
Eder. Óleo de Irene Gracia
Javier Rioyo
De poca gente conocida he sentido tantos celos como de Ricardo Franco. De los desconocidos habría una lista muy larga. Y sentí esa mezcla de celos y envidia cuando me enteré que sus amores con Jean Seberg no fueron ni una invención, ni una alucinación. La historia comenzó en Madrid y tiene testigos, entre otros el amigo y vecino de estos territorios, Vicente Molina Foix.
La culpa la tuvo Madrid, la noche, las copas, un poco de jazz y la puñetera gracia que tenía el pequeño- en estatura- y muy seductor Ricardo Franco. ¡Se ligó a Jean Seberg! Y no era tan guapo como Carlos Fuentes, ni siquiera como su ex marido Romain Gary.
Era una mujer hermosa, complicada, bebedora, insegura, encantadora y fascinante en camiseta por las calles de París y dejándose seducir por Jean Paul Belmondo. Siempre será la americana de "A bout de souffle". Pero es, fue y será muchas más cosas, en el cine y en la vida-
Ahora surgen sospechas sobre su muerte, su posible suicidio, el acoso de la CIA o lo que sea, el caso es que murió demasiado pronto, demasiado imprevistamente, demasiado estúpidamente como cuando se mueren las personas que queremos, que admiramos. Siempre nos dejan con una pregunta sin responder.
A Jean Seberg-esa americana tan francesa- siempre la recordaremos como un claro e imposible objeto de deseo. Un deseo que se concretó en los amores con un amigo, con alguien que tomábamos algo más que unas cañas. Con alguien., ¡ay!, que también nos tocó despedir de manera inopinada e incomprensible. Han pasado años. Los recordamos. Ahora por un amigo. Siempre porque el cine que nos acompañó cuando entonces de vez en cuando lo sigue haciendo.
¡Como me gustaría haber pasado alguna noche con Jean Seberg!…La lista de los deseos incumplidos es larga, pero ella está muy destacada.
Me voy de viaje largo, pero vuelvo. Seguiremos soñando, teniendo que domesticar los celos y envidiando. En París, en China, en Galicia o en Portugal.