
Museo Chillida Leku
Jesús Ferrero
Una vida para el arte: Eduardo Chillida y Pilar Belzunce, mis padres, de Susana Chillida, es un ensayo biográfico y memorialista que combina la memoria íntima con la reflexión sobre el sentido del arte y la vida. La autora, hija del escultor Eduardo Chillida y de Pilar Belzunce, escribe desde una mirada serena y amorosa, ofreciendo un testimonio que trasciende lo personal para convertirse en una meditación sobre la creación, la ética y el amor.
Lejos de una biografía convencional, el libro se adentra en la atmósfera familiar y espiritual de los Chillida Belzunce: el taller, la casa, los silencios compartidos, las conversaciones sobre arte y pensamiento. Susana Chillida muestra cómo su padre entendía el arte no como un oficio, sino como una forma de estar en el mundo, una búsqueda constante de lo invisible a través de la materia, el espacio y la luz. Heidegger diría que Chillida buscaba la autenticidad del Dasein.
Pero el relato no se centra solo en la figura del escultor. La autora reivindica el papel esencial de su madre, Pilar Belzunce, como el eje moral y afectivo de la familia, la presencia silenciosa y firme que sostuvo la vida cotidiana y permitió la dedicación total del artista. Pilar aparece como una figura luminosa, discreta y profunda, sin cuya serenidad y fortaleza la obra de Eduardo Chillida no hubiese sido posible.
El tono del ensayo es íntimo y contemplativo, con una prosa sobria y precisa. Cada recuerdo se transforma en una reflexión sobre la belleza, la fe, el compromiso y el sentido de la existencia.
Una vida para el arte es, en definitiva, un homenaje a una manera de vivir en la que arte y amor se funden. Más que hablar de esculturas, el libro habla de la escultura invisible que es una vida compartida, hecha de paciencia, coherencia y entrega. El título alude no solo a la dedicación de un artista, sino también a la vida de una pareja que entendió el arte como una comunión. Este libro intenta hacer visible lo invisible a través de una memoria que podría considerarse idealizada, pero en el sentido más preciso de la palabra y que apuntaría a lo que ha sido llevado a su forma pura, a su límite esencial, a su definición a través de los contornos, de las figuras proyectadas bajo una luz moderada que a la que las desentraña, las perfila.