
Eder. Óleo de Irene Gracia
Javier Rioyo
Para encontrarme o perderme por Segovia no me hacen falta excusas literarias, ni gastronómicas, ni musicales, voy porque sí, porque me gusta y porque allí cerca tengo refugio y libros. Esta vez cambié mi casa por un hotel de la ciudad en el que pasé tres rodeado de escritores, editores, críticos, periodistas y toda esa fauna que se mueve en este negocio. Un divertido, interesante y curioso tinglado que partió del pueblo de viejas librerías, Hay on Way, que encontró el eco de "The Guardian" y un director hábil llamado Peter Florence. Ayudado por Sheila Cremaschi y todo un equipo de profesionales, voluntarios, becarios y otros entusiastas han conseguido que la ciudad se llene de lectores. Han conseguido montar un espectáculo bastante peculiar. Escritores en exhibición, hablando en público de sus libros delante de gente que paga una entrada por ese espectáculo.
Irreal islote que durante unos días crea el espejismo de que otro mundo, otra vida y otras lecturas son posibles. Llenos los espacios para escuchar a Anthony Beevor, Leonardo Padura, Isabel Fonseca, Luis Mateo Díez, Jorge Wagensberg o Howard Jacobson. Como si los libros, la lectura y los lectores no fueran especies en extinción. Gente rara, gente necesaria como Martin Amis que desayunaba a mi lado inmerso en su libro, el mismo libro que cada mañana le hacia escaparse del mundo que le rodeaba. Estaba leyendo al imprescindible Vladimir Nabokov, "Mira los arlequines". Volveré a ella. Y seguiré leyendo a éste "raro", solitario y excelente escritor que es Martin Amis. Su último libro, los ensayos sobre el "horrorismo" del terrorismo y el mundo después del 11 de Septiembre, es excelente y esclarecedor. Valiente, incorrecto y provocador por ponerse al lado de la razón. Los fanáticos y los ignorantes han ocupado mucho terreno. Es necesario volver a reivindicar la razón- como hace Amenábar en su última película, como hace Maalouf en su último ensayo, de ellos quiero hablar en otro momento- para defendernos de todos lo que la desprecian:
"Cuando los talibanes, esos patanes sanguinarios, corean su eslogan: "arrojad la razón a los perros", están haciendo una especia de apuesta faustiana: aplastad la razón, acabad con ella, y cualquier cosa parecerá posible." Otra vez tenemos que pelear por la razón. Que no nos ganen los de la fe.