Bueno, basta de tonterías. La ONU ha fracasado en detener las guerras y los genocidios. El hambre en el mundo parece incontrolable. Las armas nucleares proliferan en Asia. Ha llegado el momento de tomar conciencia. Es hora de encarar los retos y aplicar soluciones drásticas a los problemas del mundo. En suma, es la hora del sexo.
Sí, porque el evento Global Orgasm propone reducir las malas vibras de este planeta de la manera más natural: a punta de polvos. Cito textualmente:
“La misión de Orgasmo Global es cambiar el campo de energía de la Tierra mediante una inyección de energía humana. En estos días, dos nuevas flotas norteamericanas se aproximan al golfo pérsico con armamento antisubmarinos que solo puede tener como destino Irán: el momento es AHORA!”.
La acción social propuesta es “concentrarse en la paz en los pensamientos durante y después del orgasmo. La intensidad de la energía orgásmica e intención mental sera más efectiva que las oraciones y meditaciones masivas. El objetivo es sumar energía positiva al mundo para reducir los niveles de agresividad y violencia en el mundo”.
El momento previsto es el solsticio de invierno, viernes 22 de diciembre. Ese día, hombres y mujeres de todo el mundo, desde la intimidad de sus hogares o en plazas públicas, deben tener orgasmos acompañados o incluso a solas. La masturbación, empleada con rigor y constancia, despliega tanta energía positiva como una buena encamada.
Según Global Orgasm, son especialmente necesarios los orgasmos en los países con armas de destrucción masiva, pero lo ideal es que recorran el mundo. Si sus dueños -de los orgasmos, no de las armas- se concentran en la paz mundial durante el acto en cuestión, se desencadenará un orgasmo global sincronizado que podrá hacer todo lo que no hicieron el impotente de Kofi Annan, ni el reprimido de Bush.
Quizá les parezca una convocatoria, digamos, un tanto supersticiosa. Pues los organizadores sostienen que la efectividad del sexo para resolver los problemas mundiales está científicamente comprobada. Como base, argumentan que un campo cuántico rodea e integra todos los hechos en el universo, y que gracias él, la conciencia humana puede tener un efecto mensurable en la materia. Aseguran haberlo probado durante fenómenos que han recibido atención a nivel mundial como el 11/S o el tsunami del Océano Índico. Incluso tienen un video con científicos de dibujos animados que explican cómo funciona todo eso. Si ustedes creen que todo esto es una broma pesada producto de mi fértil imaginación, échenle un vistazo al proyecto.
Así que ya saben. Preparen su sesión sexual del 22. Entrenen teniendo sexo frente al televisor a la hora de las noticias. Cuando empiecen a excitarse con la imagen de Kim Jong Il, es que están listos. El día del solsticio, procuren concentrarse en el momento preciso. Y si lo hacen en pareja, tengan los orgasmos al mismo tiempo, no vaya a ser que el mundo pierda valiosa energía sexual. Total, aunque parezca absurdo, la verdad es que las soluciones más racionales tampoco han servido de gran cosa. No se pierde nada con probar.
A lo mejor la técnica no consigue la paz mundial pero permite alcanzar metas menos ambiciosas. Si no es mucha molestia, les pediría a los que hagan el amor en Año Nuevo que piensen en que necesito una computadora nueva. Y los que lo hagan en el equinoccio, por favor, concéntrense en que la energía cuántica me reduzca un poco la barriga. Recuerden: el futuro del mundo –o al menos el mío- está en sus manos y en sus entrepiernas. Úsenlas con responsabilidad.