Clara Sánchez
El ciclismo ha sido la música de fondo del crecimiento de muchos niños españoles. Cuando era pequeña en mi casa jamás nos saltábamos la etapa. La etapa del Tour, del Giro o de la Vuelta a España era sagrada, y esos hombres esforzados sobre dos ruedas eran nuestros héroes. Y aún lo son porque el ciclismo es lo que más se parece a la vida: corres con otros, pero pedaleas tú solo.
Es el deporte más sacrificado y que ha arrancado a los periodistas deportivos las más bellas páginas literarias que se puedan leer. Los nombres de Bahamontes, Ocaña, Delgado, Indurain, Pereiro, Contador y ahora Sastre (ganadores del Tour de Francia) forman parte de nuestra mitología familiar. La bicicleta con sus cuerpos consumidos encima nos inspiran en los momentos en que flaqueamos, porque cuando las cosas se ponen difíciles siempre podemos imaginarnos que somos Carlos Sastre intentándolo y al final consiguiéndolo. Ocho veces, nueve veces, diez, qué más da. Lo importante es seguir y seguir con confianza en nosotros mismos.
La bicicleta, las piernas y el sudor de la frente, este es el camino.
¡¡Enhorabuena, Carlos Sastre!!