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Las infelices ocurrencias de Aznar

Por 9 de enero de 2009 Sin comentarios

Eder. Óleo de Irene Gracia

Basilio Baltasar

La clase política europea y norteamericana ha elegido para su oficio un comportamiento serio y circunspecto. No sólo un estilo de vestir, también una manera de callar. Sus emociones raras veces afloran en público y se supone que sólo en el ámbito privado dejan suelta su espontaneidad personal. Son empleados públicos y deben demostrar una conciencia de servicio y transitoriedad esencial al sistema: los políticos profesionales aparentan desafección por el poder que manejan. Están en lo más alto de la pirámide burocrática pero deben comportarse como si su futuro dependiera de un jefe severo y vigilante. Algunos se han paseado por los límites de lo aceptable -Clinton con su saxofón o Yeltsin con su vodka- pero por lo general los vemos practicar con tiento lo que un miembro del Estado puede permitirse. De hecho si tuviéramos una vara podríamos medir las fantochadas de Berlusconi y los arrebatos de Sarkozy pero sería muy difícil calcular a José María Aznar.

 

Sus modos y maneras, el fingimiento del carácter, la pose de la grave personalidad elegida para sermonear a los españoles respondieron fidedignamente a lo que se espera de un funcionario de provincias pero desde que abandonó la Presidencia del país y adoptó la pose de un play boy internacional no hay quien lo entienda.

De hecho, sus declaraciones demuestran que no ha llegado a comprender muy bien la diferencia que existe entre lo público y lo privado. Esto es algo muy coherente con su ideología "ultra liberal" -privatizar lo público cuando funciona, nacionalizar lo privado cuando quiebra- pero denota una confusión que puede llegar a ser catastrófica para su carrera.

Ahora se descuelga con una frase que ningún miembro de la clase política -excepto Chavez, Gadaffi o Ahmadineyad- se atrevería a pronunciar en público: "La victoria de Obama es un exotismo histórico".

Aunque no se sepa qué diantres ha querido decir con eso (¿la victoria de un negro es exótica? ¿querrá hacer Aznar con Obama lo que Zapatero hizo con Bush?), ha sido un atrevimiento insólito y demuestra una osadía atolondrada. La victoria electoral de Barack Obama es una retribución simbólica a siglos de esclavitud y explotación de los negros americanos. Millones de ciudadanos lo han vivido como una oportunidad para cancelar sin odio una historia vergonzosa. El mismo Obama ha escrito páginas memorables sobre el deber de superar el infierno racista con una poderosa elegancia espiritual (Los sueños de mi padre). Y cuando el mundo ha comprendido el significativo acontecimiento (recuérdese al candidadto McCain haciendo callar a sus estúpidos seguidores) aparece José María Aznar aireando su ocurrencia.

Bueno, ahí lo tenemos: feliz de haberlo dicho pero ignorando por completo qué narices se le ha escapado esta vez.

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Basilio Baltasar

Basilio Baltasar (Palma de Mallorca, 1955) es escritor y editor. Autor de Todos los días del mundo (Bitzoc, 1994), Críticas ejemplares (BB ed; Bitzoc), Pastoral iraquí (Alfaguara), El intelectual rampante (KRK), El Apocalipsis según San Goliat (KRK) y Crítica de la razón maquinal (KRK). Ha sido director editorial de Bitzoc y de Seix Barral. Fue director del periódico El día del Mundo, de la Fundación Bartolomé March y de la Fundación Santillana. Dirigió el programa de exposiciones de arte y antropología Culturas del mundo (1989-1996). Colabora con La Vanguardia y con Jot Down. Preside el jurado del Prix Formentor y es director de la Fundación Formentor.

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