Clara Sánchez
Siempre he admirado a la gente que hace esto: sacar del armario toda la ropa de invierno, guardarla y colocar la de verano y cuando llega octubre volver a hacer lo mismo, y volver a decir, "he guardado toda la ropa de verano y he sacado la de invierno". A veces he intentado hacerlo porque tal vez sea conveniente que los hijos te vean esforzándote en esta tarea para que luego ellos también la hagan y no se sientan diferentes.
El caso es que siempre que he intentado separar la ropa de verano y la de invierno alguien ha llamado a la puerta o por teléfono y he tenido que posponerlo, y a lo tonto a lo tonto nos hemos plantado en octubre y entonces he pensado, mira ya no tengo que sacar la ropa de invierno porque ya está sacada. Aunque quizá haya llegado el momento de tener agallas y guardar los pantalones cortos, las sandalias, las toallas de playa, los bikinis ¿pero dónde? ¿no está mejor todo revuelto? Como el mundo, como el tiempo, como nuestros sentimientos. No hay nada que me deprima más que las casas llenas de armarios empotrados para guardar ropa y más ropa y maleteros con mantas y falsos techos con maletas. Así que contemplando la ropa que he de guardar he pensado que lo más sensato es tirarla. La voy a guardar en el contenedor de la basura, al fin y al cabo casi todo lo que tengo es de rebajas. Compraré lo que necesite para la temporada y cuando el armario esté muy lleno tiraré lo que sobra.