
Eder. Óleo de Irene Gracia
Javier Rioyo
Desde hace años compruebo que hay nombres que vuelven. Algunos se rescataron de nuestra historia y se convirtieron, por vericuetos algunas veces muy extraños y que se me escapan, en "pijos". Por ejemplo Borja, Rodrigo, Beltrán y otros muchos que siendo nombres sonoros, objetivamente bonitos, pasan a ser "sospechosos" de pajería.
Yo tengo cerca un Lucas. Me gustan los que se llaman Lucas. Es un nombre rescatado de aquellos nombres de pueblo. "El tío Lucas". Quizá lo normal en otro tiempo era poner el nombre del santoral. Los Lucas se llamaban así por su santo. No fue poca cosa, nada menos que uno de los evangelistas. Es decir uno de los constructores del gran cuento.
Hace tiempo que eso no es así. Al menos no lo es en los "Lucas" que conozco. Creo que el culpable de la recuperación del nombre es un tal Julio Cortázar. Culpable de algunas cosas buenas de nuestras vidas, algunas lecturas, varias irreverencias, bastantes músicas y algunos nombres. Mi amiga siempre será "la Maga". Y Lucas, siempre nos recordará a "un tal Lucas". Suelen ser los "Lucas" cronopios o hijos de cronopios. Les gusta la música, un cierto desorden, se aficionan pronto a la lectura, tienen tendencia a los sueños, son fantasiosos, les suele gustar el ajedrez aunque tampoco desechan el fútbol, aunque sus equipos no sean los más ganadores, ni los más galácticos. Les gusta viajar, comer, los paisajes y los paisanajes de Galicia. Es decir, son pequeños tipos normales.
Ayer a Lucas, que tiene ocho años, le preguntaron amablemente si ya había hecho su "primera comunión". Se quedó un poco sorprendido. Dijo que no. Un poco sorprendidos, amablemente insistieron y anunciaron que ya se le estaba pasando la edad.
A Lucas le hizo gracia. No piensa en la comunión, ni en el bautismo, ni en el pecado venial, mortal u original. Hay que explicarle las religiones y sus ritos. Lo comprende como comprende las historias incomprensibles de nuestro pasado histórico.
Lucas no está solo en su herencia de ser de los "Lucas" no religiosos, lo que no tienen deudas con evangelistas ni evangelizadores. Hay otros Lucas, algunos amigos suyos, que están más cerca de Cortázar que de los constructores de la leyenda.
A cada uno su comunión. O su carencia de comuniones.