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30. Pasadizos entre Zambra y Vertov

Por 5 de marzo de 2015 Sin comentarios

Vicente Luis Mora

            En su reciente y valeroso libro Facsímil (2015), Alejandro Zambra lleva a cabo una tarea que suele ser más propia de un poeta que de un narrador, una operación de detención observadora mediante la cual la obra llama la atención sobre aquello de que está compuesta, sobre su ser más íntimo: la palabra. Mientras que es habitual que la poesía rompa su discurso para fijarse en las propiedades de una palabra, como hemos visto en el nominalismo de Juan Ramón o Mallarmé, o en ese Lorca que recuerda de pronto "¡qué raro que me llame Federico!"[1], pensando que hay algo tras los nombres que, de alguna forma, explica sus circunstancias. Zambra, que en Mis documentos ya había escrito "le molestan esos nombres tan cargados, tan plenos, tan directamente simbólicos: Paz, Consuelo. Piensa que si alguna vez llega a tener un hijo va a inventar un nombre que no signifique nada"[2], va más allá y, repescando los antiguos exámenes para el acceso a la universidad chilena, pregunta al lector-estudiante cuál es la palabra de la serie que desentona, que no pertenece al hilo lógico o al campo semántico de la planteada.

 

            Confiar el desafío al lector tiene la consecuencia de que éste debe replantearse sus propios marcos lingüísticos, así como su conocimiento léxico y -como lógico corolario, previsto inteligentemente por Zambra- su propio marco estético, su concepto de literatura, aquí enteramente devastado para regresar a su origen cabal, atómico -la palabra- con la intención de, desde ahí, ser reconstruido de nuevo por completo, reintegrándose dentro de un discurso mayor o metadiscurso que cuestiona hábilmente el modo en que los propios discursos formalizan el poder. En especial, se persigue visualizar el modo en que los modelos educativos cosifican al individuo al sustituir la evaluación de los conocimientos por el cómputo matemático de aciertos, y el cambio de la educación por el entrenamiento (p. 67). Por más que se retenga el nombre propio del alumno, sin llegar a convertirlo en número, son sus conocimientos los reificados en un sistema pautado y reglado de respuestas válidas, frente a las demás, que devienen inválidas e inservibles; una dinámica que Zambra también pone en crisis cuando incluye algunos planteamientos cuya ruptura discursiva -sobre el discurso del examen– no serían muy ajenos a la subversión de la lógica de un poema:

 

 

 

 

[Facsímil, edición de Sexto Piso en España, p. 17. La foto de más arriba corresponde a la edición argentina de Eterna Cadencia]

 

            Por este motivo, y dejando de lado las plausibles lecturas foucaultianas o derrideanas que puede propiciar este proceso deconstructivo de Zambra, que devela las oscuras normas de una biopolítica educativa de constricciones seriadas, preferimos asociar su trabajo al de aquellos otros lenguajes que se preguntan, adánicamente, sobre sí mismos y sobre sus elementos compositivos, para lo cual quizá sea más feraz comparar Facsímil y su trabajo reconstructor o deconstructor de la palabra, la frase y el discurso con el que hizo Dziga Vertov en 1929, cuando en Un hombre y su cámara nos presenta también al mismo tiempo la realidad política soviética y las partículas elementales, compositivas, con los que está construido el filme: los fotogramas.

 

 Vertov

 

verto

El libro de Zambra parece a medio escribir, parece un libro no escrito, pero en realidad no debemos verlo así: está mostrando un proceso, está haciendo lo mismo que Vertov cuando muestra la mesa de montaje de la propia película (lo que luego repetirá Orson Welles en F for Fake, entre otros cineastas):

 

 Vertov

 

Vertov se propone hacer cine con elementos puramente cinematográficos, abandonando-dice textualmente en los créditos del comienzo- la palabra tomada del teatro y la literatura, para sumergirse en un cine puro, internacional. La misma operación, en manos de Zambra, se vuelve extraña y agudamente nacional, metachilena, como una forma de pensar un país, Chile, mediante el uso educativo de sus palabras. Del mismo modo que la fotocomposición a 24 fotogramas por segundo nos procura una ilusión de realidad, el hecho de responder, como si nos estuviéramos examinando, a las preguntas y cuestionarios de Facsímil, también nos lleva a un modo de mirar la realidad, que más que metaliterario podríamos calificar, en puridad, de metalingüístico. Nos conduce a ser conscientes de cómo se construyen las palabras que nos construyen, o que nos destruyen para siempre.


[1] F. García Lorca, "De otro modo", The Selected Poems of Federico García Lorca; New Directions Publishing, New York, 2005, p. 62.

[2] Alejandro Zambra, Mis documentos; Anagrama, Barcelona, 2014, p. 183.

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Vicente Luis Mora

Vicente Luis Mora (Córdoba, España, 1970), es Doctor en Literatura Española Contemporánea y licenciado en Derecho. Ha trabajado como gestor cultural y profesor universitario. Estudioso de las relaciones entre literatura, imagen y tecnología, hasta el momento ha publicado la novela Alba Cromm (Seix Barral, 2010), el libro de relatos Subterráneos (DVD, 2006), y la novela en marcha Circular 07. Las afueras (Berenice, 2007). También ha publicado Quimera 322 (2010), inclasificable proyecto sobre la falsificación literaria desde la teoría y la práctica, a través de 22 seudónimos, que apareció como nº 322 de la revista Quimera. Como poeta, cuenta con los poemarios Texto refundido de la ley del sueño (Córdoba, 1999), Mester de cibervía (Pre-Textos, 2000), Nova (Pre-Textos, 2003), Autobiografía. Novela de terror (Universidad de Sevilla, 2003), Construcción (Pre-Textos, 2005) y Tiempo (Pre-Textos, 2009). Ha publicado los ensayos Singularidades. Ética y poética de la literatura española actual (Bartleby, 2006), Pangea. Internet, blogs y comunicación en un mundo nuevo (Fundación José Manuel Lara, 2006); La luz nueva. Singularidades de la narrativa española actual (Berenice, 2007) y El lectoespectador. Deslizamientos entre narrativa e imagen (Seix Barral, 2012). La parte de narrativa de su tesis doctoral, galardonada con premio extraordinario de Doctorado, aparecerá próximamente en la Universidad de Valladolid en una versión breve y actualizada bajo el título de La literatura egódica. El sujeto narrativo a través del espejo.  Ejerce la crítica literaria y cultural en su blog Diario de Lecturas (I Premio Revista de Letras al Mejor Blog Nacional de Crítica Literaria), y en revistas como Ínsula, Quimera, Clarín o Mercurio. Ha recibido los premios Andalucía Joven de Narrativa, Arcipreste de Hita de Poesía, y el I Premio Málaga de Ensayo por su libro Pasadizos. Espacios simbólicos entre arte y literatura (Páginas de Espuma, 2008).

Sus últimos libros son la novela Fred Cabeza de Vaca (Sexto Piso, 2017), el libro de poemas Serie (Pre-Textos, 2015), el ensayo La huida de la imaginación (Pre-Textos, 2019), la monografía El sujeto boscoso (Iberoamericana Vervuert, 2016), el libro de aforismos Nanomoralia (Isla de Siltolá, 2017), y la antología La cuarta persona del plural. Antología de poesía española contemporánea (Vaso Roto, 2016). También ha practicado el monólogo teatral, el hoax (Quimera 322, 2010), la literatura digital y hace crítica en su blog Diario de lecturas (http://vicenteluismora. blogspot.com).

Copyright de la foto: Racso Morejón

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