Marcelo Figueras
Uno tiende a reaccionar con reflejos impecables cuando se trata de compartir una queja o un motivo de enojo (por piedad, no me hagan hablar del partido de ayer ni mencionen nada que venga del Brasil), pero suele ser más lento cuando el asunto pasa por compartir una alegría. Esto es lo que me gustaría hacer hoy, de manera muy breve. La semana pasada se confirmó que por primera vez en la historia, las escuelas de nivel secundario de toda Francia incluirán dentro de su programa de cine la exhibición de un filme argentino. Y ese filme resultó ser, para mayor alegría, uno muy próximo a mi corazón: Kamchatka, que dirigió Marcelo Piñeyro, con Ricardo Darín y Cecilia Roth de protagonistas.
Me consta, por haberlo vivido en carne propia, que además de hablar sobre un momento particular y terrible de nuestra historia, Kamchatka es una narración que conmueve a públicos de todas partes, quizás porque el drama del que habla es, además de histórico, uno con resonancias universales. Todos hemos sido pequeños alguna vez, todos nos hemos sentido víctimas de una injusticia, todos perdimos la inocencia cuando advertimos que nuestros padres ya no podían protegernos de muchos de los males de este mundo. Ojalá los muchachos franceses lo entiendan de esta manera, como un relato que habla de los valores más profundos que puede transmitir una familia, y también de la manera en que la realidad suele avasallarlos –con la complicidad de aquellos que privilegian su interés por encima del bien común.
El jueves pasado hubo una conferencia de prensa aquí en Buenos Aires, durante la cual se anunció la buena nueva. Fue en el Ministerio de Educación, con presencia del ministro Daniel Filmus y de las autoridades francesas del área, lideradas por el embajador Frederic du Laurens. También estuvieron Piñeyro, Roth y Darín, como las caras más visibles de aquel proyecto que nos conmovió tanto. (Oyendo hablar a Ricardo recordé la tarde en que nos reunimos a leer el guión por primera vez, poco antes del inicio del rodaje. Nos costó llegar al final, dada la emoción que nos cerraba las gargantas.) Ojalá el año próximo las autoridades francesas opten también por Nueve Reinas, otra película argentina que aspira a ser exhibida en los cursos superiores del secundario. Sería un bonito homenaje para su director, el desaparecido Fabián Bielinsky, que aquí en la Argentina colaboró siempre con el programa equivalente al francés, llamado “La Escuela en el Cine”, con dirección de Roxana Morduchowicz.
Ha sido un mimo para todos nosotros. Yo ya venía contento, por el hecho de que La batalla del calentamiento haya quedado entre las finalistas del premio Rómulo Gallegos que ganó Elena Poniatowska. Comparto también este dato, en la esperanza de que aquellos que disfrutaron de la novela lo sientan también como un triunfo propio –que lo es, en la medida en que los lectores somos siempre co-creadores.