Jean-François Fogel
Hoy me pongo pesado. Hablo de comercio internacional. Es imprescindible hacerlo, pues los cambios que se producen (elecciones en EE. UU., fiebre en el área Siria/Irán/Irak/Líbano) tendrán una clara consecuencia. América Latina va a perder otra oportunidad de solucionar un poco su problema mayor: Washington.
Aparentemente, las noticias son buenas. EE. UU. y Colombia acaban de firmar un acuerdo de libre comercio. Tal como lo dice la BBC, es el episodio más importante desde el NAFTA de 1994, que agrupó en un solo mercado a México, EE. UU. y Canadá. La realidad es distinta: además del artículo en el que anuncia esta noticia, el Washington Post hizo muy bien, al día siguiente, al visitar una fábrica de jeans (en Cuba le dicen “pitusa”) en Medellín, Colombia, para publicar otro artículo y contar otra historia. Allá, claro, hay mucha preocupación por la toma de poder de los demócratas en el Capitolio de Washington. Ellos ganaron hablando de la maldita guerra de Irak pero también de la globalización. De las fábricas que cierran en EE. UU. para abrir en países con sueldos más bajos como Colombia. Un paisa de Antioquia no da muchas vueltas al tema antes de adivinar que lo que firmó la Casa Blanca, el Congreso nunca lo aprobará.
No es un asunto menor para América Latina, pues su situación económica, por el momento, depende mucho de un mercado muy volátil: las materias primas. No se pueden explicar los gastos sociales de Chávez en Venezuela, la buena salud de Chile, la recuperación milagrosa de Argentina, las iniciativas de Evo Morales en Bolivia sin pensar en el boom de los precios de las materias primas. El colapso reciente de un fondo de inversión, Amaranth Advisors, que apostó sobre un alza aún mayor que nunca llegó, es una advertencia para todos: una inversión del ciclo económico puede producirse a medio plazo. Y por eso América Latina necesita crear una demanda real desde afuera más allá de la venta de las materias primas.
Como siempre, basta visitar el excelente sitio de Inter-American Dialogue, la ONG de Washington que mas cariño e interés sincero tiene por América latina, para entender el problema. En su área de publicaciones hay un excelente estudio (en inglés, por desgracia, como todo lo que voy citando hoy) sobre el comercio del petróleo en la zona: Petropolitics in Latin America: A Review of Energy Policy and Regional Relations. La situación de muchos países se explica por los flujos y el precio del oro negro. Pero vale la pena quedarse un rato en este sitio para leer el excelente informe sobre las posibilidades reales del comercio con China: China’s Relations with Latin America: Shared Gains, Asymmetric Hope. La limitación de las expectativas es muy clara.
A pesar de las visitas y de los sueños compartidos, China y, mas allá, toda Asia, no basta como solución para construir el futuro comercio de América Latina. Hace poco, un excelente artículo del Financial Times, reproducido en el Financial Express lo dice muy bien al resumir la torpeza de los intentos actuales.
China, Macao y Hong-Kong, las Filipinas, Taiwán, Malasia o Brunei quedan muy lejos de los Andes o del cono sur. Lo que no se hizo con los republicanos en el congreso (por culpa de la “guerra al terror” del señor Bush) no se hará con los demócratas. Otra oportunidad perdida. Otra vez. Como siempre…