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Un león haciendo cine

Por 23 de junio de 2008 Sin comentarios

Marcelo Figueras

Lamento no haber visto antes Leonera. Porque entonces habría recomendado calurosamente que fuesen a verla y ahora les va a resultar difícil, por lo menos en Buenos Aires: la película sólo está en cartel en horarios rarísimos. Pero quizás fuera de la Argentina haya tiempo, en la medida en que todavía se la esté por estrenar. Y en fin, siempre queda la opción del DVD.

Leonera es el quinto largo de Pablo Trapero. Vi su debut, Mundo grúa, hace casi diez años. La película me impresionó positivamente, sin dejar gran huella; en general me gustan otro tipo de películas, con un trabajo narrativo distinto. (¿Más ‘escritas’, quizás? Es posible: considérenlo una deformación profesional.) La prensa especializada de entonces le hizo un flaco favor, al ensalzarla como si se tratase de la respuesta argentina a Citizen Kane, y al hablar de Trapero como el Mesías en su segunda venida. Tanta payasada me alejó de la visión de sus films subsiguientes, El bonaerense, Familia rodante y Nacido y criado. Pero la visión de Leonera me convenció de que había sido un tonto, y que se imponía ver los Trapero que me perdí en este tiempo. No porque suponga que Mundo grúa es algo distinto de lo que vi -una buena película, con un gran personaje y un feel casi documental que distrae de la pericia narrativa del director-, sino porque Leonera me confirmó que esa pericia narrativa ha crecido exponencialmente. Además su universo ha ido calando en mí de a poco. Tanto Mundo grúa como Leonera son de esas pocas películas del cine de ficción que resultarían indispensables si en el futuro uno se preguntase cómo era la Argentina profunda de estos tiempos.

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La anécdota sigue siendo mínima, como en Mundo grúa: Julia (Martina Gusmán), una chica de clase media, va a prisión por un crimen pasional, perpetrado en circunstancias confusas. Su embarazo incipiente la ubica en el pabellón de las presas que también lo están o que han parido una vez convictas. La ley les permite criar a sus hijos hasta los 4 años, después de lo cual deberían ser entregados a familiares directos o puestos a disposición de Minoridad. Aunque privada de libertad (aquí se le dice ‘leonera’ a la cárcel), Julia avanza desde la niebla inicial -cuando ni siquiera está segura de haber matado, cuando detesta su vientre preñado-, que la sumía en la peor de las apatías, hasta su definición como madre de Tomás y por ende en leona. Ese tránsito, que supone la transformación de la palabra peyorativa en bandera –‘leonera’ ya no prisión, sino casa de las leonas-, constituye el arco narrativo del film.

Es verdad que hay una intención narrativa más desarrollada que en Mundo grúa. Pero los tramos en que opera son los más débiles de la película. La subtrama que incluye al brasileño Rodrigo Santoro habla más de las concesiones que los directores argentinos deben hacer para obtener una producción decente que de las necesidades de la historia misma. Por el contrario, cuando Trapero se concentra en la vida en la prisión o narra con apuntes tan pequeños como despojados -la naturalidad con que las mujeres se entregan a sus necesidades afectivas y sexuales, el niño pequeño que no conoce más hamaca que una reja abierta, y que más tarde se sentirá perdido en libertad-, produce secuencias poderosísimas.

Trapero es una cosa seria. No sé si de aquí en más tratará de integrar mejor sus imágenes al andamiaje de un argumento, o si se concentrará en esa narrativa seca y despojada que tan bien maneja. Lo cierto es que ya ha encontrado su voz, y que yo voy a estar allí siguiéndole los pasos.

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Marcelo Figueras

Marcelo Figueras (Buenos Aires, 1962) ha publicado cinco novelas: El muchacho peronista, El espía del tiempo, Kamchatka, La batalla del calentamiento y Aquarium. Sus libros están siendo traducidos al inglés, alemán, francés, italiano, holandés, polaco y ruso.   Es también autor de un libro infantil, Gus Weller rompe el molde, y de una colección de textos de los primeros tiempos de este blog: El año que vivimos en peligro.   Escribió con Marcelo Piñeyro el guión de Plata quemada, premio Goya a la mejor película de habla hispana, considerada por Los Angeles Times como una de las diez mejores películas de 2000. Suyo es también el guión de Kamchatka (elegida por Argentina para el Oscar y una de las favoritas del público durante el Festival de Berlín); de Peligrosa obsesión, una de las más taquilleras de 2004 en Argentina; de Rosario Tijeras, basada en la novela de Jorge Franco (la película colombiana más vista de la historia, candidata al Goya a la mejor película de habla hispana) y de Las Viudas de los Jueves, basada en la premiada novela de Claudia Piñeiro, nuevamente en colaboración con Marcelo Piñeyro.   Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País.   Actualmente prepara una novela por entregas para internet: El rey de los espinos.  Trabajó en el diario Clarín y en revistas como El Periodista y Humor, y el mensuario Caín, del que fue director. También ha escrito para la revista española Planeta Humano y colaborado con el diario El País. Actualmente prepara su primer filme como director, una historia llamada Superhéroe.

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