Xavier Velasco
I. La calavera de Hilton.
Nunca había pergeñado una calavera. Que es un poco matar al personaje, a costillas de la persona. Mandarlo al otro mundo a punta de versitos, con el pretexto de que es Día de Muertos. En el más generoso de los casos, juguetear con su muerte para afirmar su vida. Intenté hacerlo con personajes que por algún motivo me parecían admirables, pero al segundo intento de matar tiernamente a Ana Ivanovic entendí que deseaba cualquier cosa menos llegar al folklórico género consumando tamaña carnicería. Más propio me parece, para el caso, matar a aquellos cuya existencia me parece más bien dudosa. Comienzo, pues, con la de Paris Hilton, en la certeza de que si un día la topara en la calle, correría cual si fuese el cadáver danzante de su abuelo…
"Nada te encuentro, Flaquita"
dijo a Paris el doctor
al terminar de auscultarla
y darse a diagnosticarla
en relación al tumor
con pinta de estalagmita
que despertara su horror
de princesa sibarita.
"Una cosita de nada",
opinó el especialista
frente a la radiografía,
pero ya Paris traía
el ánimo nihilista
de Britney recién rapada.
"No di con nada de nada",
bramó el forense rendido
ante tanta nadería.
Nada de noche y de día,
nada ser, nada haber sido:
Nada rubia embalsamada
(eso sí: ya no tan fría).