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Escrito por

Iván Thays

Iván Thays es escritor peruano (Lima, 1968) autor de las novelas "El viaje interior" y "La disciplina de la vanidad". Premio Principe Claus 2000. Dirigió el programa literario de TV Vano Oficio por 7 años. Ha sido elegido como uno de los esccritores latinoamericanos más importantes menores de 39 años por el Hay Festival, organizador del Bogotá39. Finalista del Premio Herralde del 2008 con la novela "Un lugar llamado Oreja de perro".

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Memorias de un africano

Wole Soyinka Conocí a Wole Soyinka en 1993, en un encuentro de escritores en España. Soyinka debía hablar a casi un centenar de escritores jóvenes y lo hizo alto y fuerte. Luego, en la intimidad de la tertulia en el único bar del pueblo donde estábamos (se llamaba Mollina), Soyinka se emborrachó, bailó, se hizo llamar ?León? en nigeriano, coqueteó con varias autoras y además se burló sin misericordia de la ambición literaria de la mayoría de escritores jóvenes, augurándonos un estruendoso fracaso. A algunos de los ahí presentes les fue mejor que otros, es justo decirlo. No creo que ese recuerdo esté en sus memorias. Yo leí algunas novelas de Soyinka, traducidas entonces luego del premio, y la verdad es que me parecieron aburridas y llena de clisés de realismo maravilloso a lo africano. Quizá las memorias Partirás al amanecer (RBA) sean mejor que eso. O quizá no. La reseña en Radar Libros es de Mariana Enríquez:

También podrían sumarse como momentos lisérgicos su búsqueda de la Ori Olokun, la perdida cabeza de una deidad mayor yoruba que, según le aseguran investigadores de la Universidad de Ife, se encuentra en Brasil; hacia allí parte el profesor Soyinka, se roba la cabeza de una colección privada en Bahía, descubre muy tarde que no es la original, y vuelve a intentar la recuperación del objeto sagrado ¡en el Museo Británico! O su participación en el festival de teatro de Siena, Italia, cuando para levantar la moral de la troupe decide traer desde Nigeria un eta (animal típico del país) para hacer un asado: la carne congelada, fruto de la caza, consigue pasar, milagrosamente, todos los controles aduaneros. O la entrada a Lagos ?ex capital de Nigeria y todavía su centro comercial? en 1993, durante una brutal rebelión popular tras un fraude electoral, con el tráfico aéreo interrumpido, toque de queda y todas las actividades paralizadas, Soyinka entró en taxi, solo con un chofer medio loco, atravesando cada barricada gracias a su poder de persuasión y su fama (en su país es, sencillamente, el Profe): ?Paramos a uno para preguntarle cómo se llegaba a Agege. Señaló hacia una dirección y nos previno: ?Pero no hay que ir allí?. ?¿Soldados??, pregunté yo. No. Aquellos eran de la Policía Móvil, los ?mato y me voy?, también conocidos como POMOs. Sólo en aquella zona habían matado a seis. Si doblábamos por la primera calle, veríamos los cadáveres; habían aparecido disparando como locos?. De Kingston a Estocolmo, de Roma a Londres, de Atlanta a Benin, de Nadine Gordimer y Chinua Achebe a Stephen Spender y W. H. Auden, Partirás al amanecer también cuenta con los roces sociales típicos de un Premio Nobel, pero son los momentos menos atractivos del volumen. Lo más notables son todos esos nudos en los que se juega la vida y el destino, que definen qué es ser un intelectual comprometido y cuentan éxitos y fracasos que son los de Nigeria pero también los del continente africano y, en un sentido amplio, los de esa región que para bien y para mal llamamos Tercer Mundo.

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27 de diciembre de 2010
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Los mejores extranjeros del 2010 de Revista Ñ

libros Una lista de nueve títulos es la que presenta Revista Ñ con lo mejor de la literatura extranjera. Hay traducciones y autores latinoamericanos, cada uno con una breve reseña. No parece haber un orden especial en la lista. La lista incluye: La última noche en Twisted RiverJohn IrvingTusquets Novela 658 págs.   Cuentos reunidosKjell Askildsen RelatosLengua de trapo298 págs. Verano J.M. CoetzeeNovela Mondadori255 págs. GalileaRonaldo Correia Do Brito Adriana HidalgoNovela 306 págs. NocturnosKazuo IshiguroRelatos Anagrama 294 págs. Mi perra TulipJ.R. AkerleyNovela191 págs. Tres ataúdes blancosAntonio UngarNovela 288 págs. El tutú. Costumbres de fin de sigloPrincesa SafoClub Burton 224 págs.  Grieta de fatigaFabio Morábito Relatos Eterna Cadencia 192 págs. 

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26 de diciembre de 2010
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Ignacio Echevarría sobre la Navidad

navidad En el suplemento El Cultural, Ignacio Echevarría escribe una columna de opinión sobre los libros que tratan el tema de la Navidad. Una noticia interesante: según Chesterton, el actual espíritu navideño, ese dar para recibir, aquello de la época de bondad y generosidad, no nació en un sermón de la iglesia sino con el cuento de Charles Dickens. Es una hipótesis muy verosímil. Dice Echevarría sobre los autores que han escrito sobre la Navidad:

La literatura contemporánea ofrece abundantes muestras de que el ?espíritu de la Navidad? inspira, inesperadamente, talentos que se diría poco receptivos a él. Ahí está Joseph Brodsky, quien solía escribir, llegada la fecha, un poema que hacía servir como felicitación (véase, en Visor, Poemas de Navidad, traducidos por S. Maliavina y J.J. Herrera). Son poemas conmovedores, delicados y a su manera edificantes, en los que la Navidad y el Año Nuevo dan ocasión a Brodsky para meditar sobre la marcha del tiempo. Brodsky sugiere que la fuerza de la Navidad reside en el destello de la pura alegría percibida a través del rutinario sufrimiento. Y en uno de esos poemas, de 1965, escribe: ?¿Qué es esto? ¿Tristeza? Tal vez sea tristeza. / Una canción que te sabes de memoria. / Que se repite. Pues que se repita. / Que se repita desde ahora. / Que suene también a la hora de la muerte, / como gratitud de labios y ojos, / hacia lo que, a veces, nos obliga / a perder la mirada en la lejanía?. Pero Brodsky, como antes Pasternak y tantos otros, trabaja sobre una experiencia de origen religioso. Mientras que, para narradores como Capote o Cheever, la Navidad es un rito fosilizado, en el que tienden a reconocer el sufrimiento que enmascara la alegría impuesta. Cheever lo hace no sólo en sus cuentos, sino en numerosos pasajes de sus diarios, muy especialmente en éste de mediados de los años cincuenta, que hace unos años empleé para felicitar la Navidad a los amigos, y que hoy copio de nuevo para todos ustedes: ?Abrumado por la soledad, decidió sorprender a la familia volviendo antes de Navidad. Su esposa lo recibió en el aeropuerto con la noticia de que se había enamorado de otro y vivía con él desde hacía tres meses. Habló sin parar hasta que él le dijo que estaba bien, que lo comprendía, y sólo le pedía que lo llevara al hotel. Entonces ella dice: ?¿Cómo puedes ser tan desconsiderado? Las luces del árbol están encendidas y hemos comprado regalos para ti; además, mamá, papá y los chicos te esperan?. Y él dice: ‘Acabas de decirme que mi vida contigo y los niños se ha terminado. Acabas de decirme que ya no puedo vivir contigo. Ahora quieres que vuelva disfrazado de Papá Noel. Y nunca me han gustado tus padres?. Entonces ella responde: ‘No sabía que fueras tan cruel. No ha sido culpa mía que me haya enamorado de Henry. Fue más fuerte que yo. Actúas como si lo hubiera hecho a propósito. ¿Qué quieres que les diga a papá y mamá? No saben nada. Nos hemos pasado toda la tarde decorando el árbol sólo por ti. Te esperan, se han puesto su mejor ropa?. Y él, que desea ver a sus hijos y las cuatro paredes de su casa, vuelve?.

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26 de diciembre de 2010
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El año literario en Francia

Houellebecq ¿el flop del año francés? Vía el blog The Literary Saloon me entero de este artículo de L`Express donde un grupo de críticos literarios escogen el Top, el Flop y el resumen del año. Las respuestas son polémicas. En especial las de André Clavel y Jerome Dupuis. Clavel destaca a Coetzee, se lamenta por Easton Ellis (y por la mayoría de editados norteamericanos) y destaca sorpresas como la maravillosa Claire Keegan (editada en castellano por Eterna Cadencia):

Top: L?été de la vie (Seuil), de J.M. Coetzee, un autoportrait magistral où, comme Houellebecq dans La carte et le territoire, le Nobel 2003 imagine sa propre mort, mais de façon autrement plus inventive et plus ludique que notre Goncourt 1010.  Flop: Suite(s) impériale(s), de Bret Easton Ellis, chez Laffont, un polar-nanar raté, plein de tics, d?esbroufe gratuite, d?auto-parodie, et sans intrigue véritablement construite.  En résumé: Quatre ténors américains m?auront déçu. Non seulement Ellis mais Paul Auster (Invisible chez Actes Sud, roman sans âme sur une trame inutilement labyrinthique), Thomas Pynchon, enlisé dans un remake sixties surchargé (Vice caché au Seuil) et aussi Don DeLillo, dont le Point Oméga (Actes Sud), une pseudo-réflexion sur la guerre, tourne en rond et assomme. Un cinquième larron, Jim Harrison, n?était pas non plus au mieux de sa forme dans ses Jeux de la nuit(Flammarion).  Les vraies surprises sont venues d?inconnus, l?américain-vietnamien Nam Le (Le Bateau Albin Michel), l?Islandaise Audur Ava Olafsdotir (Rosa Candida chez Zulma) ou l?Irlandaise Claire Keegan (L?Antarctique chez Wespieser), sans parler de Sofi Oksanen (Purge, Stock), très prometteuse. 

Por su parte, Jerome Dupuis (igual que Emmanuel Hecht) lamenta la mediocridad del Goncourt de Houellebecq:

Top: Le regard délavé et envoûtant d?Arthur Rimbaud, à Aden, en 1880, sur la fameuse photographie retrouvée par deux libraires parisiens.  Flop: L?attribution, seize ans après la parution de son premier (et meilleur) roman, Extension du domaine de la lutte, douze ans après avoir raté Les particules élémentaires et neuf ans après n?avoir pas couronné Plateforme, du prix Goncourt à Michel Houellebecq, pour son médiocre La carte et le territoire. 

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26 de diciembre de 2010
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La vida de un Rolling Stone

cubierta del libro Life de Keith Richards fue elegido como uno de los 10 libros del año según Michiko Kakutani, más allá del premio recibido por Patti Smith. Rodrigo Fresán confiesa que no le interesan los Rolling Stones como grupo musical, sí acepta que la biografía de Richards le ha llamado la atención. La reseña apareció la semana pasada en el ABCD las Artes del diario ABC. Dice la reseña:

Vida, de Keith Richards (destilado a partir de conversaciones con James Fox), resulta muy atractivo y divertido aún para quien no comulga con el mito. Lo que no deja de ser muy meritorio; porque aun los que no se sienten miembros del culto ya conocen buena parte de lo que aquí se cuenta. Las idas y vueltas de The Rolling Stones son ya -después de casi medio siglo- carne y hueso de leyenda urbana y de culebrón rock. Y Richards (Dartford, 1943) lo cuenta y lo recuenta con honestidad y entrega y malicioso buen humor. De acuerdo: Vida no tiene en sus páginas la sabiduría y la sorpresa de las Crónicas: Volumen I de Bob Dylan o la mística mitómana y encendida de Patti Smith en Éramos unos niños. Pero entre los varios méritos de Keith Richards se cuenta el de no tomarse en serio con absoluta seriedad. Y a su manera. De ahí que otro de los grandes logros de Vida (y de Fox) sea el de haber conseguido preservar en la página el fraseo y el gruñido de Richards, que recuerda al de una especie de Bogart noir consciente de ser su propio Halcón Maltés y que hubiera convertido Rick´s en un antro mucho más movido de lo que ya lo era en Casablanca. También se disfruta aquí de su método sinuoso para saltar de un tema a otro como si se deslizara por el nutrido repertorio de su pasado, donde en más de un momento se tiene la impresión de estar remontando un aluvión de lugares comunes del género y del negocio. Domador de leones Sexo, drogas y rock and roll y todo eso, sí. Aunque enseguida comprendemos que todos esos lugares comunes fueron -en principio y finalmente- inventados por el propio Richards, quien, si imita a alguien, es a sí mismo sabiéndose inimitable pero tantas veces mal imitado. Y así su alargada sombra de domador de leones a la vez que payaso del rock and roll circus se proyecta desde la punta de sus botas, pasa por This Is Spinal Tap, sigue la actitud y gestualidad de Slash o del dúo Pereza, crece como respetuosa caricatura en el rostro dibujado de Murdoc Niccals en la cartoon-band Gorillaz, y alcanza a ese chico anónimo con sueños de gloria que hoy mismo, por primera vez, pellizca el riff de Start Me Up en el garaje de su casa. Y queda claro que cuando Richards se enciende se hace difícil apagarlo. A diferencia de Mick Jagger (quien devolvió un adelanto millonario por su autobiografía al descubrir que no se acordaba de nada), Richards -¡sorpresa!- parece disfrutar de una memoria fotográfica y auditiva. Esto no significa que, a menudo, esa misma memoria parezca un tanto selectiva y cortada a medida. Pecado tolerable que no resta placer a volver a revisar -esta vez de la mismísima boca del caballo- los mismos viejos hitos sonando ya como esas mismas viejas canciones y, por momentos, derivando hacia el territorio y los modales de un curtido stand-up comedian sabedor de que el suyo es material del bueno, que nunca nos cansará del todo, y por qué no oírlo otra vez. Y, como piedras que ruedan, allá vamos: la infancia de posguerra; su relación de odio/amor con Brian Jones y de amor/odio con Jagger (Richards apunta con certera acidez que su socio jamás imaginó que dejaría las drogas y que el «levantarme de entre los muertos tras haber sido leído mi testamento» supuso una complicación para los planes empresariales que el cantante tenía para The Rolling Stones); su cariño sin límites por el batería Charlie Watts y el teclista Ian Stewart; su turbulento romance con Anita Pallenberg y la muerte del hijo que tuvieron juntos; sus correrías artísticas con Gram Parsons; la admirada rivalidad con The Beatles; los pormenores de la legendaria grabación del legendario Exile on Main St. y alguna que otra intuición musical más bien básica y derivativa (admitiendo, más allá del invento de su afinación personal de cinco cuerdas, que si hay algo derivativo y básico, ese algo es la música de The Rolling Stones); sus múltiples adicciones (su consejo es solo meterse sustancias controladas de la mejor calidad) y sus problemas con las autoridades de todo tipo y nacionalidad. Sonrisa torcida En este sentido -advertencia a padres y tutores-, Vida es un libro tan peligroso para los pichones de rocker como La universidad desconocida, de Roberto Bolaño, lo es para los cachorros de poeta. He aquí un virtual manual de instrucciones para ser un perfecto maldito y no morir en el intento cuya lectura confundirá a espíritus ingenuos con el espejismo y el error de que se puede llevar la vida de Richards y vivir para contarla y cantarla. De ahí que no esté de más señalar la excepcionalidad de Richards -su mala salud de hierro, su cuerpo de juguete irrompible y la sonrisa torcida con cigarrillo colgante del viejo gato que siempre cae parado- como excepción; e insistir con un: «Niños, no intentéis hacer esto en vuestras casas». Hacia las últimas páginas, uno siente esta Vida un tanto cansada y repetitiva. Igual que se siente -cabe pensarlo- el mismo Richards. Justificado, perdonable: ha sido una larga historia y el aquí y ahora parece resumirse en una sucesión de álbumes intrascendentes, el duelo infinito con el manipulador y eternamente descontento e insaciable Jagger, un par de recientes hazañas (aquella caída de un árbol con derrame cerebral incluido y el esnifar las cenizas del propio padre muerto) y giras multimillonarias a lo largo y ancho de un planeta al que no se le deja de sacar la lengua. La historia dirá -ya lo dice- que The Beatles lo inventaron todo y que, sin quedarles nada por crear, inventaron el separarse. Lo único que inventaron The Rolling Stones es no separarse hasta que la muerte los separe. Mientras tanto y hasta entonces, aquí va esta Vida: inesperado y sorpresivamente satisfactorio best seller alabado por la crítica internacional y firmado por quien -de tanto tocar aquello de «No puedo alcanzar la satisfacción»- parece haber acabado siendo uno de los hombres más satisfechos que jamás actuaron sobre la faz de ese escenario que es el mundo.

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25 de diciembre de 2010
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2.5 kms de documentos vendidos

Carmen Balcells Los dos kilómetros y medio de documentos que guarda Carmen Balcells, que incluye correspondencia, contratos, fotografías y manuscritos, entre otras cosas, han sido vendidos al Archivo General de Alcalá de Henares. El precio: 3 millones de euros. ?Mucho menor que el precio que se pidió al comienzo? aclaran, para no parecer dispendiosos.  ¿Qué se descubrirá luego del titánico trabajo de archivo? Un pedazo de la historia de la literatura contemporánea, desde luego, que incluye los entretelones de tres premios nobeles: García Márquez, Pablo Neruda y Mario Vargas Llosa. Dice la nota:

La operación se empezó a gestar hace un año y ayer los cinco tráilers que transportaban los miles y miles de documentos que la agente literaria más importante de este país ha almacenado en estos 50 años de trabajo llegaban a las instalaciones del Archivo General de la Administración, en Alcalá de Henares. Se trata de manuscritos, cartas y fotografías hasta ahora almacenados en dos naves industriales en Cervera (Lleida) y en la sede de su agencia en Barcelona.  2010 ha sido un mal año para muchas cosas, menos para negociar a la baja. Las entretelas de hasta cinco premios Nobel de Literatura (Pablo Neruda, Vicente Aleixandre, Gabriel García Márquez, Camilo José Cela y Mario Vargas Llosa) quedarán de esta manera al descubierto para los investigadores, así como las de los cientos de representados por Carmen Balcells. Pero también los no representados, porque todos los manuscritos que le han ido llegando también los guardaba y que ahora ha vendido. Todo lo que haya pasado por sus manos desde el año 1954 hasta nuestros días.

A sus 80 años de edad, Carmen Balcells está de retirada y quiere dejarlo todo atado y bien atado. Y ha empezado por dejar en buenas manos la mayor de sus obsesiones: su memoria. Con la venta de su archivo, ayer se desprendía de su propia historia, de los papeles que forman su mejor novela, para que los investigadores puedan contrastar cuáles fueron los caminos de los títulos que pasaron por sus manos: desde el original al producto filtrado por los editores, pasando por el podado de la censura franquista. Pero con sus secretos no sólo se descubrirá el lado académico de los libros. También se darán a conocer las cartas personales que Balcells mantuvo durante estos años con sus autores, en las que se desmenuza el resto de cuestiones personales que hacen que los mitos de letras impresas en tapa dura bajen a la tinta china en sobre. No hay que olvidar que Balcellsfue la pionera en garantizar los derechos de los autores en este país.  Ella puso fin al contrato indefinido entre escritor y editorial, por el cual el autor estaba condenado a perder todos los derechos sobre su obra para siempre. Convirtió así en protagonistas a los escritores y sentó las bases para el modelo de gestión de los derechos de autor. Ahora, todas aquellas negociaciones están al descubierto. 

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24 de diciembre de 2010
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Feltrinelli asumirá dirección de Anagrama en el 2015

Feltrinelli comprará progresivamente Anagrama Finalmente, se corrió el velo sobre una de las incógnitas más importantes del mundo editorial español: la compra de Anagrama. Se dijeron muchas cosas, se propusieron muchas hipótesis, y se desestimaron muchos chismes. Ahora, ya no hay más que decir. Anagrama ha enviado una nota de prensa a los medios en la que dice que Feltrinelli comprará, durante cinco años, poco a poco, las acciones de la editorial española y en el 2015 comprará el resto. Por lo que Jorge Herralde estará al frente de la editorial solo hasta ese año. Dadas las características y el catálogo de Feltrinelli, que comulga bien con las ideas de Jorge Herralde, no cabe duda que esta es noticia tranquiliza a los colaboradores y autores de Anagrama. Dice la nota de prensa:

En la Feria de Frankfurt de 2009 se llegó a un acuerdo verbal entre Carlo Feltrinelli y Jorge Herralde para una progresiva entrada de capital de  Giangiacomo Feltrinelli Editore, una de las editoriales independientes más importantes de Europa, en Editorial Anagrama. En diciembre de 2010  se ha firmado el acuerdo entre ambas editoriales que refleja las negociaciones iniciadas en la primavera de este año. En el momento de dicha firma, Feltrinelli adquiere el 10% de Anagrama e irá aumentando su participación hasta el 49% a los cinco años de su ingreso. Durante este periodo el control y la dirección editorial estarán a cargo de Jorge Herralde y Eulalia Gubern. Una vez cumplidos los cinco años,  se producirá la adquisición total de las acciones por parte de Feltrinelli, excepto  una participación muy minoritaria de Jorge Herralde. En palabras de Jorge Herralde, ?después de 41 años de satisfactoria navegación independiente, se planteaba, por razones obvias, la búsqueda de la continuidad de Anagrama y, teniendo en cuenta los largos años de amistad, sintonía y complicidad con Feltrinelli y las características de dicha editorial, estoy convencido de que la decisión tomada es la más deseable para el futuro de Anagrama?. Por su parte, Carlo Feltrinelli afirma: ? Me siento muy feliz y honrado de poder colaborar con un editor que aprecio mucho y de que el primer paso de la Editorial Feltrinelli fuera de las fronteras de Italia sea con una editorial histórica e independiente como Anagrama.? La editorial Feltrinelli pertenece a la familia del mismo apellido, capitaneada por Carlo Feltrinelli, que también es propietaria de las librerías Feltrinelli ( actualmente 103 en Italia). Carlo Feltrinelli Jorge Herralde

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23 de diciembre de 2010
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Los 10 libros de "Babelia"

El libro del 2010. Foto: hablando del asunto El suplemento Babelia ha hecho una elección de los 10 libros del año, cuyo resultado nace de una encuesta entre 55 críticos y especialistas en literatura. Una vez cotejados los votos, el libro ganador es Verano de JM Coetzee, editado por Mondadori. Son 10 lugares, aunque en el décimo aparece un triple empate. El resultado de la encuesta, con los 10 mejores en orden de puntuación, aparece adelantado en el blog Papeles Perdidos: 1- Verano, de J. M. Coetzee (Mondadori)2- Poesía reunida, de William Butler Yeats (Pre-Textos)3- Blanco nocturno, de Ricardo Piglia (Anagrama)4- El sueño del celta, de Mario Vargas Llosa (Alfaguara)5- El amor verdadero, de José María Guelbenzu (Siruela)6- Retratos y encuentros, de Gay Talese (Alfaguara)7- Algo va mal, de Tony Judt (Taurus)8- Dublinesca, de Enrique Vila-Matas (Seix Barral)9- Tarde o temprano. Poemas 1958-2009, de José Emilio Pacheco (Tusquets)10- Esencia y hermosura. Antología, de María Zambrano (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores)Tiempo de vida, de Marcos Giralt Torrente (Anagrama)Tierra desacostumbrada, de Jhumpa Lahiri (Salamandra).

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22 de diciembre de 2010
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Vila Matas defiende "El Virrey"

Librería El Virrey en Dasso Hace unos meses, me dijeron que la librería El Virrey iba a tener que cerrar o mudarse de local, pues la calle Dasso se había revalorizado mucho y el dueño del local buscaba alquilarlo a una actividad más lucrativa que los libros. Un banco, al parecer, ha sido el elegido. ¿Puede competir en alquiler una librería con un banco? Obviamente que no. Pero cerrar el hermoso local de ?El Virrey? (que hace unos años fue remodelado completamente) es una lástima enorme, en especial para quienes asistimos a la calle Dasso desde hace décadas y siempre fue sinónimo de ?libros?, es decir de una felicidad enorme. Ahora se anuncia el cierre y cambio de local. Parece imposible. Enrique Vila Matas comenta desde España lo lamentable de este cierre  Dice la nota:

En Lima es noticia siniestra de estos últimos días que la especulación inmobiliaria va a cerrar El Virrey, legendaria librería. Hace tres años, sin haberla visitado nunca, escribí un texto de añoranza por lo no vivido, hablé de mi melancolía por no haber pisado esa librería peruana, lugar al que una fuerza enigmática me arrastraba. Pero este verano, por fin, la conocí. Fui una noche con Enrique Prochazka y Gabriel Ruiz Ortega y descubrí que, como en un juego de cajas chinas, en el interior de El Virrey había otra librería, llamada Sur, una librería de viejo, y en ella encontré una primera edición de la siempre para mí entrañable Antología negra,de Blaise Cendrars, ?traducida del francés por Manuel Azaña? (Cenit, 1930) Al poco de haber vuelto a Barcelona con el antiguo ejemplar, me encontré con la sorpresa de que acababa de salir en Madrid, manteniendo la traducción de Azaña, una documentadísima edición crítica de Jesús Cañete de Antología negra (Árdora). Hablo de sorpresa porque hasta pisar El Virrey nunca antes había visto la Antología en ninguna otra edición que no fuera la original francesa, y ahora de golpe tenía ante mí dos ediciones españolas del libro, la más vieja y la más nueva. La más nueva llegaba con aportaciones de Tomás Segovia, el apoyo entusiasta de Emilio Sola, y con una conferencia, Sobre la literatura de los negros, que Cendrars dio en 1925 en la Residencia de Estudiantes, con notable éxito entre los jóvenes artistas madrileños que vieron en él a un tipo ?rápido, desenfadado, entusiasta y seco, rítmico y entrecortado, o roto como música de jazz band?. Desde este verano, Antología negra me evoca a El Virrey y desde hace unos días también su tragedia, comentada por Ariel Segal en La República: ?La librería fundada por la pareja Sanseviero en 1973, y ampliada por sus hijos con anexos que incluyen la librería anticuaria Sur -con anaqueles repletos de obras antiguas, grabados, mapas y manuscritos-, es una institución que, por definición, debería ser preservada en el lugar en el que fue instituida?. Para Segal, El Virrey debería pasar a ser ?patrimonio cultural de la nación peruana? y esta sería una forma de salvar un lugar que supo entroncar con la tradición de las antiguas librerías de la vieja Lima. Pero nada indica que la sensata idea de Segal vaya a prosperar. El drama de El Virrey es, a este otro lado del Atlántico, el de tantas de nuestras librerías de la vieja escuela, que día a día se van convirtiendo en símbolos de una lucha por la supervivencia de ciertas formas y estilos. El combate es duro en medio de un panorama severo, pero es una lucha que, como el rayo, nunca cesa.

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22 de diciembre de 2010
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José Lezama Lima, 100

Lezama Lima en La Habana Hoy 19 de diciembre se cumple el centenario del nacimiento de José Lezama Lima. En Cuba celebran el siglo con diversas celebraciones, en especial una muestra en la casa natal del autor, un escritor barroco y erudito que nunca encajó en los cánones sociales de lo que quería la revolución cubana como escritor, pero que ahora ha sido ?perdonado? y se editarán sus obras completas.  En el suplemento Babelia, Manuel Rodríguez Rivero comenta al autor, se pregunta si realmente es difícil el autor (?no tanto? se responde) y pide que se recupere su lectura:

Si estos días se lee poco a José Lezama Lima (1910-1976), de quien mañana se conmemora el primer centenario, quizás se deba a que muchos lectores han dado la espalda a aquella apodíctica sentencia que el autor estampó en el íncipit de La expresión americana (1957; Alianza, 1969, hoy incomprensiblemente descatalogado): ?Sólo lo difícil es estimulante?. Pero, ¿es difícil Lezama? No tanto. Lo que ocurre es que, en una época en que la mayoría sólo demanda a la literatura que entretenga, Lezama es un intempestivo, un excéntrico obsesionado por el poder evocador de la palabra como portadora de sentido y como vehículo de las músicas y ritmos que residen en el lenguaje. La mayor dificultad que plantea su obra es que exige una condición de cumplimiento problemático en un mundo en que la idea del placer va demasiado unida a la de su satisfacción inmediata: y es que, para ser entendidos (y disfrutados), sus libros requieren tiempo y entrega. Como es uno de esos escritores (al igual que sus maestros barrocos) que sabe ?pensar con imágenes?, la lectura de sus obras propicia una experiencia distinta y estimulante; a cambio del esfuerzo, Lezama trata a su lector de tú a tú, suponiéndole la misma inteligencia y sensibilidad de la que hace gala. Poeta y ensayista antes que narrador, su fama le llegó, sin embargo, por una estupenda novela-palimpsesto en que narración, reflexión, erudición ensayística y ritmo e imagen poéticos constituyen un todo inseparable y extrañamente sensual. En 1966, cuando se publicó Paradiso (la mejor edición disponible es la de Alianza, que recoge la fijada por Cortázar y Monsiváis para la editorial Era), se la incluyó apresuradamente en el catálogo de grandes creaciones del boom, olvidando que sus primeros capítulos aparecieron en la revista Orígenes (que su autor había fundado con Rodríguez Feo) a partir de 1949. Lezama tardó casi veinte años en escribirla, como si se tratara de una especie de primoroso y exacto testamento o compendio de su literatura. Y es desde ella desde donde, en mi opinión, mejor puede recorrerse hoy su obra, hacia atrás (sus libros de poemas, sus ensayos y recopilaciones de artículos) y hacia adelante, incluyendo el poemario Fragmentos a su imán (1977) y ese cierre deParadiso que constituye Oppiano Licario (1978), dos libros póstumos y desencantados que merecen particular atención.

Por otra parte, en la revista Milenio Jaime Muñoz Vargas también recuerda el siglo de Lezama Lima declarando que su escritura ha caído en desuso en los últimos años. Dice la nota:

No es más conocido, leído o emulado porque, creo, el registro de su escritura ha caído en desuso en las décadas recientes. Digamos que en estas épocas domina un estilo ligero, más bien plano, el más fácilmente asimilable por el lector apresurado y nada dispuesto a gastar tiempo en machincuepas sintácticas o en imágenes poéticas que supongan alguna complicación. Vivimos un momento hedónico en todo: si alguien propone que hagamos política para lograr un cambio social, lo juzgamos loco pues nadie está dispuesto a sacrificar su tranquilidad por una idea, por importante que parezca. Si alguien recuerda que cierto cine europeo es mejor que el norteamericano, lo tomamos por mariguano ya que aquel es ?lento? y denso y éste es ágil y entretenido. Así, cuando alguien recomienda un libro en estas épocas más vale que no elija el de un barroco, pues todos esperan un tip que no cometa la impertinencia de enredarnos en berenjenales. Lezama Lima, pues, no goza hoy y acaso no gozó nunca de multitudes. Su obra es, un poco como la de Borges o Reyes, aunque de otra manera, una obra para escritores, quienes al cabo suelen ser los que más aprecian a los colegas que desbrozan y despejan brechas nuevas o le añaden un timbre especial a lo ya muy conocido. Eso fue lo que logró Lezama Lima: el barroquismo elevado al cubo era hasta él un asunto del pasado, un estilo que tenía como hitos a Góngora y Sor Juana y carecía de cultores más cercanos a nosotros en el tiempo. En eso apareció, casi de la nada, el gordo Lezama Lima, quien vinculó un pensamiento espeso de imágenes poéticas con una expresión (hablada y escrita) no barroca, sino hiperbarroca, exuberante hasta lo selvático. Su virtud le trajo seguidores, lectores de culto, algunos de ellos lujosísimos como Cortázar, Vargas Llosa o Monsiváis, pero también le acarreó repulsas. Para sus no lectores, Lezama Lima es un ilegible, un oscuro, un escritor de formas inextricables. Yo estoy a medio camino entre los que lo veneran y los que lo rechazan: el barroquismo siempre me ha gustado y por ello me presumo permanente feligrés de Góngora, Quevedo, Carpentier, Lemebel y otros pocos que han hecho de ese modo, el barroco, un modo eminente del español. 

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19 de diciembre de 2010
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El Boomeran(g)
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