Clara Sánchez
Anoche cundo llevaba unas tres horas durmiendo me desvelé, y empecé a darle vueltas a los problemas, y las preocupaciones se agigantaban y parecía que nada tendría nunca solución. Entonces eché mano a la librería que hay cerca de la cama. Me daba igual cualquier libro, sólo quería no pensar. Saqué El cartero siempre llama dos veces, de James M. Cain. Hacía por lo menos diez años que no había vuelto a leerlo. ¿Seguiría gustándome? Empecé. Frank baja del camión de heno y llega a la fonda de Los Robles Gemelos. Primero ve a Nick, el griego, y luego descubre a Cora:
"Entonces fue cuando la vi. Hasta ese momento había estado en la cocina, pero entró en el comedor para levantar la mesa. Quitando el cuerpo, la verdad es que no era de una belleza arrebatadora, pero tenía la mirada hosca, y unos labios abultados que me dieron ganas de aplastarlos con los míos".
No pude parar hasta terminarla, y eso que me sabía la historia de memoria y que iba reconociendo cada una de las palabras según las iba leyendo. Pero esta novela es como una canción que uno no se cansa de escuchar. Y llegó el alba y aquí me tenéis, sin pegar ojo.