Ficha técnica
Título: La verde luz de las estepas | Autora: Brigitte Reimann | Traducción, prólogo y notas: Ibon Zubiaur | Editorial: Errata Naturae | Colección: El Pasaje de los Panoramas | Formato: 14× 21,5 | Páginas: 208 | ISBN: 978-84-15217-84-8 | Precio: 16,90 euros
La verde luz de las estepas
En el verano de 1964, Brigitte Reimann viaja a Kazajstán y Siberia con una delegación de la República Democrática Alemana. Este viaje se produce en un momento clave, justo antes del relevo de Kruschev en octubre de 1964: cuando la Unión Soviética parece estar aún en condiciones de disputar la supremacía a los Estados Unidos y explota como un éxito propagandístico la colonización de nuevos territorios en su país al mismo tiempo que la conquista del espacio exterior.
Brigitte Reimann es, en realidad, un «cuerpo extraño» en esta delegación: una mujer joven, culta y lúcida, comprometida políticamente con su país y a la vez crítica con lo peor de éste, rodeada de hombres que hace tiempo que dejaron atrás la juventud y se han convertido en acríticos defensores del «viejo» comunismo. Lejos de sentirse intimidada por esta compañía, Reimann se sirve de la libertad que se concede a las mujeres «guapas y divertidas» para burlarse del militarismo, marcar distancias con la energía nuclear (por entonces casi una religión), poner en evidencia la ineficacia del centralismo y entonar un canto a la espontaneidad festiva de aquellos jóvenes pioneros rusos que se sentían libres construyendo el socialismo lejos de Moscú.
Sí, antes de que la industrialización acabara convirtiendo Bratsk en una de las zonas más contaminadas del mundo, hubo un tiempo feliz para vivir en comunidad. El gran acierto de este libro es que, ante la imposibilidad de contrastar las informaciones recibidas con otras fuentes, su autora renuncia a reproducir los datos oficiales con los que fue abrumada su delegación y apuesta por hablarnos de aquel viaje y de aquel tiempo como una apasionante crónica colectiva y, también, una verdadera aventura individual: la aventura de una mujer valiente y curiosa, que trabajó como obrera a la vez que se convertía, sin duda, en una de las mejores escritoras del siglo XX.
Prólogo
La verde luz de las estepas ocupa un lugar de excepción en la obra irrepetible de Brigitte Reimann. Se trata, para empezar, del último libro que publicó en vida; también del único de no-ficción pensado como tal. Así, este reportaje singular puede leerse como gozne entre las novelas aparecidas en vida de la autora, que fueron hitos de su tiempo, y la obra póstuma que conforman su diario y sus correspondencias, tardíamente editada y todavía más actual, que la consagra como una de las grandes escritoras alemanas de la posguerra. Todas las cualidades que distinguen a Brigitte Reimann brillan ya con plena madurez en la encendida crónica de La verde luz de las estepas: su inusitada vibración, la independencia de su juicio, cierto humor irreverente y la contundencia de su estilo. El hecho de que se trate de un reportaje no ha de disuadir a nadie: el potencial literario del género es de sobra conocido, desde Capote a Kapuściński, y también en nuestro país se va imponiendo la evidencia de que Chaves Nogales o Gaziel están a la altura de los mejores poetas y narradores de su generación. Menos conocido es el contexto en que surge y se inserta el libro, y es lo que trataré de esclarecer con este prólogo, pues es lo que permite calibrar en toda su dimensión el valor del reportaje de Brigitte Reimann.
En cualquier país y en cualquier época, el desempeño de un escritor puede estar condicionado por el devenir histórico. Pero en el caso de la República Democrática Alemana, ese anómalo producto de la Guerra Fría, los giros políticos trazaban límites estrictos a lo que podía publicarse. Brigitte Reimann tuvo suerte desigual a este respecto: mientras en 1957 se le rechazaron dos proyectos narrativos que hubo de abandonar, Los hermanos resultó beneficiada por la construcción del Muro de Berlín (con la frontera cerrada, los pasajes más polémicos del libro perdían su explosividad); Franziska Linkerhand pudo publicarse gracias a los sutiles recortes que introdujo el lector de la editorial Walter Lewerenz, pero sobre todo gracias a la prematura muerte de la autora, cuya libertad de espíritu inquietaba a la Stasi. En el caso de La verde luz de las estepas, puede decirse que apareció justo a tiempo: su publicación habría sido impensable meses después, tras la feroz involución política que desató el 11.º Pleno del Partido al final de 1965 (se prohibieron varios libros y la práctica totalidad de la remesa cinematográfica de ese año), pero habría sido igual de impensable unos años antes, cuando el régimen seguía aferrado al estalinismo mientras en la Unión Soviética y en otros países del bloque socialista soplaban vientos de deshielo. El viaje a Kazajstán y a Siberia que relata La verde luz de las estepas se produce en un momento clave, justo antes del relevo de Jrushchov en octubre de 1964, cuando la Unión Soviética parece estar aún en condiciones de disputar la supremacía a los Estados Unidos y explota como un éxito propagandístico la colonización de nuevos territorios y la conquista del espacio exterior. En esos años entre la construcción del Muro de Berlín (que, al frenar de manera brutal la sangría de mano de obra cualificada, conllevó una estabilización de la rda) y el 11.º Pleno, los dirigentes más dinámicos del Partido Socialista Unificado (sed) fomentaron el debate y quisieron ganar para la causa a intelectuales ávidos de aportar ideas nuevas. Ese momento histórico es el que propició este libro singular.