Andrés Ortega
"La mejor manera de considerar el cambio climático es como un multiplicador de amenazas que extrema las tendencias, las tensiones y la inestabilidad existentes". Parece adecuado este juicio que contiene el conciso, pero excelente, documento sobre "el cambio climático y la seguridad internacional" que han preparado conjuntamente el Alto Representante para Política Exterior de la UE, Javier Solana, y la Comisaria de Relaciones Exteriores, Benita Ferrero Waldner, y que debe servir de base a la discusión del Consejo Europeo que se reúne hoy y mañana en Bruselas. Pues, junto a nuevos problemas que surgen, como las reclamaciones sobre el subsuelo del Ártico cuyo valor crece con el deshielo, lo que puede hacer el cambio climático, y en particular el calentamiento global, es exasperar algunos conflictos existentes. Como entre israelíes, palestinos y otros, ante un agua dulce cada vez más escasa, o debido a la falta de ésta, en algunos lugares de África.
No se trata sólo de riesgos de carácter humanitario, sino también de "riesgos políticos y de seguridad". Es decir, que el cambio climático tiene consecuencias geopolíticas, algunos previsibles -lo que requiere una "política de seguridad preventiva" (que nada tiene que ver con la Doctrina Bush del "ataque preventivo")- y otros aún imprevisibles. Al menos ante los primeros, el mundo, y especialmente Europa, deberían ser capaces de hacer mucho más. En todo caso, muchos de los conflictos existentes, como los citados, si no se resuelven antes, se agravarán.
Una vez más, como señala el informe, los que más van a padecer el cambio climático, por ser más vulnerables, son aquellos sectores de la población que "ya sufren de malas condiciones sanitarias, desempleo o exclusión social", y los Estados "debilitados o en descomposición" pues no tendrán la capacidad para hacer frente a problemas añadidos de tal envergadura. La naturaleza es ciega. Pero en lo que al ser humano se refiere, esta ceguera agravada por la mano del hombre puede tener graves consecuencias sociales.
El documento contiene muchos avisos sobre todo por la posible subida del nivel del mar. América Latina se vería afectada (el Caribe y el Golfo de México con el añadido de más huracanes de importancia). Pero en Asia, por su población, deberían sonar más que en ninguna otra parte todas las alarmas, pues "la subida del nivel del mar puede amenazar el hábitat de millones de personas en la medida en que el 40% de la población de Asia (casi 2.000 millones) vive a 60 kilómetros de la costa". Efectivamente, China concentra en la costa casi toda su nueva riqueza. Bangladesh podría perder la mitad de su población por una subida del mar. Todo ello hace que Asia, el nuevo continente emergente, o mejor dicho, el continente de nuevo emergente, tiene un interés directo en reducir y controlar el cambio climático.