Andrés Ortega
El coste de la guerras de Irak, Afganistán y otras operaciones de la "guerra global contra el terror" asciende, desde el 11 de septiembre de 2001 a 799.300 millones de dólares (551.000 millones de euros, al cambio actual, es decir, más de la mitad del PIB español). Según la última edición del Military Balance del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS) de Londres, hasta el año fiscal 2007, incluyendo la construcción de edificios y otros gastos, la guerra de Irak ha supuesto unos costes de 450.000 millones de dólares; la de Afganistán de 127.000 millones, y la seguridad interior en EE UU de 32.000 millones. Es decir 610.000 millones en total, a lo que hay que sumar, si el Congreso se lo otorga, las tres peticiones adicionales de Bush por un total de 189.300 millones más.
Un problema es que las cuentas del gasto militar de EE UU se están volviendo cada vez más opacas. A menudo no se incluyen en el cálculo del déficit público americano.
Estas guerras no han acabado aún. La Oficina Presupuestaria del Congreso ha calculado que estas guerras podrían costar entre 406.000 millones y 603.000 millones más en el caso de que EE UU retirada la mayoría de sus tropas de estos frentes y retuviera sólo 30.000 soldados en Irak y/o Afganistán para 2010. Si se redujeran hasta 75.000 para 2013, y se mantuvieran en ese nivel hasta 2017, estas operaciones requerirían entre 924.000 millones y un billón de dólares suplementarios. Con lo que, hacia 2017, el coste de la "guerra contra el terror", tal como la define la Administración Bush, ascendería a entre un billón y 1,6 billones de dólares. A todas luces un exceso. En comparación, la guerra de Vietnam, la más larga en la historia de EE UU (1959-1975) le costó al erario norteamericano unos 670.000 millones de dólares de hoy, según un estudio del Center for Arms Control and Non-Proliferation de Washington, con lo que la actual ya lo ha superado. De momento las guerras de Irak y Afganistán, más la lucha contra el terrorismo, vistas ahora como un conflicto simultáneo, se han convertido en las más caras de la historia de EE UU, después de la Segunda Guerra Mundial.