
Eder. Óleo de Irene Gracia
Basilio Baltasar
El error cometido por el ministro de justicia y el juez (irse juntos a cazar venados) revela un extraño modo de procesar la experiencia que los dos han acumulado en su larga y estimable trayectoria. ¿Acaso hacía falta advertirles sobre la pregnancia de la realidad mediática? Hay simetrías que persiguen como un cazador a sus víctimas. Todos los sujetos públicos están expuestos a la inspección de esta mirada intransigente que no cesa de repetir: seréis comparados. Este juicio puede ser desmesurado pero siempre es implacable: descubre lo evidente. ¿Cazaban los juristas sin dirigirse la palabra? ¿Disparaban hablando de otra cosa? Lo que revela la pregnancia es la tendencia natural a imponer simetrías. La opinión pública no sabe, tan solo sabe reconocer lo poco que recuerda. La imagen del cazador poniendo su pie satisfecho sobre el cadáver de un ciervo revela un estado de ánimo que se aviene mal con la figura del administrador judicial. La escopeta humeante no es un instrumento adecuado al minucioso proceder del magistrado. Esta falta de correspondencia entre las dos figuras ha resultado de fatales consecuencias. El ministro dimite porque su imagen no puede derrotar a la imagen del cazador. Ha resultado ser una poderosa sombra la que dejó el ministro en la dehesa. Primera conclusión para los supervivientes: en la medida en que su acción política sea una eficaz actuación contra la corrupción, en esa justa medida deberá comprender que ya carece de vida privada. Su itinerario cotidiano deberá ser una monacal procesión de juiciosa sobriedad. Ay de aquéllos que lo olviden.