Juan Pablo Meneses

Es necesario advertirlo: hay un Macri-versión-fútbol y un Macri-versión-política. Son dos, y entre ambos compiten palmo a palmo por quién aparece más en los medios. A veces es la semana del político o, como ahora que Boca está cambiando de entrenador, sobresale claramente el dirigente deportivo. Cuando pido esta entrevista, su vocero me pregunta con cuál de los dos quiero hablar. "Entonces deberás ir cambiando de cassette", responde riendo, cuando le explico que me interesan los dos.
No sólo él se sorprende de que quiera hablar de ambos temas con la misma persona. Toda Argentina ya se ha acostumbrado a esta extraña dualidad: el mismo porteño que insulta la pantalla del televisión por la declaración del Macri presidente de Boca, en la tarde aplaude la vehemente conferencia del Macri diputado por el Pro (Propuesta Republicana, una plataforma electoral que creó el año pasado). O, al revés: el que un jueves acusa a Macri de ser el candidato de la derecha económica, el fin de semana, en La Bombonera, aplaude la arriesgada apuesta del presidente al comprar a determinado jugador. Más que dos en uno. Uno en dos.
Hoy es jueves a mediodía en el centro de Buenos Aires y la ciudad ha amanecido empapelada con bromas futbolísticas. El archi rival de Boca, River Plate, anoche fue eliminado escandalosamente de la Copa Libertadores. Las oficinas de Mauricio Macri-político están cerca de la Avenida 9 de Julio. Apenas hay un policía a media cuadra y un hombre de seguridad en la puerta. Casi nada, pensando que el año 1991 Macri fue secuestrado, igual que su hermana lo fue hace dos años. Por cierto, los negocios del grupo Macri liderado por su padre están dentro de los diez más importantes de su país.
A la hora indicada se aparece Mauricio Macri. Tiene un bigotito cortado milimétricamente, ojos muy celestes, 47 años, tres hijos, un reciente divorcio que saltó por las portadas y un futuro político que nadie se atreve a vaticinar. Saluda fuerte y mirando frontalmente a los ojos, un saludo entrenado, y que posiblemente aprendió en la Universidad de Pennsylvania, donde en 1995 estudió Executive Communication Private. Diez años antes había hecho un postgrado de empresas en Columbia, en Nueva York. Y antes se había recibido de ingeniero civil en la Universidad Católica de Buenos Aires.
Hola, buenos días. ¿Todo bien? pregunta, y cierra un ojo. El ojo derecho lo mantendrá cerrado casi toda la entrevista. Lo ha cerrado, porque en la sala hay mucho sol. "Siempre le pasa. Tiene los ojos tan claros que le molesta la luz del sol", me había advertido uno de sus asistentes.
Parto hablándole al Macri-versión-fútbol. Me soplaron que es el que tiene mejor humor.
-Imagino que está contento por la derrota de River, anoche.
-Claro. ¿Viste lo que fue eso?- responde con sonrisa larga, y comenta alguna de las bromas que han aparecido en la ciudad. En los suplementos deportivos se dice que, muchas veces, es el propio Macri quien inventa los chistes contra los rivales.
Basta decirle cinco palabras para que, automáticamente, salga adelante el Macri-versión-política. Y ahí el humor es otro:
-¿Cómo está la Argentina hoy?
Frunce el ceño, se acomoda la corbata, y responde:
-Está mucho mejor que hace cuatro años, en términos de recuperación económica, de disminución de la pobreza y de desempleo. Pero esto se debe al fuerte crecimiento económico del mundo y a una devaluación interna que nos permitió solucionar algunos problemas internos de costos. Sin embargo, esta mejora no significa que hayamos solucionado nuestros problemas de fondo. Si uno compara, en el mismo período, los indicadores de Chile y de Brasil, por ejemplo, han mejorado más que los de Argentina. En términos de calidad institucional, de cantidad de las exportaciones, creo que acá todavía quedan muchos desafíos pendientes.
-¿Como cuáles?
-La inseguridad, por ejemplo. El tema de la inseguridad es dramático. En eso hemos retrocedido. El gobierno ha sido un fracaso en términos de seguridad.
-Recuerdo que en 2002 la inseguridad, de alguna manera, se explicaba por la profunda crisis económica de Argentina, ¿cómo se entendería hoy?
-Se acabó la teoría ésa. Aquí se bajó el desempleo, se bajó la pobreza, y aumentó la inseguridad. Y, bueno, eso pasa porque la inseguridad no se explica exclusivamente por la pobreza. Hay factores de riesgo que si no se les controla, devienen en desastres. El aumento del consumo de droga, en este caso del paco (pasta base), la permanente desvalorización de las fuerzas policiales, la irresponsabilidad del sistema judicial en el tratamiento de los presos, la falta de un Estado que prevenga trabajando en la urbanización de villas y de becas para los estudiantes. Todo eso hace que la inseguridad hoy esté peor que antes.
-Hace bastante que la inseguridad urbana viene siendo el tema de Latinoamérica. Pese a lo cuel, igual crece. ¿Tiene alguna propuesta concreta?
-Sí, sí, es muy simple. Y los países que han tenido resultados positivos lo han hecho. Y eso es aumentar los presupuestos de seguridad, equipar mejor la policía, pagarle mejor, entrenarse mejor. Tecnología para adelantarse al delito hoy es muy importante. Segundo, trabajar con la justicia para darle mayor celeridad. Los juicios sumarísimos para aquellos que han sido agarrados in fraganti, y el trabajo en cárceles para una mejor readaptación. Y después, bueno, toda la lucha al narcotráfico que implica muchísimo en el aumento a la violencia en los robos. Y, por último, un Estado activo, que eso Chile lo ha logrado, urbanizando, asegurándose que el Estado esté presente en todos los lugares. No como pasa en Capital Federal y en la provincia de Buenos Aires, donde hay lugares que el Estado no entra. La policía no se anima a entrar. Eso en Chile no pasa.
Mauricio Macri suele apoyarse en el ejemplo de Chile para sus argumentos. Y no sólo para esta entrevista. En la pasada campaña a diputado por Buenos Aires, donde venció al candidato oficial que apoyó fuerte Kirchner, eran frecuentes sus alusiones a nuestro país. Si bien en el gobierno lo suelen emparentar con Menem, Macri dice: "El tiempo de él ya pasó. La historia juzgará qué cosas hizo bien y qué hizo mal. Tuvo errores imperdonables, porque en el momento que Argentina estaba para dar el salto, el personalismo de él y los altos niveles de corrupción impidieron que se consolidara el proceso de modernización".
-¿Tiene alguna opinión del gobierno de Bachelet?
-No, muy poco. Me sorprendieron los cambios. No sé qué habrá pasado. Igual, yo soy un admirador de la política chilena.
-¿Y del tema del gas?
-A mí me gustaría lograr una integración energética con Chile. Creo que la Argentina tiene más gas. En el sur tenemos más gas. Lo que falta son reglas del juego estables. Con un marco regulatorio estable la Argentina tiene gas para abastecer el mercado interno nuestro, y el mercado chileno.
-En Chile cuesta entender que no se respeten los acuerdos.
-Bueno, el gobierno de Kirchner no entiende los acuerdos. No cree en la estabilidad de las reglas del juego. Es un gobierno que cree que la concentración del poder en una sola persona es la única solución que tiene el país. Yo creo precisamente lo contrario. En lo que ha hecho Chile, que apuesta a la división de los poderes y a las reglas del juego permanentes.
Hace un par de años que Macri está en la carrera presidencial. Su siguiente paso sería cuando se postule a jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Pero antes de ser alcalde, algunos analistas no desestiman que vaya directo a las presidenciales de 2007. Él lo descarta por ahora.
-A veces da la idea que en algunos países de América Latina es cómodo ser oposición, y se está conforme con eso.
-No, en mi caso de ninguna manera cómodo. Yo no tengo vocación testimonial. Tengo vocación de gobernar. Tengo buenos equipos, de hombres y mujeres que saben cómo resolver los problemas de la gente.
Aunque a pocos les haga interferencia, silenciosamente y sin pausa, hace mucho rato que varios candidatos de la derecha latinoamericana están usando los gobiernos de la Concertación chilena como el ejemplo a seguir. Macri explica el porqué le gustaría imitar nuestro modelo:
-Chile hizo cosas muy importantes. Primero, construir sobre lo que habían dejado los anteriores. Y no creyendo que siempre el que llega comienza todo desde cero. Ese es un gran mal de la Argentina. Segundo, hay un fuerte respeto, y una convivencia y una tolerancia. Finalmente, se ha moderando el discurso de todas las propuestas. Es cierto que con Piñera hubieran estado mejor, pero básicamente los programas de gobierno son muy parecidos. Chile ha madurado, y sus diferencias son las mismas que tienen los republicanos y demócratas en Estados Unidos.
Boca y Colo Colo
-Ya que menciona a Sebastián Piñera, ¿supo que ahora está en Colo Colo?
La sonrisa anuncia que la palabra la toma el Macri-versión-fútbol:
-Sí, ahora está ahí. Me gustaría hacer una integración entre ambos equipos. Tengo una buena relación con Sebastián, un tipo muy capaz.
-Piñera se acercó a Colo Colo después de postular a la Presidencia. Su caso es a la inversa.
-Yo soy fanático del futbol y de Boca desde chiquito y siempre había soñado ser presidente de Boca. Era algo que tenía como el sueño de muchos años y después, bueno, dado el nivel de exposición mediática que uno tiene en el fútbol, ahí comencé a recibir ofertas para participar en política, que rechacé, porque quería terminar el proceso en Boca. Hasta que finalmente me decidí a participar.
-¿Qué le aportó el fútbol?
-Es un antes y un después en mi vida. Lo que uno vive en un equipo popular, como Boca, es como estar conectado a 220, es un enchufe todo el día. Es una locura de emociones, de vibraciones, de amarguras, de alegrías. Y arrancamos con un club muy popular, pero que había perdido un poco la identidad, la mística. Yo tenía una estrategia de desarrollo futbolístico, y eso fue lo que pusimos, un buen equipo de hombres. Modernizamos la imagen. Lo insertamos en el mundo. Y ganamos 14 títulos en 10 años. Y lo hicimos rompiendo el mito de que el que sale campeón se funó: hemos aumentado 12 veces nuestro patrimonio.
A diferencia del Macri-versión-política, que se apoya en el modelo chileno, el Macri-versión-fútbol se sabe que es él el modelo a exportar. Así lo asume, y da recetas.
-¿Cuál es el consejo que le daría a Piñera para la administración de Colo Colo?
-Que apueste a las inferiores, y que apueste a un proceso de tres o cuatro años para reinstalar a Colo Colo dentro de los equipos más importantes de Latinoamérica. Que no quiera hacer todo en un año, porque ahí vuelve a la salida como en el Juego de la Oca.
-¿Un equipo popular acerca al servicio público?
-Seguramente yo tenía alguna semillita, pero claramente al estar con Boca eso se agigantó. Boca, como todos los equipos populares, también es un servicio público. Pero va separado de la política.
-Alguna vez se propuso hacer un Mundial Argentina con Chile…
-Sí, yo lo propuse. Que reemplazáramos a Brasil el 2014, si Brasil no está en condiciones. Un Mundial ayuda a poner el país en la vidriera, con la cantidad de horas previas a los partidos que transmite la televisión mundial. Hoy conocemos todas las ciudades de Alemania, antes no conocíamos nada. Es una oportunidad de mostrarte como país, como sociedad. Atraer más inversiones, meter tus productos. Es muy importante para el país.
-¿Qué le pareció Argentina en Alemania?
-Quedé con un sabor amargo, porque creo que era el único equipo que tenía tres delanteros diferentes. Faltó convicción para salir a ganar. No hicimos un mal Mundial, pero eso que se percibía que éramos superiores a Alemania no lo pudimos mostrar en el campo de juego.
-¿Hay algún jugador chileno que le interese para Boca?, ¿recuerda que Salas primero venía a Boca?
-Claro, vino a Boca, entrenó, y después se fue para River. Es un grano que tengo en mi historia. De ahora, me habría gustado Valdivia, pero se fue a Brasil. Pero no olvido lo de Salas. Pasó que había mucha interna en nuestra comisión directiva. Se habían comprado muchos jugadores. Se le echó la culpa a Bilardo, pero no fue culpa de él, sino que de una interna nuestra. Y que deseo olvidar.
Al despedirnos, Mauricio Macri da la mano, palmotea el hombro y me dice: "Ojalá te salga linda la nota". Y aunque en un principio dudo, creo saber cuál de los dos Macri fue el del saludo final.