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Un tal Lucas

Por 6 de agosto de 2009 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Javier Rioyo

 

 

 

Desde hace años compruebo que hay nombres que vuelven. Algunos se rescataron de nuestra historia y se convirtieron, por vericuetos algunas veces muy extraños y que se me escapan, en "pijos". Por ejemplo Borja, Rodrigo, Beltrán y otros muchos que siendo nombres sonoros, objetivamente bonitos, pasan a ser "sospechosos" de pajería.

Yo tengo cerca un Lucas. Me gustan los que se llaman Lucas. Es un nombre rescatado de aquellos nombres de pueblo. "El tío Lucas". Quizá lo normal en otro tiempo era poner el nombre del santoral. Los Lucas se llamaban así por su santo. No fue poca cosa, nada menos que uno de los evangelistas. Es decir uno de los constructores del gran cuento.

Hace tiempo que eso no es así. Al menos no lo es en los "Lucas" que conozco. Creo que el culpable de la recuperación del nombre es un tal Julio Cortázar. Culpable de algunas cosas buenas de nuestras vidas, algunas lecturas, varias irreverencias, bastantes músicas y algunos nombres. Mi amiga siempre será "la Maga". Y Lucas, siempre nos recordará a "un tal Lucas". Suelen ser los "Lucas" cronopios o hijos de cronopios. Les gusta la música, un cierto desorden, se aficionan pronto a la lectura, tienen tendencia a los sueños, son fantasiosos, les suele gustar el ajedrez aunque tampoco desechan el fútbol, aunque sus equipos no sean los más ganadores, ni los más galácticos. Les gusta viajar, comer, los paisajes y los paisanajes de Galicia. Es decir, son pequeños tipos normales.

Ayer a Lucas, que tiene ocho años, le preguntaron amablemente si ya había hecho su "primera comunión". Se quedó un poco sorprendido. Dijo que no. Un poco sorprendidos, amablemente insistieron y anunciaron que ya se le estaba pasando la edad.

A Lucas le hizo gracia. No piensa en la comunión, ni en el bautismo, ni en el pecado venial, mortal u original. Hay que explicarle las religiones y sus ritos. Lo comprende como comprende las historias incomprensibles de nuestro pasado histórico.

Lucas no está solo en su herencia de ser de los "Lucas" no religiosos, lo que no tienen deudas con evangelistas ni evangelizadores. Hay otros Lucas, algunos amigos suyos, que están más cerca de Cortázar que de los constructores de la leyenda.

A cada uno su comunión. O su carencia de comuniones.

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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