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Escrito por

Iván Thays

Iván Thays es escritor peruano (Lima, 1968) autor de las novelas "El viaje interior" y "La disciplina de la vanidad". Premio Principe Claus 2000. Dirigió el programa literario de TV Vano Oficio por 7 años. Ha sido elegido como uno de los esccritores latinoamericanos más importantes menores de 39 años por el Hay Festival, organizador del Bogotá39. Finalista del Premio Herralde del 2008 con la novela "Un lugar llamado Oreja de perro".

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Agustín Fernández Mallo en "To Be Continued"

Colifato. Ilustración de Pablo C. Revidiego El proyecto To Be Continued sigue viento en popa. Al primer capítulo, escrito por Santiago Roncagliolo, le han seguido tres autores jóvenes, elegidos por un jurado (entre los que me encuentro) sobre varios finalistas de mucho valor. Asimismo, las historias han sido ilustradas también con talento. Ya tenemos cuatro capítulos escritos y el quinto capítulo tendrá un escritor invitado: Agustín Fernández Mallo, que tendrá la complicada labor de darle una vuelta de tuerca a la historia del detective Colifato y el crimen en la cartelera del High School Music. Complicado lo que le toca al narrador español, pero seguro saldrá bien librado del reto (él, que no le teme a los retos y ha publicado una versión del borgiano El Hacedor, ni más ni menos). Si quieren ver los capítulos publicados hasta el momento, o saber cómo participar en el futuro, ilustrando o escribiendo continuaciones, pueden ir a la página web del proyecto.

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20 de febrero de 2011
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Neuman sobre San Valentín

San Valentin Andrés Neuman, irónico como siempre, ha dado en el clavo en todo este tema del día de San Valentín en su blog Microrréplicas. Esto es lo que escribió:

VALENTÍN ATRASA.  Me prometí no decir una palabra sobre San Valentín durante todo el día de San Valentín. Esta norma profiláctica no me impide referirme al asunto, ya de mucho mejor gana, 48 horas más tarde. Escribir sobre San Valentín es como aquello de regalar rosas: sólo resulta cursi una vez al año. En general, la actualidad parece más reveladora cuando se llega a ella con cierto retraso: como ojear periódicos viejos. Eso acabo de hacer con Le Parisien del 14 de febrero, cuya espantosa portada romántica se vuelve interesante, un punto trágica hoy, cuando ha pasado el tiempo y las parejas han vuelto a la rutina. El artículo principal se titula Cómo lograr que su pareja dure: las cinco reglas de oro. La quinta regla universal sostiene sin rastro de ironía: «Cree su propio modelo». Desarrollando un poco más la idea, desde aquí proponemos humildemente una sexta y última regla: «Pídale el divorcio en la Torre Eiffel». Los grandes finales siempre conquistan. ? 

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17 de febrero de 2011
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"Un lieu nommé Oreille-de-chien" en Banon

La villa de Banon

La librería Le Bleuet en Banon

Oreja de perro en versión Gallimard Mi novela Un lugar llamado Oreja de perro ha sido traducida al francés por la estupenda narradora argentina Laura Alcoba, bajo el nombre Un lieu nommé Oreille-de-chien, para editorial Gallimard. Salió a la venta el 3 de febrero y hace unos días un lector de Moleskine Literario me regaló esta bonita sorpresa: Mi libro en la mesa de novedades de una librería preciosa en una pequeña villa francesa, Banon, creada en el siglo XIV, donde además del queso de cabra y la lavanda los libros son una prioridad. Su librería solo cierra una vez al año. Gracias a Luis Aspilcueta por el regalo.  

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15 de febrero de 2011
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Dos escritores impresentables, y un desconocido

La literatura vende, a veces Edward Docx es un escritor británico del que, muy probablemente, ud. no ha oído hablar, así como tampoco yo. Stieg Larsson y Dan Brown son dos escritores (uno sueco y otro norteamericano) de los que quizá ud. (y yo) ha oído hablar demasiado. De eso se trata el artículo de Doczx, de cómo la ficción popular, sin tener argumentos de gran calidad, termina opacando cualquier otra literatura. Dice la nota en The Guardian y traducida en la Revista Ñ:

Estoy entrando en aguas turbulentas. Con Larsson ahora muerto y siendo un tipo tan decente, ¿cómo me atrevo a subir a cubierta para empezar a explicar ?en medio de las tormentas publicitarias y los gritos de Hollywood y la catarata incesante de las ventas? que este trabajo no es muy bueno ni siquiera según los criterios de su género? Bueno, porque, en mi opinión, necesitamos recordarnos la diferencia ?a falta de una mejor terminología? entre ficción literaria y ficción popular; porque, parafraseando mal al ensayista literario Isaac D?Israeli, ?me parece una miserable compulsión nacional sentirse gratificado por la mediocridad cuando tenemos ante nosotros lo excelente?. Hay que discernir muy bien acá porque a pesar de lo mucho que se ha escrito sobre este tema, el debate tiene mucho de teatralidad. Y esto sirve para ocultar (de ambas partes) una deshonestidad fundamental. Los defensores de la ficción popular no son sinceros en cuanto a las limitaciones, incluso de lo mejor de lo que hacen, siendo a la vez mordaces y falsos en cuanto a la ficción literaria (no hay historia, no pasa nada, etc.). Por su parte, los (igualmente poco sinceros) defensores literarios dicen: ?No nos culpen a nosotros, es culpa del editor ?son ellos los que ponen el rótulo a los libros y nosotros realmente no vemos la distinción?, o, peor todavía, adoptan la postura y el tono de malos actores recitando a Shakespeare y hablan de poesía y de profundidad sin que signifique demasiado ni convenza a nadie. Ambas posiciones son fraudulentas e indican algo (interesante) sobre la forma en que hablamos de literatura y cultura en líneas más generales. Vale la pena volver a abordar la diferencia, ya que todos parecen haberla olvidado o haberse vuelto cautelosos respecto de su articulación. Principalmente esto: que aun lo popular bueno (no Larsson ni Brown) es por definición una forma limitada de escritura. Existen convenciones y éstas limitan el material. Es la forma en que funciona la escritura y montones de personas que no escriben novelas parecen no entenderlo: si necesita un detective, si necesita que su héroe mate al maldito jefe de la CIA, si necesita bromas de compras falsamente feministas, fantástico; pero el correlativo de esas decisiones es una restricción en otras áreas. Si usted sigue las convenciones, un porcentaje significativo del pensamiento y la imaginación queda, entonces, fuera del ejercicio. Muchas decisiones ya están tomadas. De esto se desprende que lo popular tiende a depender de una psicología de lector más simple. Si usted tiene un cadáver en la primera página, la pregunta es: ¿quién lo mató y cómo llegó acá? Y la curiosidad estimula a los lectores durante el recorrido. Como lo hace, por ejemplo, una búsqueda del tesoro (Brown) o la injusticia (Grisham) o el formato de misterio de habitación cerrada (Larsson). Nada de esto significa que escribir buenas novelas de suspenso sea fácil. Sigue siendo difícil. Pero es más fácil. Esas también son las razones que hacen que un policial malo o una mala novela de detectives o de misterio parezcan mucho mejores que una novela literaria mala ?las razones de por qué puede incluso llegar a tener éxito. Aunque un libro popular sea malo, tenemos la curiosidad y la conciencia tranquilizadora de que el escritor finalmente se despachará en contra de las convenciones. La ficción literaria mala, en su mayor parte, carece de esas posiciones alternativas y por lo tanto es mucho peor. Para hacer una comparación: alguien puede decidir montar una gran cadena internacional de hamburguesas y vender millones de hamburguesas. O podría decidir abrir un solo restaurante que ofrezca una noche lasaña de anguila y al día siguiente codorniz bañada en regaliz. A todos nos gustan las hamburguesas y eso no tiene nada de malo. Pero seamos honestos: hay una gran diferencia tanto en la producción como en el consumo de las dos experiencias. Una vez más, vemos por qué la ficción literaria mala es mucho más aburrida que la ficción popular mala. Prestamos más atención al restaurante que afirma haber escogido cuidadosamente los ingredientes y que después empleó habilidad e imaginación para presentarlos en la mesa de una manera original, sorprendente, bella, inteligente y deliciosa. El fracaso en este segundo caso es por lo tanto mucho más irritante. Pero del mismo modo, si usted está en el negocio de la venta de hamburguesas, sus hamburguesas podrán parecer distintas ?puede condimentarlas? pero la verdad es que todas son esencialmente iguales; o se está en el negocio de las hamburguesas o no se está. Por eso los escritores populares no pueden afirmar que lo tienen todo. Pueden llevarse el dinero y las ventas y todo lo que los acompaña. Y podemos admirarlos sinceramente por hacerlo. Pero no habría que permitir que se salieran con la suya sugiriendo que estas cosas nos dicen algo sobre el valor intrínseco o el alcance de su trabajo. Tomemos por ejemplo al [best-séller] Lee Child hablando del tipo de sucedáneo de basura machista que confunde tanto la cuestión: ?El concepto de thriller es: por qué los humanos inventaron la narración hace miles de años. (¿Sí) El mundo era peligroso y estaba lleno de miseria, de ahí que quisieran la experiencia indirecta de sobrevivir al peligro. (¿De verdad?) Es el único género real y todo el resto se desarrolló al costado como lapas. (¿En serio? ¿Lapas?) Yo podría perfectamente escribir una obra de ficción literaria. (No, no podrías.) Me llevaría tres semanas (Seguro que no). Vendería unos 3 mil ejemplares (lo dudo) y sería por lo menos igual de buena que una de la competencia (De ninguna manera). Pero los autores literarios no pueden escribir thrillers. Pueden intentarlo a veces, pero nunca pueden hacerlo. (Crimen y Castigo)?. Me encantaría terminar este artículo abordando las falacias del relativismo, exponiendo los otros errores de concepto que rodean a la ficción popular y la literaria (hay que enfrentarse con la clase) y luego redondear todo con una serie de extractos de cualquier cantidad de buenos novelistas contemporáneos a los que amo ?Franzen, Coetzee, Amis, Proux, Ishiguro, Roth? para ilustrar nuevamente la feliz, rica y texturada diferencia. Pero no hay suficiente espacio. Nuestra cultura está cada vez más congestionada. Existe una enorme presión sobre los libros, una particular presión sobre la ficción y la mayor presión de todas sobre la ficción literaria. Y sin embargo, el idioma, no el fútbol, es nuestro mayor regalo al mundo. De modo que si queremos salvar nuestra excelencia en esta materia de su lenta extinción, simplemente debemos encontrar la forma de exponer más los mejores escritores del idioma a los vagones de gente de una punta a la otra del país que evidentemente siguen teniendo la voluntad y la capacidad de comprar novelas para el viaje. Porque en este momento ?mientras usted lee esto? están siendo sometidos a un intercambio atrozmente malo (y traducido) entre el personaje A y el personaje B en un barco sueco averiado sobre la creación de una industria polaca destinada a fabricar envases para la industria alimentaria. Merecen algo mejor.

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15 de febrero de 2011
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Las memorias de Charles Simic

Charles Simic Charles Simic es un gran poeta, quizá el mejor de lengua inglesa de la actualidad. Pertenece (como Nabokov o Conrad) a la estirpe de los emigrados, los que adoptan un idioma. Nació en Belgrado y sus memorias, al parecer escritas con sentido del humor y precisión poética como toda su obra, tituladas Como una mosca en la sopa, han sido editadas en España por Vaso Roto ediciones. Dice la reseña de Luis Muñoz en Babelia:

Su poesía establece relaciones directas entre las cosas y lo que podríamos llamar su representación imaginativa. Los poemas son recuerdos construidos con materiales de la imaginación, ideas confeccionadas con retales de recuerdos o estados de conciencia ilustrados con imágenes. Pero son, sobre todo, el laboratorio en el que cristalizan algunas certezas y en el que las sensaciones y las experiencias de la fantasía se convierten en formas primordiales de conocimiento. Su acercamiento a la realidad es abierto, expectante, poroso, el de alguien que, como Simic escribe a propósito de una serie de poetas de su preferencia, no ha decidido aún qué es la realidad. El primer acierto de Una mosca reside en su tono. Los avatares familiares, la distante relación entre los padres, los juegos a la guerra en plena guerra, los intentos de escapar del país, el paso por distintas cárceles, las largas colas en París para obtener un permiso de residencia, la aventura americana, la recuperación de la figura del padre, los ejemplos de relación directa entre la alegría y una buena comida, el descubrimiento del amor, el jazz, el cine y la poesía, están contados como una charla tranquila con lectores en una sala pequeña. Parece echar a rodar a su memoria y a sus pensamientos delante de nosotros y la voz que escuchamos es la de un confidente brillante y sereno que elige, gracias a la perspectiva de los años vividos, con qué se queda. Si ponemos frente a frente Una mosca y sus poemas, la operación resulta fascinante: encontramos observaciones, imágenes, fraseos, misterios comunes y, en unas pocas ocasiones excepcionales, dos versiones de los hechos, que darían para un enjundioso estudio sobre las fronteras entre los géneros literarios. Pero lo que sobresale es el poder de propulsión vital y la coherencia de un mundo poético que no ha dejado de explorar en los estímulos secretos, en la energía palpitante de lo que le rodea.

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13 de febrero de 2011
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Gordon Lish no solo tacha

Gordon Lish Gordon Lish pasará a la fama por haber tachado párrafos, páginas enteras, de los primeros libros de Raymond Carver. Algunos incluso dicen que es el verdadero autor del estilo Carver, y que sin él Ray no sería nadie. Exagerados. Quienes quieren comprobar el verdadero genio de Lish no deben leer las obras de Carver, sino los propios libros que Gordon publica, a razón de una docena. Hace unos años, Periférica editó Perú. Ahora publica Epígrafe. Andrea Aguilar lo entrevista para ?Babelia?.  Aquí algunas preguntas:

PREGUNTA. ¿Por qué decidió escribir? RESPUESTA. Siempre he escrito, desde pequeño. Paré cuando tenía 22 o 23 porque me rechazaron un cuento. Luego escribí dos novelas fruto de mi experiencia en el loquero. Una se llamaba Oda a la locura -¡Dios, hasta los títulos son vergonzosos?!-. Iban a ser publicadas pero no quise hacerlo por mis padres. No volví hasta que tenía 45 o 46 años para mantener a la familia, a las exmujeres, esas cosas. P. Su primer libro, Dear Mr. Capote, era una carta, un género que retomó conEpígrafe. R. Originalmente, eran dos cartas, una dirigida a Capote y otra a Norman Mailer, y la segunda daba la vuelta al texto. Era algo ingenioso, pero a mi editor y a mi agente les pareció demasiado. Presionaron para que lo quitara y cedí. No debí haberlo hecho, era mejor el original, al menos era defendible. P. ¿Qué hace a un buen escritor? ¿Y a un buen editor? R. Como cualquier otra cosa en la vida, se trata de convicción. Tienes que estar dispuesto a jugártelo todo. Debes buscar el riesgo en la medida en que puedas. ¿Hay o no música en las frases? P. ¿Es la misma receta para ambos? R. Cuando se edita el trabajo de otro ¿qué música buscas escuchar, la tuya o la suya? El texto es como un cuerpo y la relación que tienes con él como editor o escritor debe ser entendida como una relación social. El único criterio son los arrestos, el volumen, la pervivencia de la canción. Uno quiere sacar de cualquier acto de la vida eso que necesariamente merece ser perpetuado. P. ¿Por qué escribe libros de cartas? R. Las cartas son fáciles. Puedo reconocer lo que es una buena novela en un instante. Y arreglar las estructuras o reconocer el genio en el trabajo, pero en mis escritos no sé hacerlo, no puedo copiar o imitar. P. Pero imitó a J. D. Salinger. R. Cuando estaba en Esquire publicamos el cuento For Rupert, with no promises y no iba firmado. La revista se agotó. La gente pensó que lo había escrito Salinger o Cheever o Updike. Luego se descubrió que había sido yo. Lo hice como un homenaje, y Salinger consideró que era algo despreciable. P. ¿Cómo habría editado a Salinger? R. No habría cambiado ni una coma. Es un prodigio. Su vida me parece fascinante. P. ¿Su espíritu rebelde? R. No, es el misterio. Mi hija mayor fue compañera de clase de aquella chica que vivió con él, Joyce Maynard. Uno se pregunta cómo pudo Salinger someterse a semejante ser humano y no haber visto la esencia. A Holden Caufield no se le habría escapado. Cabe pensar si en los primeros textos que publicó esta joven y que llamaron la atención de Salinger ya estaba la semilla de lo cutre y lo mediocre. P. ¿Ha sentido inseguridad como escritor por su celo de editor? R. Si fuese capaz de crear cosas como las que escriben DeLillo o McCarthy no creo que insistiera tanto en corregir. Lo que me puso en marcha fue la idea de posar primero como persona literaria y luego como escritor. P. ¿Por qué usó su nombre y el de su mujer en Epígrafe? R. El libro no hubiera existido sin la enfermedad de mi esposa, una esclerosis amiotrófica. Meter nuestros nombres subía las expectativas, convertía la escritura en una acción mucho más excitante. P. ¿Qué necesitan aprender los escritores? R. Que lo que hacen importa. P. ¿Cómo son los estudiantes hoy en día? R. No quieren ser amateurs. ¡Contratan publicistas! Siento que soy el cazador entre el centeno que impedirá que esos chicos se conviertan en un producto.

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12 de febrero de 2011
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Melania Mazzucco entrevistada

Melania Mazzucco Melania G. Mazzucco estuvo en España para presentar su nueva novela, editada por Anagrama, La larga espera del ángel. Una novela biográfica (parece que está de moda eso de recrear vidas célebres) sobre la agonía del pintor Tintoretto y el repaso de su vida y de su época. Alberto Ojeda la entrevista para El Cultural. Aquí algunas respuestas: 

Pregunta.- Reconoce que hace unos años no sabía apenas nada sobre Tintoretto. ¿Cómo surgió su interés por este pintor?Respuesta.- El interés se me despertó cuando vi en la iglesia veneciana de la Maddonna dell?Orto su cuadro Presentación de la virgen en el templo. Me conmovió mucho cómo un pintor del Cinquecento presenta el destino de la niña y cómo se ocupa del mundo femenino, porque el cuadro está lleno de mujeres. Me desconcertó porque yo tenía una idea muy diferente de Tintoretto. En la escuela me habían dicho que eran un pintor manierista, de la contrarreforma? Nada que ver con lo que estaba viendo. Entonces empiezo a investigar más sobre él, a viajar a Venecia a menudo, y me compruebo que la niña del cuadro es Marietta, su hija ilegítima, una mujer fascinante, también pintora, de la que se había perdido su rastro, y con la Tintoretto mantuvo una relación de amor absoluto. P.- La relación de Tintoretto con esta hija ilegítima que nació de su relación con una prostituta alemana trascendió lo estrictamente paternofilial?R.- Fue una relación muy compleja; una relación entre creador y criatura, se podría decir. Tintoretto marcó casi todos lo pasos de esta hija. La obligó a casarse con quien él quería y también fue él quien le enseñó a pintar. Ella fue seguramente su mejor alumna, pero acabó renunciando a su libertad por seguir las exigencias paternas, hasta quedar prácticamente disuelta en la excesiva protección de Tintoretto. Es algo que llama la atención, porque él tuvo otras cuatro hijas legítimas, pero nunca se preocupó por ellas tanto como por Marietta. En esa época las hijas ilegítimas eran, por lo general, abandonadas a su suerte. Fue una relación de amor absoluto, en la que él deseo también estaba presente. P.-¿Por qué decidió contar la historia con la propia voz de Tintoretto, en primera persona? R.- Eso ha sido una de las cosas más difíciles en la escritura de la novela. Tintoretto era un pintor muy temerario, le gustaban pintar cuadros que le plantearan alguna dificultad o algún desafío. Era un hombre que se arriesgaba en sus decisiones, estéticas y vitales, y yo creía que si escribía sobre él también me debía arriesgar, para intentar estar a su altura. También lo creí necesario porque Tintoretto fue el creador de la historia de su hija Marietta, él contó y escondió lo que quiso. En realidad, fue como su biógrafo. P.- En su opinión, ¿qué cualidades hacen de él un pintor especial? Decía Sartre que fue ?el primer cineasta?. R.- Fue un pintor muy avanzado para su tiempo, muy moderno. Su pintura te impacta en cuanto la ves: sus cuadros y sus personajes son los que te observan a ti, y no al revés. Además fue capaz de pintarlo todo. Ha pintado a Jesucristo y muchas escenas religiosas, la mitología griega y muchos retratos de sus contemporáneos. Pinta príncipes, nobles y obispos mirándoles cara a cara, sin intimidarse por su cargo o por su estatus social. Los miraba simplemente como a seres humanos. Fue también un pintor muy intelectual, que manejaba textos condenados por heréticos. Estaba continuamente investigando sobre la religión. Era una mente muy inquieta, siempre a la búsqueda. No en vano, se le definía como el cerebro más terrible de la pintura. 

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11 de febrero de 2011
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¡Despedida!

carátula de la saga La creadora de Crónicas vampíricas (The Vampire Diaries), una saga de novelas y una serie de TV, L.J. Smith, ha sido despedida por Harpers Collins. La saga será concluida por otra autora. Así estamos ahora. Ya no se compran libros sino personajes, conflictos y locaciones. Las editoriales son las dueñas del proyecto.  Dice la nota:

Mientras que Smith fue quien concibió los personajes, su mundo, y las reglas, HarperCollins tiene la propiedad del proyecto y sus derechos de autor. Al parecer, el conflicto surge cuando HarperCollins considera que Smith se está alejando en los últimos libros del carácter de la original de la saga por lo que decide despedirla. Sin embargo, es la propia Smith quien en su página web sugiere a los seguidores de la saga que sigan leyendo sus libros y que no se sientan mal en su nombre. ?Quiero pedir a nadie intente boicotear a Harper?s. Simplemente no tiene sentido. A pesar de que yo quería y todavía quiero más que nada poder seguir la serie ?The Vampire Diaries?, no tiene sentido no publicar nuevos libros?, explica en su web. Y recuerda que a los fans de Bonnie, Damon, Stefan y Elena les pueden gustar los ?nuevos libros?. La serie de televisión -con el mismo nombre- aparentemente no se ha visto afectada por esta noticia.

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10 de febrero de 2011
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Juan Marsé regresa a la novela

Juan Marsé Caligrafía de los sueños (Lumen) es la nueva novela de Joan Marsé, la primera después de ganar el Cervantes. Una novela que tiene como protagonista a Ringo, un adolescente cuya vida puede asimilarse a la del mismo autor.  Una entrevista de Sergi Doria en el ABC nos trae estas preguntas:

?Esa evocación de sus padres adoptivos, del anticlericalismo paterno y la madre enfermera, el taller de joyería y el tostadero de café donde trabaja el joven Ringo? ¿Estamos ante su novela más autobiográfica? ?Me gustaría decir que todo es inventado. Me gustaría jurarlo. Porque tendría más mérito, y a menudo, más solvencia. Porque en este país, después de lo visto y oído ?y lo que nos queda por ver y oír, me temo?, yo doy más crédito a la ficción que a eso que llamamos realidad. Pero sí, algo de eso que todos hemos convenido en llamar realidad testimonial está en algunos episodios de la novela. Algunas situaciones retocadas, reinventadas, otras tan verídicas y asombrosamente vividas que a mí mismo me cuesta creer que ocurrieran. ?El padre de Ringo es anticlerical y está obsesionado por combatir a las «ratas azules» que infestan la posguerra; pertenece al bando de los vencidos pero su hijo se niega a compartir esa conciencia de la derrota y busca su propio futuro? ¿Rompe esa actitud con anteriores novelas? ?No lo sé. Si mis anteriores novelas fueran claramente autobiografías enmascaradas ?lo son sólo hasta cierto punto?, quizá podría distinguir esa diferencia. Pero creo que no es el caso. Mi padre constituye en varias de mis novelas un cierto subtema: el de una ausencia, una no presencia que de algún modo se nota. El padre ausente está siempre ahí, es una constante, pero nunca el tema central. En «Caligrafía de los sueños» está más presente y activo, pero sigue siendo un personaje del que no hay que fiarse mucho, aunque es un hombre de palabra. En realidad, sigue siendo un fantasma, pero se deja ver más, y sus actos son menos de fiar que sus palabras. Fue un «comecuras» inofensivo, y sobre todo un hombre que estimuló mi imaginación. ?Han pasado diez años desde «Rabos de lagartija», su última incursión en el territorio de la memoria. ¿?Caligrafía de los sueños? es una forma de recapitular su imaginario? ?No me planteé ninguna recapitulación. Volver, por el gusto de hacerlo, a escenarios transitados alguna vez y recrear atmósferas y personajes y algún que otro suceso que ya fueron visitados, no me apetecía en absoluto. La verdad es que yo quería hacer algo distinto, en cada novela me propongo algo distinto? aunque trabajando siempre con lo que alguien llamó «materiales de derribo», de modo que el resultado siempre se parece. Es como aquello de la cerveza de barril embotellada que contaba mi amigo Bryce Echenique: es la misma, pero distinta.

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10 de febrero de 2011
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Antonio Ungar delirante

Antonio Ungar La novela ganadora del Premio Herralde 2010, Tres ataúdes blancos de Antonio Ungar ya consiguió, en pocos meses, varias ofertas de traducción. Al italiano, francés, holandés y alemán. Una fantasía delirante, una nueva versión de la novela sobre dictadores latinoamericanos. Alejandro Soifer escribe para Página12 una reseña muy positiva de la novela del colombiano. Dice:

Ambientado en un futuro muy cercano, en una república caribeña dominada por una casta política corrupta y decadente, espacio al que el narrador llama Miranda, el primer cuarto del relato nos introduce de forma aletargada y minuciosa a ese mismo narrador: un hombre antisocial y solitario que vive con su padre y se preocupa obsesivamente por minucias. Pero luego, tres balas disparadas a la cabeza del líder de la oposición al régimen semidictatorial de la República de Miranda y el parecido físico del narrador con el asesinado se entrelazan para darle forma a un plan urdido por los más cercanos amigos del difunto: hacer pasar a nuestro narrador por dicho líder como única esperanza de generar un cambio democrático en el país arrasado, desde hace décadas, por el terrorismo de Estado en un sistema político dominado por el miedo burgués. Este será el punto de partida de la trama en un camino, de a ratos acelerado y enloquecido, que contendrá todos los elementos de una novela de folletín: romance, persecuciones, crímenes, acción, muerte y algunas metarreflexiones del narrador acerca de su propio texto. (?) lejos de ser un intento de literatura realista, el texto trabaja temas complejísimos y trágicos (desapariciones forzadas de personas, campos de exterminio, exilios, entre muchos otros) desde cierto juego irónico que motoriza una reflexión sobre lo que es verdadero y lo que es payasesco en el contexto político contemporáneo o pronto a suceder en América latina. Con un presidente totalitario, retacón y petiso al punto de no llegar a tocar el piso con sus pies sentado en una silla, al que el narrador llama Tomás del Pito y algunos de los juegos de palabras que ese nombre habilita, queda evidenciado que el tono de la novela será, mayormente, sarcástico y zumbón. La proliferación de voces que se entrecruzan y la configuración de las hazañas que motorizan el relato se tornan fatigosas cuando se las excluye del tono de burla, y corren el serio riesgo de fosilizar una idea arcaica sobre la realidad latinoamericana. Sin embargo, la pura burla en sí parece una forma un tanto endeble para sostener sobre sus vigas todo el peso de la novela. Los mecanismos producen un relato posmoderno algo ligero, que no deja de entretener, con una vociferación política un tanto ambigua que conforman en su totalidad un thriller edificado en una prosa resistente que es más de lo que suelen ofrecer este tipo de novelas. 

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9 de febrero de 2011
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El Boomeran(g)
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