Clara Sánchez
Después de haberse estrenado en el último Festival de Teatro de Almagro y de haber recorrido los festivales de Olmedo, Niebla, Olite y Sagunto, se representa estos días en Madrid por la Compañía Nacional de Teatro Clásico la obra de Calderón de la Barca, Manos blancas no ofenden. Calderón de la Barca es uno de los dramaturgos más universales de nuestra historia y en su dramaturgia tienen cabida asuntos filosóficos, teológicos, históricos, mitológicos y otros derivados de materiales populares como canciones o refranes. Precisamente un refrán popular parece estar en el origen de esta obra. Los asuntos de tipo popular se apuntan siempre cuando se habla de dramaturgia de Lope de Vega, pero con menos frecuencia cuando se analiza la de Calderón, y sin embargo, este autor también echa mano del arte que viene del pueblo.
Esta raíz popular le da a la obra ese tono festivo, esa entonación lúdica, con los que se abordan las relaciones amorosas en una pieza destinada inicialmente a ser estrenada en palacio pero que conoció igualmente numerosas representaciones fuera de ese ámbito. Como destacaron hace ya tiempo algunos especialistas, la obra Manos blancas no ofenden gira en torno al mito de la "princesa cortejada" y utiliza entre otros afortunados recursos el de la máscara o el disfraz. La máscara está en el origen del teatro clásico y el disfraz es una de las armas más poderosas que se han utilizado siempre en el teatro y en la vida. Les animo a que vean esta representación en el Teatro Pavón y a lo mejor se descubren detrás de algunos de esos disfraces.