en lo que sucedió. Piensas cada día.-También se refiere a la pesadilla de los neoyorquinos de que alguien, de repente, les salga con una pistola...-Sí, es cierto, pero especialmente entonces, cuando se encuadra esta historia. Los 60 y 70 eran muy violentos, mucho más que ahora. La ciudad ahora es más segura. Esa imagen del libro explica lo peligrosa que era entonces la ciudad, con drogas por todos los lados, pistolas y navajas, amenazas, tiroteos. Todavía los hay pero no en el grado de entonces. Cuando yo era estudiante ibas por la calle mirando a tu alrededor.-¿En Manhattan?-Sí, en todos lados, pero sobre todo en Manhattan. En esa época nunca había puesto los pies en Brooklyn.-¿Por qué eligió Brooklyn para vivir?-Fue hace casi 30 años. Y fue sencillamente porque no podía vivir en Manhattan por una cuestión de dinero. Era más barato. Me trasladé en 1981 y jamás pensé que no me movería. Cuando vino mi mujer del medio oeste, en 1978, estaba en Manhattan, pero era caro, y se vino a Brooklyn. Hace unos años, el departamento nos quedó chico, nos teníamos que cambiar a uno más grande. Le dije si quería volver a Manhattan, ése era el momento. Pero no, nos quedamos en Brooklyn, sólo nos movimos una cuadra. Ahora hay muchos escritores jóvenes norteamericanos que viven en Brooklyn, al menos la mitad.-¿Qué lo ha llevado escribir esta novela?-He trabajado en ella seis o siete meses, cada día. Pero cada libro es diferente. Algunos los escribes en diez años, otros, en uno, todo depende.-¿Y ahora?-Ya tengo otro libro listo. Lo terminé hace dos meses y saldrá el próximo año. Finito.-¿De que va?-Ya se verá.



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14 de diciembre de 2009

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Jorge Herralde y México

Carátula del libro de memorias de Jorge Herralde que editó FCE y ya está en Lima. Fuente: Moleskine. Jorge Herralde rodeado de dos Anagrama´s Senior: Daniel Sada y Sergio Pitol. Fuente: la jornadaLa relación entre México y Jorge Herralde es cada vez más cercana. A fines de noviembre, la entrañable Universidad del Claustro Sor Juana Inés de la Cruz lo premió con la medalla que lleva el nombre de la poeta mexicana, su máximo galardín. La ceremonia se llevó a cabo el sábado 28 de noviembre. Entonces, rodeado de Margo Glantz, Sergio Pitol y Daniel Sada, el editor declaró: "He cambiado yo, ha cambiado el mundo, pero el proyecto editorial no?. También, según La Jornada, contestó a:[...] la pregunta de por qué las grandes editoriales comerciales se empeñan en publicar demasiados títulos, muchos con vida efímera en las preferencias de los lectores, debido a la exigua calidad literaria: ?Están obligadas por los gastos de su estructura administrativa, ya que necesitan una rápida recuperación. Son sellos como grandes almacenes, donde, sobre todo, se encuentra lo más barato; pero también tienen rincones con ejemplos de calidad. Eso genera que el lector no pueda confiar. ?Frente a ellos hay otros modelos, como Anagrama y otras editoriales. Nuestra idea ha sido la persistencia y que los lectores capten el mensaje de que se les ofrecen escritores de calidad, que por estar en Anagrama ya es un elemento de confianza.? Al hablar sobre los grandes grupos editoriales que muchas veces publican a escritores sólo en su país de origen, explicó que a ellos los mueve un ?pesimismo inteligente?, mientras a sellos independientes, como Anagrama, un ?optimismo de la voluntad?.Por otra parte, en una entrevista con "Excelsior" declaró que el editor "es un censor":El trabajo del editor es el de un censor, aunque la palabra sea antipática. El rechazo es la esencia de su labor?, afirma el catalán Jorge Herralde, quien hace 40 años fundó Anagrama, la editorial que dirige desde entonces, por lo que está convencido de que este oficio-pasión no se ha modificado ?gran cosa? a lo largo de este periodo. ?Aunque, una vez cumplido el papel de censor?, aclara, ?el editor debe convertirse en un aliciente, en un gran apoyo, para el escritor que ha escogido. Nosotros tenemos 39 autores con más de diez títulos en el sello, lo que demuestra compromiso?, agrega. [...] ?Antes, todos los libros eran el objeto del deseo; pero hoy en día, ante la enorme cantidad de propuestas y la abundancia de ofertas e información, hay que decodificar las nuevas voces y los valores únicos, así como rescatar los buenos ya olvidados?, detalló en entrevista posterior a la ceremonia. Pero eso no es lo único que ha sucedido entre Herralde y México en estos últimos días. También hay que anotar que el Fondo de Cultura Económica, en su colección Tezontle, ha públicado el libro de memorias de Jorge Herralde sobre sus experiencias editoriales en América Latina titulado El optimismo de la voluntad. El libro trae una introducción de Juan Villoro y recoge algunas ponencias del editor sobre temas o autores latinoamericanos, y también algunos capítulos memoriosos. México, Argentina y Chile son los países con mayor presencia en el recuento. También hay un capítulo muy generoso sobre el Perú (y ya que estamos, agradezco las palabras que le dedicó a mi obra y a este blog) y un repaso general sobre Colombia, Ecuador, Bolivia y Cuba. Conseguí ayer el libro y ya estoy diseccionándolo. No sería el blogger chismoso que soy si no lo hiciera. Por lo pronto, me ha entretenido conocer al detalle el desastre de la antigua distribución editorial de Anagrama en Colombia. Las cosas han mejorado mucho y, probablemente, pronto habrá más escritores colombianos (creo que solo hay uno, Evelio Rosero) en el catálogo.Y ya que estamos hablando de noticias anagramáticas, me enteré hace poco de la verdad sobre la supuesta auto-invitación del narrador norteamericano Richard Ford a la Feria de Guadalajara de este año. A Ford habían invitado hace meses pero él dijo que no podía asistir. Luego, al enterarse de que en la FIL iba a brindar por los 40 años de Anagrama, no quiso perderse la mesa redonda, el brindis y sobre todo -eso lo intuyo- la fiesta posterior (y es que ¿quién se quiere perder las fiestas mexicanas en la FIL? ¡Ah, las fiestas en La Mutualista son inolvidables!) y decidió ir por su cuenta, pagándose el viaje mientras que Anagrama le pagó el hotel. Los que se ganaron con todo, desde luego, fueron los asistentes a la FIL que pudieron escuchar a Richard Ford (quien, probablemente, en presencia de Jorge Herralde no se atrevió a repetir lo que dijo en Santiago, para escándalo de Zambra, que el fenómeno Bolaño le parece sospechoso y probablemente sobrevalorado ¿o sí?)



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11 de diciembre de 2009
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