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Escrito por

Iván Thays

Iván Thays es escritor peruano (Lima, 1968) autor de las novelas "El viaje interior" y "La disciplina de la vanidad". Premio Principe Claus 2000. Dirigió el programa literario de TV Vano Oficio por 7 años. Ha sido elegido como uno de los esccritores latinoamericanos más importantes menores de 39 años por el Hay Festival, organizador del Bogotá39. Finalista del Premio Herralde del 2008 con la novela "Un lugar llamado Oreja de perro".

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24 tras el Príncipe Asturias de las Letras

Rodrigo Rey Rosa, candidato al Príncipe Asturias de las letras El Premio Príncipe Asturias de las Letras 2012, que se entrega este 6 de junio, tiene a 24 autores como candidatos, de 19 países. El jurado solo ha adelantado a algunos de los candidatos, se supone que los más fuertes, para suceder a Leonard Cohen. Entre ellos destaca el escritor guatemalteco Rodrigo Rey Rosa. Otros candidatos anunciados: Lobo Antunes, Cees Nooteboom, Jonathan Franzen, Alice Munro y Yan Lianke. Aquí la nota: 

Son 24 los escritores que encuentran en carrera para obtener el quinto galardón de esta edición del Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2012. Anualmente se entregan ocho trofeos a aquellas personas cuya labor de creación literaria represente una contribución relevante a la literatura universal. Entre ellos se encuentran el escritor guatemalteco Rodrigo Rey Rosa, el estadounidense Jonathan Franzen, la canadiense Alice Munro, el chino Yan Lianke, el portugués António Lobo Antunes y el holandés Cees Noteboom. El jurado -integrado por el director de la Real Academia Española, José Manuel Blecua, la catedrática de literatura Rosa Navarro, el filólogo Fernando Rodríguez Lafuente y la decana de Artes y Humanidades de la Universidad de Harvard, Diana Sorensen- se reunirá el martes y el miércoles de la próxima semana en la ciudad de Oviedo para elegir al ganador de este galardón, quien recibirá como premio un diploma, una insignia, una escultura de Joan Miró y 50 mil euros. El año pasado, el premio fue recibido por Leonard Cohen por hacer “una obra literaria que ha influido en tres generaciones de todo el mundo a través de la creación de un imaginario sentimental en el que la poesía y la música se funden en un valor inalterable”, resaltó en esa oportunidad el jurado. Desde 1981 el Premio Príncipe de Asturias de Las Letras ha distinguido a personajes como José Hierro, Miguel Delibes, Gonzalo Torrente Ballester, Juan Rulfo, Pablo García Baena, Ángel González, Mario Vargas Llosa y Rafael Lapesa, entre otros.



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4 de junio de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Donceles 815. Acuda en persona. No hay teléfono.

ilustración: Barnett Newman LEES ESE ANUNCIO: UNA OFERTA DE ESA NATURALEZA no se hace todos los días. Lees y relees el aviso. Parece dirigido a ti, a nadie mas. Distraído, dejas que la ceniza del cigarro caiga dentro de la taza de te que has estado bebiendo en este cafetín sucio y barato. tu releerás. Se solicita historiador joven. Ordenado. Escrupuloso. Conocedor de la lengua francesa. Conocimiento perfecto, coloquial. Capaz de desempeñar labores de secretario. Juventud, conocimiento del francés, preferible si ha vivido en Francia algún tiempo. Tres mil pesos mensuales, comida y recamara cómoda, asoleada, apropiada estudio. Solo falta tu nombre. Solo falta que las letras mas negras y llamativas del aviso informen: Felipe Montero. Se solicita Felipe Montero, antiguo becario en la Sorbona, historiador cargado de datos inútiles, acostumbrado a exhumar papeles amarillentos, profesor auxiliar en escuelas particulares, novecientos pesos mensuales. Pero si leyeras eso, sospecharías, lo tomarías a broma. Donceles 815. Acuda en persona. No hay teléfono. Recoges tu portafolio y dejas la propina. Piensas que otro historiador joven, en condiciones semejantes a las tuyas, ya ha leído ese mismo aviso, tornado la delantera, ocupado el puesto. Tratas de olvidar mientras caminas a la esquina. Esperas el autobús, enciendes un cigarrillo, repites en silencio las fechas que debes memorizar para que esos niños amodorrados te respeten. Tienes que prepararte. El autobús se acerca y tu estas observando las puntas de tus zapatos negros. Tienes que prepararte. Metes la mano en el bolsillo, juegas con las monedas de cobre, por fin escoges treinta centavos, los aprietas con el puño y alargas el brazo para tomar firmemente el barrote de fierro del camión que nunca se detiene, saltar, abrirte paso, pagar los treinta centavos, acomodarte difícilmente entre los pasajeros apretujados que viajan de pie, apoyar tu mano derecha en el pasamanos, apretar el portafolio contra el costado y colocar distraídamente la mano izquierda sobre la bolsa trasera del pantalón, donde guardas los billetes. Vivirás ese día, idéntico a los demás, y no volverás a recordarlo sino al día siguiente, cuando te sientes de nuevo en la mesa del cafetín, pidas el desayuno y abras el periódico. Al llegar a la pagina de anuncios, allí estarán, otra vez, esas letras destacadas: historiador joven. Nadie acudió ayer. Leerás el anuncio. Te detendrás en el ultimo renglón: cuatro mil pesos. Aura, Carlos Fuentes Homenaje a los 50 años de la publicación de uno de los libros más significativos del castellano.



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1 de junio de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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"Los americanos están convencidos de que pueden comprarle su propia vida a la muerte"

Lionel Shriver en Barcelona. Foto: Antonio Moreno La historia de los sueños de la clase media que se derrumban, las súbitas enfermedades que derrocan todas las ilusiones, los pésimos seguros de salud, todo eso que tememos tanto, de todo eso se trata la nueva novela de la extraordinaria escritora norteamericana Lionel Shriver (la película basada en su genial novela Tenemos que hablar de Kevin vale mucho la pena), publicada por Anagrama, Todo esto para qué. Ella estuvo en Barcelona para presentar su libro, el tercero que edita en castellano (también es muy recomendable El mundo después del cumpleaños) y ahí la entrevistó Laura Fernández para “El Mundo”. Dice la nota:

“El sistema sanitario estadounidense me exaspera”, dice la escritora, que vive en Londres desde hace 20 años. “Si tuviera una enfermedad terminal querría poder decir ‘no’ a todo eso. Poder decir no a arruinar a mi familia por intentar alargar un poco una vida que ya no es mi vida”, añade. Lionel no cree que “todas las formas de vida sean sagradas”. Tampoco, la deTerry Schiavoo, cuyo caso discuten los personajes de ‘Todo esto, para qué’. “Esa mujer apenas tenía actividad cerebral, ¡era una ameba! Y su caso llegó al Congreso de Estados Unidos. Es muy típico de los americanos ir en favor de la más mínima forma de vida que exista”, sentencia. Shep Knacker, el verdadero protagonista de la historia, el héroe de ‘Todo esto para qué’, es un tipo hecho a sí mismo (todos los personajes de Shriver lo son) que no fue a la universidad pero montó una empresa de lampistería que muy pronto se convirtió en una súper empresa. Una empresa que Shep vendió hace ocho años por un millón de dólares a uno de sus empleados, creyendo que por fin había llegado el momento de marcharse a ese paraíso del Tercer Mundo con el que lleva soñando desde que a los 16 años visitó Kenia y descubrió que la gente era mucho más feliz allí, con muchas menos cosas. Pero su mujer ha estado posponiendo la mudanza hasta el momento en el que arranca el libro. Decidido a irse, Shep compra los billetes y la misma noche en que le dice a su mujer que piensa marcharse con o sin ella, ella le cuenta que acaba de descubrir que tiene cáncer. Empiezan los gastos. Con su acostumbrada fiereza narrativa, Shriver detalla cifras (los 40.000 euros de una única sesión de quimioterapia) y maneras de actuar de las aseguradoras, y confiesa que ella misma, como Shep, viajó a Kenia con 16 años y descubrió que otro mundo era posible, un mundo en el que la gente sonreía sin pensar en lo que tenía o dejaba de tener. “Por televisión sólo vemos imágenes de gente muriéndose de hambre, pero cuando estás allí, descubres que son más felices que nosotros, viviendo sólo la vida, sin pensar en lo que pasará mañana, disfrutando el momento”, cuenta. Volviendo al tema de la enfermedad, “sé que es un libro incómodo porque nadie quiere oír hablar del cáncer, pero estamos conviviendo con él, y la ficción sirve para eso, para hablar de todo aquello que queremos evitar, de una manera diferente”. Su la novela no se centra únicamente en el tema del cáncer (una extraña variante que tiene como origen la exposición de la protagonista, Glynis, la mujer de Shep, al amianto, el material aislante con el que se trabajaba en los 70 y que luego se prohibió por cancerígeno), sino en el tema de la enfermedad y en lo que cuesta estar vivo. “Quería ampliar el círculo a todos los tipos de enfermedades. Flicka representa a aquellos que ya nacen enfermos y que no saben lo que es estar sanos y lo que eso significa para su familia, a nivel de gastos; Jackson representa a la clase de catástrofe médica que nos buscamos nosotros mismos, es decir, estando sanos, queremos perfeccionar alguna parte de nuestro cuerpo y un error convierte el sueño en una pesadilla; y el padre de Shep, la vejez asociada a una época en la que los hijos tienen que pagar por cada día que vive de más su padre”, explica. “Los americanos creen que la vida puede comprarse. Creen que si siguen pagando se van a salvar. Seguro. Están convencidos de que pueden comprarle su propia vida a la muerte. Pero las cosas no son así”, dice la escritora, que cree que el Gobierno funciona “como una gran empresa que sólo busca enriquecerse más y más, enriquecerse hasta el infinito y enriquecer con ello a sus amigos contratistas”. Alérgica a los subsidios que mantienen “hasta a cuatro generaciones de una misma familia” sin trabajar en el Reino Unido (“aquí, el 25% de la clase trabajadora vive de subsidios, en muchos casos, heredados”, dice, indignada), la escritora es partidaria de un Estado que controle el mínimo posible el dinero. Un Estado más pequeño. “Cuando les dejas entrar, lo único que hacen es robar. Si dejas que controlen parte de tu dinero, dejas de ser libre”, concluye.



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31 de mayo de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Mario Bellatin reseñado

carátula de la novela Violeta Gorodischer reseña el libro Disecado de Mario Bellatin (editorial Sexto Piso) para Radar Libros. Una buena reseña, interesante, aunque el título, “Y mañana será Aira”, es equívoco. Equívoco en varios sentidos: en primer lugar, porque no hay escrituras tan diferentes como las de Aira y Bellatin. Son tan distintas que casi llegan a ser opuestas. Mientras que en Aira abunda la ramificación, el absurdo o el disparate, el dislocamiento en varios fragmentos y la extensión arbitraria de una idea mínima hasta hacerla ocupar 70 páginas en promedio; en Bellatin ocurre lo contrario, un proceso de constricción, parecido a la deshidratación de los alimentos, que constriñe y comprime novelas de temas complejos y extensos (que abarcan desde lo autobiográfico a la espiritualidad, desde los conflictos sociales transmutados -nunca camuflados- a la pregunta por la creación artística) en obras brevísimas. Y en segundo lugar, porque el título podría conducir a pensar que Bellatin está buscando acceder al privilegio de ser el sucesor de Aira, y no es así. Mario Bellatin, y es mi opinión pero creo que compartida por muchos, es el escritor latinoamericano más insólito, inclasificable e incomparable que existe en la actualidad. Verlo como sucesor de Aira, o de cualquier otro escritor, por más experimental que este sea, es perder la noción de lo que la obra de Bellatin es ahora mismo: un complejo organismo que incluso excede lo literario. Y la reseña de Gorodischer, justamente, subraya ese carácter compacto, insólito e incomparable que “nos deja sin palabras”.  Dice la reseña:

“Quisiera ubicarme dentro del texto, fundido en los vacíos que originan las palabras?, dijo alguna vez Mario Bellatin, anticipando lo que ahora, en Disecado, ya no puede disimular: que para él lo interesante no está en el texto sino en otra parte. Después de Canon Perpetuo, Efecto Invernadero, Salón de Belleza, Damas Chinas y una obra tan compacta como prolífica, Bellatin por fin hace carne su deseo en este nuevo libro. No es que haya un cambio radical con lo que venía escribiendo: si hasta ahora su obra fue adoptando la forma de patchworks (papeles, plaquettes, performances) es porque nunca consideró que el libro fuera importante. Por otra parte, siempre redujo a cero la figura de autor: desde las citas falsas dentro y fuera de su universo narrativo, hasta la organización de un congreso de escritores con dobles de Margo Glantz, Sergio Pitol, Salvador Elizondo y José Agustín, o aquella famosa reseña de Kawataba a partir de fragmentos críticos de su propia obra. Y Disecado, de alguna manera, vendría a ser la evolución natural de todas esas apuestas, tal vez su jugada más arriesgada: aquí no hay historias, ni personajes, ni autor. Un libro terminal, tendiente a la no escritura. Todo empieza cuando el narrador ve aparecer a los pies de su cama a una suerte de fantasma llamado Mario Bellatin que, a su vez, tiene información del autor mexicano ya muerto. El narrador decide entonces bautizar a este ser como ¿Mi yo?, y se dedica a escuchar pasivamente un discurso en donde la intertextualidad entre vida y obra no se hace esperar. Mientras cambia de apariencia hasta convertirse en un derviche girador (y aquí no olvidemos que Mario Bellatin se hizo devoto del sufismo hace ya varios años), el fantasma monologa un relato alucinado en el que aparecen múltiples referencias a la obra de Bellatin, incluyendo la revelación de que la muerte de Bellatin fue a causa de la enfermedad que le contagió un actor cuando el escritor adaptó la novela a pieza teatral. De ahí a la travesti que recita Nietzsche, el masajista ciego de los subtes o el niño experto en canarios no hay más que un paso y no queda muy claro hacia dónde; en qué momento se tuerce el rumbo de la narración. La asociación de hechos es arbitraria y se tiñe de la confusión de los sueños: el silencio se materializa a través de nexos narrativos sin conexión entre sí. De esta manera, el deseo del personaje se duplica en la acción real: lo que busca Bellatin, en cualquiera de sus formas, es ?escribir sin escribir?. Hacer avanzar la trama sin que haya conflicto. Incluso, sin que los lectores entiendan cómo, por qué llegaron hasta ahí. Como si aquellos vacíos de las palabras empezaran a hacerse visibles a partir de estas estrategias. La segunda parte del texto es una nouvelle llamada El pasante de notario Murasaki Shikibu. Y es tanto más confusa que la primera, que el lector desprevenido no sabrá ya qué hacer. Básicamente, porque se trata de un chiste compartido entre Bellatin y su íntima amiga Margo Glantz, que aparece como ?Nuestra Escritora?. Un viaje a las cuevas de Ajanta, en India; un impulso de la mujer que la lleva a subir corriendo los cinco mil escalones hasta perderse en las cuevas, y una serie de metamorfosis que la hacen transformarse en Murasaki Shikibu, la autora japonesa de Genji Monogatari, y luego en un simple pasante de notario, son las líneas ¿argumentales? de la historia. La única explicación lógica para esta secuencia delirante emparentada con la escritura de César Aira es recurrir al ping pong literario entre Bellatin y sus amigos. Se trata más bien de una forma extratextual de entender la literatura, porque así como ahora Bellatin parodia a Glantz, ella se encargó antes de hablar del narcisismo del escritor en la película Invernadero, de Gonzalo Castro. Para terminar, en el final de ambos relatos, Bellatin incluye una lista de ?tips? para analizar los relatos: ?Fíjense?, dice y enumera: ?Explicar la importancia de la presencia del perro sin pata trasera en la vida de Mario Bellatin?. ?Ver quiénes eran los dobles de los escritores que se presentaron en París.? ?El personaje ¿Mi yo? se transforma en una letra para pasar a ser después el propio Mario Bellatin.? Una burla del carácter programático de los textos en general. Una manera de mostrar, por si quedaban dudas, que el suyo es un libro inexplicable. Un libro que, fiel al deseo de su autor, nos deja sin palabras.



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30 de mayo de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Javier Marías: "La Marca España me trae sin cuidado"

Javier Marías En el Círculo de Bellas Artes de Madrid, con motivo de un número doble de la revista Ínsula dedicada a él, se la he rendido homenaje a Javier Marías. Una serie de intelectuales y profesores han dedicado jornadas a su obra y Domingo Ródenas, de la Universidad Pompeu Fabra, no ha dudado en declarar que es el escritor español más prestigioso en el extranjero. Winston Manrique estuvo presente y lo resume así para El País. Dice la nota:

“Marías es el escritor español más prestigioso en el extranjero. ¿Por qué? “Por ser uno de los novelistas europeos más renovadores?, afirma Domingo Ródenas, de la universidad Pompeu Fabra, de Barcelona. ?Ha desarrollado un estilo que no es un aspecto meramente formal sino una manera de contemplar el mundo. Su escritura es el pensamiento en acción, y a él asistimos los lectores?, asegura Alexis Grohmann, de la Universidad de Edimburgo. ?Su obra es un canto a la sensibilidad, y expresa la profundidad del pensar?, explica el experto argentino Agustín Casalía. A elogios y palabras como las anteriores Marías (Madrid, 1951) sólo atina a decir: ?Leer las cosas que se escriben sobre lo que uno ha escrito no es fácil. A veces son iluminadoras, o tristes. Y yo creo que, queramos o no, en uno influye la opinión de los lectores, de los críticos y de la sociedad en general porque de una u otra manera devuelven la imagen de la cual es imposible hacer caso omiso? (…)  ?Es un autor sumamente europeo en el sentido de mirada cosmopolita y más allá de lo exclusivamente español. Escribe desde el mismo centro de Europa y su Historia?, según Grohmann. Marías dice que su literatura es española ?porque no puede ser otra cosa?. Recuerda que ha vivido fuera pero su infancia y vida son de aquí. Otro cosa es que siempre ha oteado el exterior y se ha nutrido del legado de la literatura universal lo que ha hecho que su obra registre un tipo de personajes, situaciones y estructuras narrativas que no corresponden a lo más típico español. No comparte el patrioterismo generalizado: “La ‘marca España’ me trae sin cuidado. La cultura española no es englobable. Me interesan los individuos”. Sobre los recortes a la Cultura dice que es preocupante. Y reconoce que este año se ha “cabreado” con la declaración de la Renta porque lo que pague no irá a educación ni a sanidad y, en cambio, podría ir a Bankia, a la trama Gürtel o al caso Nóos. (…) Y en ese flujo el Tiempo es clave la manera como lo manipula de tal manera que va asociado a la idea de la digresión, y “como un elemento trivial puede tener protagonismo insólito”, asegura Grohmann. Su escritura es el pensamiento en acción a medida que es escritor escribe va revelando el mundo y el narrador se va enterando; “piensa el autor y piensa el lector y como lectores seguimos sus pasos”. Traducido a más de cuarenta idiomas, su novela número doce está en camino, aunque confiesa que tiene demasiadas ideas “y eso es peligroso”.



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30 de mayo de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Un Superman en La Matanza

Leonardo Oyola y Kryptonita Gabriela Cabezón entrevista para Revista Ñ a Leonardo Oyola, uno de los escritores con más proyección en la Argentina actual, ganador con Kriptonita -que va en segunda edición ya, editado por Mondadori- del Premio Libro del Año 2011 votado por los lectores de la librería Eterna Cadencia.   Aquí algunas preguntas y respuestas:

¿Cómo trabajás la jerga? No invento nada. El argot cambia muchísimo y tiene que ver con las referencias populares. Sobre todo con la televisión. Son códigos en cambio constante, especialmente ahora que ves tele por Internet, todos estos bichos, estas maravillas, todas esas cosas, nos vuelven muy mutantes. Es muy loco que un pibe allá, para dar un ejemplo, te diga,?vos sos más puto que Flavio Mendoza?, ¿entendés?, Es por lo que está mirando en la tele. Y en tres años por ahí eso se perdió. Mirá, yo tengo una en Santería (un policial que es parte de una trilogía), que sólo entienden los de más de 35: alguien dice ?tenía miedo de que le hierva el conejo? y es una referencia clara a la película Atracción Fatal . Todo eso lo trabajaste mucho en casi todas tus novelas y también en la última, Kryptonita. ¿Cómo la pensante? Quería escribir la historia de Súperman en La Matanza. Pero no la quería lineal, desde que sale de Krypton y así. El problema es que siempre te quedás muy pegado a la voz de la novela anterior, entonces hay que encontrar el narrador. En algún momento se me ocurrió que fuera un médico. Me marcó que, cuando investigué y me junté con dos médicos que no se conocían entre sí, me contaron las durísimas anécdotas de los ?nocheros? (médicos pagados por su colegas para cubrir guardias nocturnas). Pensé que te lo habías inventado. No. Y eso es lo genial, porque los dos tipos me contaron lo mismo y también me pidieron lo mismo. -¿Que no le cuentes a nadie?  ?No se te ocurra ponerme en los agradecimientos?, me dijeron, porque los considerarían traidores. El tema allá es la miseria, que está más a flor de piel. Con o sin miseria y con o sin jerga, los temas de ?Kryptonita? son universales: los amigos y los hijos. A mí lo que me gusta de Nafta Súper o ?el Pini? (Súperman, jefe de una banda de ladrones) es lo literal: se da cuenta que va a poder volar sólo si se va. Y está en un momento de la vida en que ya no quiere salir de caño ni que le tengan miedo, se cansó. Casi no habla en toda la novela (que sucede durante una noche en un hospital). Cuando habla, es en la epístola para el hijo, ?voy a leer el futuro a través de tus ojos?, le dice, y eso es obviamente también de mi parte para mi hijo. Y habla para despedirse. En una amistad lo más honesto es decir, chicos ¿saben qué?, hasta acá llegamos.



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29 de mayo de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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El país que nadie visita

Óleo de Mark Rothko

Otro lugar Entro en la luz que hay no encegueceni es suficiente para vislumbrarlo que ha de venir sin embargo veoel aguael único boteun hombre que está de pie es alguien que no conozco este es otro lugarla luz que hay cubre como una redla nada lo que ha de venrhabía sidoesto antes: el espejo donde el dolor duermeel país que nadie visita. Mark Strand Traducción: Juan Sanchez-Pelaez



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25 de mayo de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Subastan la máquina de escribir de Pessoa

Pessoa en las calles de Portugal José Paulo Cavalcanti Filho, un abogado y escritor brasileño, autor de una biografía sobre Pessoa, ha conseguido en reñida subasta compar la máquina de escribir y el escritorio donde Fernando Pessoa (o sus heterónimos) escribieron extraordinarios poemas pero, sobre todo, un montón de papeleo burocrático para la Sociedad Portuguesa de Explosivos. El precio de la compra: 80.000 euros. El valor: incalculable. Dice la nota de Belén Rodrigo en ABC:

El abogado y escritor brasileño José Paulo Cavalcanti Filho ha comprado en subasta la máquina de escribir y la mesa de escritorio que pertenecieron a Fernando Pessoa por 80.000 euros. Durante cuatro años, el escritor luso utilizó diariamente ambos objetos cuando trabajaba en la Sociedad Portuguesa de Explosivos, en Lisboa, que no formaron parte de su espolio. Desde entonces han pasado 80 años pero tal y como se pudo comprar en la subasta de antigüedades organizada por World Legend, en Lisboa, todo lo que fue de Fernando Pessoa sigue despertando mucho interés entre los seguidores de su obra. En esta ocasión se trataba de una mesa de escritorio en caoba, con cuatro cajones a cada uno de los lados, el interior forrado en piel verde y con diversos compartimentos. Su precio oscila entre los diez y veinte mil euros, salió a subasta por diez mil y se adjudicó por 58.000. En lo que se refiere a la máquina de escribir, de la marca norteamericana Royal, su precio está entre los tres y cinco mil euros, se subastó por tres mil y se vendió por 22.000. Las piezas formaban parte de la familia del propietario de la empresa para la cual Fernando Pessoa trabajó y habrán ido pasando de generación a generación. Ambos objetos integraron la exposición de los 120 años del nacimiento de Fernando Pessoa, en el 2008, organizada por la empresa de abogados ABBC y por la editorial Assírio & Alvim. La subasta fue anunciada hace una semana y a pesar de ser varias y muy diferentes las piezas licitadas, los objetos de Pessoa fueron los que más revuelo causaron en la sala y cerraron la puja superando las estimaciones de los organizadores. Fue una disputa reñida y el ganador, José Paulo Cavalcanti Filho, ni siquiera estaba en la sala y siguió la subasta por teléfono. Autor de ?Fernando Pessoa: casi una biografía?, el abogado y escritor brasileño ha asegurado públicamente hacer leído ?diez o doce veces las 30.000 páginas de Pessoa?. Hace un año que lanzó la biografía de Pessoa, considerada la reconstrucción más completa de la vida del escritor portugués en la que se abordan las angustias, los amores, los heterónimos y la genialidad del mayor poeta de la lengua portuguesa. Sus representantes no quisieron hablar de los intereses del comprador una vez acabada la subasta pero destacaron de él que se trata ?de un pessoano?. Otro de los objetos más destacados de la subasta fue un diseño a lápiz sobre papel, ?Emilia? de la pintora lusa Paula Rego que salió a la plaza por 2500 euros y fue adjudicada por 5400 euros.



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24 de mayo de 2012

Eder. Óleo de Irene Gracia

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Radiografía de la sociedad

Herman Koch El escritor de policiales alemán Herman Koch continúa con el proyecto que inicio con La cena en su novela Casa de verano con piscina, ambas publicadas por Salamandra. Como dice la nota de Rosa Mora en “El País”, se trata del retrato de una sociedad en decadencia. En la novela aparece un médico asqueado de su profesión y un director que recuerda a Roman Polanski. Dice también la nota:

(…) es un escritor interesante que toma el pulso de la realidad. Se mueve, dice, de manera absolutamente ?inconsciente? por la misma senda por la que han transitado escritores como los suecos Maj Sjöwal y Per Wahlöö, Henning Mankell o Stieg Larsson, que eligieron el género negro para demostrar los fallos del aparente paraíso del bienestar; o del grupo de California, desde Raymond Chandler y Ross MacDonald a James Ellroy y Michael Connelly, que denuncian el mal funcionamiento de la justicia y la corrupción policial y política; o los cuatro del Mediterráneo, Manuel Vázquez Montalbán, Jean-Claude Izzo, Andrea Camilleri y Petros Márkararis que explican su tiempo. Las novelas de Koch tienen tres ejes fundamentales. Retratan la burguesía de su país, incide en alguno de sus problemas sociales y hace hincapié en las relaciones entre padres e hijos. En La cena, publicada hace un par de años en España, llama la atención sobre un deficiente sistema educativo. Inspirada en el crimen del cajero en Barcelona, en el que unos adolescentes quemaron a una indigente, plantea una pregunta inquietante: ¿Hasta dónde pueden llegar unos padres por proteger a sus hijos? Pregunta que se repite en Casa de verano con piscina (Salamandra y Amsterdam en catalán), en la que pone sus ojos en la sanidad holandesa. ?En este proyecto, una especie de trilogía que he realizado de manera inconsciente, hay una primera novela, no publicada en España, en la que un padre, de vida muy mediocre, se deja seducir por un antiguo compañero de colegio, ahora convertido en un gánster con mucho poder y conexiones en cuyo círculo introduce incluso a su hijo de 15 años?. ¿Cómo es posible que en un país tan rico como Holanda existan listas de espera?, se pregunta el doctor Marc Schlosser, protagonista de Casa de verano con piscina. El médico de cabecera, nos cuenta, no tiene que curar a nadie, solo asegurarse de impedir el flujo masivo a hospitales y especialistas, porque de lo contrario el sistema sanitario entero se vendría abajo. “Es más barato que se mueran”. El doctor Schlosser está asqueado de la profesión. ?Es el típico de médico de cabecera que empezó con algo de idealismo y que después de 20 años está harto?. La tasa de mortalidad en recién nacidos en los Países Bajos es la más alta de Europa, dice Schlosser. ?Todos los datos médicos que doy son reales, el resto es ficción. Me hicieron una entrevista en una revista médica y me preguntaron cómo sabía que el sistema sanitario se colapsaría si los médicos enviaban a sus pacientes a especialistas y hospitales. Es cierto. Lo mismo sucede con los partos, se aconseja que sean naturales en el propio hogar y así se ahorran la epidural. La tasa de mortalidad de bebés es más alta incluso que en Moldavia. Desde hace un par de años se está debatiendo mucho sobre esto. Holanda está ahorrando en sanidad?. De la consulta del doctor Schlosser desaparecen los pacientes ?normales? que son sustituidos por profesionales de las artes, entre ellos Ralph Meier, un actor excelente pero de discutible personalidad. ?Es un ególatra y un narcisista?. Schlosser se siente atraído por este hombre famoso y acaba aceptando su invitación de pasar con ellos parte de sus vacaciones en la casa de verano con piscina. ?Lo humilla y le falta al respeto?. En la casa están también un director de cine Stanley Forbes, de unos 70 años, y su jovencísima esposa Emmanuel, de 17o 18. El personaje de Forbes se inspira en Roman Polanski. ?Cuando estaba preparando la novela encarcelaron a Polanski por la violación en 1977 de una menor. Gente de mucho prestigio pidió que lo dejaran en libertad. Si hubiera sido un fontanero estaría en la cárcel?.



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23 de mayo de 2012
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