Jean-François Fogel
En el mundo de las revistas no hay otra leyenda como Jayson Tyler Brûlé. Canadiense, trabajó para la BBC, escribió para revistas inglesas y alemanas como reportero hasta recibir un tiro en Afganistán y perder el uso de su mano izquierda en 1994. Dos años después creó en Londres la revista Wallpaper, mezcla única de moda, diseño, ideas y visión del mundo moderno como campo de batalla para imágenes. En 2001 –tenía 33 años – la British Society of Magazine Editors le entregó un galardón por lo que había hecho a lo largo de su vida (Lifetime achievement award).
Claro, Brûlé ya no podía hacer más y se fue de la revista al año siguiente. Wallpaper, la revista más influyente de los años 90, le había dado tanta fama que consiguió escribir columnas para el New York Times Magazine en EE UU, Financial Times en el Reino Unido y NZZ am Sonntag en Alemania. Eran buenas columnas, pero nadie creía en esta vida de pre-jubilado para una persona tan creativa. ¿Qué hará TB (no utiliza Jayson para firmar)? era la pregunta. Tenemos la repuesta, una masiva revista que se parece mucho a un libro por el tamaño y el número de páginas: Monocle.
He esperado leer dos números antes de escribir una nota. El número dos salió el 15 de marzo y confirma lo que sabemos: TB tiene visión. Su proyecto de creación de una revista suponía, según él, cumplir con diez puntos:
1. Ser un medio completo con una marca presente en papel, Internet y difusión por ondas.
2. Crear nuevos formatos en estas tres direcciones.
3. Hablar de asuntos internacionales, negocio, cultura, diseño y los mejores productos del mercado.
4. Mantenerse aparte de los famosos y de los valores baratos.
5. Promover talentos nuevos para textos e imágenes.
6. Mirar lo que viene en lugar de denunciar lo que va mal.
7. Rechazar los regalos.
8. Como medio, tener un precio, hasta ser caro.
9. Tener oficinas, para existir de verdad.
10. Promover criterios de calidad.
El punto uno es un fracaso: sitio lento, con poca rotación de contenido; TB es un hombre del papel. El punto ocho se puede escribir con una cifra: en París, Monocle vale 12,95 euros. El punto nueve se soluciona con cuatro oficinas: Nueva York, Londres, Zúrich y Tokio.
Por lo demás, no sé si es la revista del siglo XXI pero tiene muchas innovaciones. El tema de portada del número uno era la marina militar de Japón; el tema del número dos es la gestión de las reservas de petróleo de Noruega. En ambos, la ausencia de famosos y otros beautiful people basta para introducir una atmósfera distinta. Monocle es otra revista.
No vale la pena hablar del grafismo: no podía ser malo. Pero la agenda de las noticias es algo novedoso; en el dos: los secretos de construcción del “G-Wagens” por Mercedes, lo que hace el presidente Correa en Ecuador, las tiendas de la colonia Roma en México, la competencia arquitectural entre las grandes multinacionales de farmacéuticos en Suiza, el tratamiento de la lana por John Smedley Limited en Inglaterra, Ciutadans en Cataluña, la renovación del centro de Tokio, la formación de las azafatas para el trasporte aéreo en la India, la competencia de Coca-Cola en Somalia, la ropa para hacer deporte, los permisos para matar a lobos en Suecia, el mercado de las armas en el golfo pérsico. TB lo confirma: inventar una revista no es poner tinta en papel de otra manera, es inventar otra mirada, fresca, sin cinismo, sobre el mundo.