Marcelo Figueras
Bienvenida sea la nueva edición en DVD de Help!, la película de Richard Lester que marcó su segunda colaboración con The Beatles después de A Hard Days’ Night. El paquete es perfecto: incluye un segundo disco con extras, entre los que destacan documentales que permiten reconstruir el delirio que imperaba durante la filmación, un booklet con un texto de Martin Scorsese ("The Beatles sostenían la película, juntos y por separado, del mismo modo en que lo habían hecho los Hermanos Marx 30 años antes") y la posibilidad de ver tan sólo las secuencias musicales una tras otra…
Pero el paquete más perfecto es la película misma. Pudiendo haberse contentado con ser un bodrio (es verdad que a A Hard Day’s Night, a la que el crítico Andrew Sarris definió como "el Citizen Kane de los musicales de rockola", marcaba un desafío a superar), Help! es una maravillosa amalgama de todo aquello que amábamos en The Beatles: las canciones, claro, pero también la anarquía, los juegos de palabras, el sentido del humor, los colores saturados del pop y la sensación de que las barreras de todo tipo -geográficas, culturales- habían sido derribadas como los muros de Jericó -pero a causa de mejor música, por cierto. En Help! se pueden anticipar algunas de las direcciones que The Beatles habrían de tomar de allí en más. La excusa argumental, un disparate que imagina a seguidores de la diosa Kali persiguiendo a Ringo, los acercó a los sonidos de la India que empezarían a explorar en su siguiente álbum, Revolver. La escena en la barbería en que John se prueba una barba larga y gafas de lentes redondas es casi un ensayo de aquel que se convertiría en su look más conocido.
Quizás lo más notable sea la manera en que el director Richard Lester y sus guionistas abrieron para Lennon una puerta que ya nunca habría de cerrarse. La idea de llamar Help! a la película es anterior a la composición de la canción homónima. John y Paul se encerraron a escribirla la noche previa a la grabación. Dos días después ya habían filmado la secuencia de títulos que la incluye. Seguramente influido por Bob Dylan -cuya marca más evidente está en otra canción inolvidable, You’ve Got to Hide Your Love Away-, Lennon aprovechó la excusa del pedido de ayuda explicitado en el título para expresar un dolor que estaba empezando a padecer: el de la pérdida de su independencia, el de la soledad absoluta que puede sentir alguien que nunca deja de estar rodeado. La música, todavía infecciosa y llena de energía, empezaba a ponerse al servicio de una necesidad expresiva inescapable. Con el tiempo esa misma música se convertiría en un grito, que el Lennon ya solista profirió en canciones como Mother y Well well well.
Ocurre a veces que, para comprender que necesitamos ayuda, sólo hace falta articular la palabra socorro. El resto se da por añadidura, como el agua que corre una vez abierto el grifo.
Una palabra necesaria, socorro. En estos días se asoma a menudo al balcón de mi boca.