Andrés Ortega
Según dicen los grandes expertos y gurús económico-financieros en el Foro de Davos, no estamos ante una crisis cíclica, sino, como señaló George Sorros, ante el fin de una era en que los poderes públicos, especialmente en EE UU, pero también de forma global, dejaron de controlar las finanzas, globalizadas. Es el batacazo de lo que este financiero, que en su día se benefició de ello, llama el "fundamentalismo del mercado", y frente al que pide la re-introducción de controles y seguimiento por parte de las autoridades públicas.
Pero lo que ha aparecido en el Foro Económico Mundial no es sólo la desaparición del viejo mundo en este sentido, sino también la aparición de uno nuevo la distribución del poder. Por primera vez vivimos una crisis de esta gravedad, pues su epicentro está en la mayor economía del mundo, con dos centros o más de peso económico, además del de EE UU (y una preocupada Europa). Son, naturalmente, China e India, pero hay que sumar otros que resisten, como Brasil. Y no se trata sólo eso, de esta emergencia (por otra parte, hace tiempo anunciada) sino de que China e India, y otros países a través de su propia economía interna y de los hasta hace poco denigrados fondos soberanos, se están convirtiendo en posibles salvadores de la situación si estimulan su consumo interno para hacer frente a la esperada reducción de sus exportaciones hacia EE UU. Ahora se cuenta con los fondos chinos para el rescate que se está intentado organizar.
En Davos los chinos entraron hace años. Primero en sesiones muy específicas dedicadas a China (de las que también se mantienen algunaas). Ahora los chinos están como ponentes junto a americanos, europeos y otros en todo tipo de debates, desde la situación económica a las libertades. Antes era necesario traducir del chino al inglés y otros idiomas lo que decían. Ahora ya no. Y no sólo hablan inglés sino que usan el mismo vocabulario técnicos que sus homólogos occidentales. También están los indios que quieren que se renazca su inglés en el mundo. Pero ni unos ni otros se encuentran a gusto hablando del FMI o del Banco Mundial. Estas instituciones habrán de cambiar para que sigan siendo relevantes para estos nuevos actores y para este nuevo mundo.