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EL VAGO ESTÍO

Por 9 de agosto de 2007 Sin comentarios

Javier Rioyo

En el cruce de lecturas del verano me reencuentro con un viejo, hermoso, libro de Ortega y Gasset. Es el quinto tomo de El Espectador. Hablamos de un libro del año 29 del pasado siglo. Aunque ahora reeditado, fácil de encontrar. Su primer contenido se llama “Notas del vago estío”. Es una suave delicia vagar por él. Se parece, quizá, a viajar en un viejo coche, en un “Hispano-Suiza” a ser posible, por las carreteras de Castilla en los días del verano. Pasar y parar de vez en cuando por esos caminos que entonces estaban en cueros, por aquellos caminos amarillos de amplios paisajes, donde nos sorprenden las torres de las iglesias, algún castillo, alguna catedral. El viajero Ortega, despierto a todo, al paisaje y al paisanaje, a “la caza de paisajes que es la excursión”.El viajero como cazador. Las piezas mayores de la caza son los castillos y las catedrales. Son como apariciones descomunales, monstruosas….o lo eran en aquellos años del viajero Ortega. Ya es más difícil ver la desnuda silueta de los castillos, de las catedrales. Todavía existen, hay que tener paciencia, tiempo y ganas de pasear casi sin rumbo por Castilla.

O el que quiera puede viajar por el libro, por el vago estío de Ortega. Se encontrará, por ejemplo, el regalo de recordar que en un pueblo de Segovia, Martín Muñoz de las Posadas, entre otras cosas interesantes y un casi secreto Greco, veneran a una virgen con una peculiar advocación: Nuestra Señora del Desprecio. Yo que no tengo fe, estoy deseando acudir para expresar mis desprecios. No eran demasiados, pero han aumentado en este verano. Tampoco perderé mucho el tiempo. Pero la verdad, ni viene mal saber que existe una “virgen” del Desprecio.

Ortega sigue su viaje por soportales. Por esas plazas y calles con soportales que resguardan de la lluvia y del calor. Ya no se hacen soportales. Era una construcción saliente, cara, dificultosa y se renunciaba al más caro de los terrenos para convertirlo en vía pública. En servicio para todos. Ya no se construía en los tiempos de Ortega. Que dice que esa idea genial, tan poco económica, pertenece a “suavidades del alma hoy imposibles”.

El viaje en el vago estío sigue por pueblos, por ciudades, por mundos que ya casi sólo se reconocen en las lecturas. Pero, si se sabe mirar, todavía se encuentra ese mundo. Todavía quedan señales de ese vagar. Yo las he visto. Ahora las recuerdo desde mi verano gallego.

P.D.: Buñuel sí escribió sus memorias. Lo hizo con la ayuda del guionista Jean Claude Carriere, que se limitó a ser el amanuense de la memoria, las opiniones y los recuerdos de Luis Buñuel. Es un extraordinario libro de memorias, creo que tiene edición de bolsillo. Estaba editado en Plaza y Janés. Y se llama “Mi último suspiro”. Me lo agradecerán los buñuelescos y los que no lo sean. 

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Javier Rioyo

Javier Rioyo (Madrid, 1952) es licenciado en Ciencias de la Información. Periodista, escritor, director y guionista de cine, radio, televisión y dramáticos. Dirigió y presentó el programa semanal de libros Estravagario en TVE 2, con el que obtuvo el Premio Fomento a la Lectura 2005, concedido por la Federación del Gremio de Editores de España. También ha sido responsable de cultura y libros en el programa diario Hoy por hoy de la cadena SER. Es colaborador habitual de El País (escribe para el suplemento semanal Domingo) y de la revista Cinemanía. En televisión, Rioyo ha presentado el programa "El Faro" del canal Documanía y ha obtenido dos premios Ondas en Radio y uno en Televisión. Ha sido guionista de numerosos festivales de música para Canal+, así como de los premios Goya, y de diversos programas de radio y televisión. También coordinó los guiones para la serie Severo Ochoa. Ha dirigido y participado en cursos de Comunicación y Cultura en diversas universidades españolas. Formó parte del Comité Asesor de Alfaguara y ha sido jurado de festivales de cine y premios literarios en varias ocasiones. Es autor del libro Madrid: casas de lenocinio, holganza y malvivir (Espasa Calpe, Premio 1992 Libros sobre Madrid); y de La vida golfa (Aguilar, 2003). En 2005, con su productora Storm Comunicación, realizó la producción ejecutiva y el guión de Miracolo Spagnolo, un documental para la RAI sobre la llegada de José Luis Rodríguez Zapatero al gobierno y su primer año de legislatura. También dirigió y produjo Alivio de luto, un vídeo documental en el que entrevista a Joaquín Sabina; así como Un Quijote cinematográfico. En 1994 fundó la productora Cero en conducta, con José Luis López-Linares, con la que tuvo a su cargo el guión y la dirección de Alberti para caminantes (2003); y la producción ejecutiva y el guión del largometraje Un instante en la vida ajena (2003), que obtuvo el Premio Goya al mejor documental; así como de Tánger, esa vieja dama (2002). También ha codirigido con José Luis López-Linares el cortometraje Los Orvich: Un oficio del Siglo XX (1997), y los largometrajes Extranjeros de sí mismos (2001), nominado al mejor documental en la XVI edición de los Premios Goya; A propósito de Buñuel (2000); Lorca, así que pasen cien años (1998), nominado a los premios Emmy 1998; y Asaltar los cielos (1996), nominado a los premios Goya al Mejor Montaje, y ganador del Premio Especial Cine, de los Premios Ondas 1997.

En 2011 fue nombrado director del centro del Instituto Cervantes de Nueva York en sustitución de Eduardo Lago.​ Ocupó el cargo hasta septiembre de 2013, cuando fue sustituido por Ignacio Olmos.​ En 2014 fue nombrado responsable del centro del Instituto Cervantes en Lisboa.​ En febrero de 2019 deja el cargo y pasa a dirigir el centro de Tánger de la misma institución.

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