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Burkina Faso

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Cheikh Lo, el leopardo: Un guiño de África al tesoro musical de su diáspora

Burkina Faso, el noble país africano de cultura riquísima, está hoy restringido a las noticias sobre el ébola y sus peligros para Occidente, una dictadura de 27 años, revueltas populares y violencia militar. Muy poco se dice de la miseria y el despojo. Nada se dice de sus riquezas culturales. Por eso quiero recordar hoy un concierto maravilloso que tuve el privilegio de ver hace trece años en el Grec, el anfiteatro de estilo griego al aire libre, donde todos terminamos bailando al ritmo sabio del maestro Cheik Lo. Este texto se basa en una crónica que escribí entonces, todavía con la alegría africana en mis piernas blancas y entumecidas.   

 

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El tráfico de esclavos llevó a los africanos a América. Desde su llegada comenzaron a crear una música de una vitalidad y originalidad a la que nunca pudieron aspirar sus altivos amos. Recién en el siglo XX los blancos de las tres Américas descubrieron la riqueza de los sonidos que palpitaban en sus plantaciones y puertos, pero no fueron los únicos que se apropiaron de ese legado.

Paralelamente se inició un riquísimo movimiento de vuelta a África, cuyos frutos se comenzaron a conocer en Europa y América hace relativamente poco. Los músicos africanos de hoy incorporan el acervo afroamericano – de las Antillas, de Brasil – con la misma naturalidad con la que bailan, caminan y ríen.

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Tan acostumbrado está el espectador blanco a lo afroamericano que en cuanto ve al mago senegalés de la música Mbalax, Cheikh Lo, entrar al escenario y trepar como una elegante araña al control de mandos de su batería con una túnica colorida y unas trenzas ‘dreadlocks’ como las popularizadas por Bob Marley, viene a la mente el Caribe. Pero el músico pertenece a la hermandad mística musulmana Baye Fall, que usaba estos abultados peinados mucho antes de que surgieran los Rastafari en Jamaica.

Cheikh Lo se dio a conocer hace dos décadas en Francia y Gran Bretaña con dos excelentes discos: Ne La Thiass, producido por Youssou N’Dour, su “padrino musical” en el Norte, y Bambay Gueej, su consagración en el mercado del World Music anglosajón.

En estas grabaciones y en sus conciertos en España hace trece años, Cheikh Lo se basaba en una poderosa sección rítmica, cuyos pulsos combina sabiamente con guitarra, bajo y teclados para crear un sonido en el límite entre la música tradicional del África Occidental y el pop jazzeado.

De hecho, para muchos seguidores de las nuevas tendencias de su continente, se mantiene más apegado a las raíces africanas que su maestro Youssou N’Dour. Y de forma natural, se van incorporando en sus canciones ecos del son tradicional cubano, el jazz y la salsa.

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Fue en 2001 que el vibrante compositor, percusionista y cantante de Burkina Faso irrumpió en España. No hay antídoto – por suerte – para sus contagiosos ritmos, sus melodías sinuosas y sutiles y la energía desbordante de los espectáculos de Cheikh Lo.

El artista domina la escena con una voz cálida y persuasiva, pero deja amplio espacio para el lucimiento de sus músicos, sobre todo los asombrosos percusionistas.

En el Grec de Barcelona, el concierto fue levantando de sus asientos primero a jóvenes africanos vestidos con túnicas de llamativos ocres y amarillos, que tomaban por breves momentos el redondel vacío delante de los cantantes para moverse de forma sutil, insinuante e inimitable. Promediando la presentación, entusiastas grupos de barceloneses entraron a bailotear también con envidiable desparpajo.

Se había armado una fiesta popular al son de una fusión original e intoxicante de géneros. La noche terminó con grandes aplausos, un tributo a la maestría musical y la capacidad de comunicación de Cheikh Lo. Fue hace trece años. Lo recuerdo como si hubiera sido anoche.

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Lo último que pude escuchar de Cheikh Lo fue Jamm, de 2010, un álbum que sigue la estela de su gran arte y un video que muestra que con los años su energía y su sonrisa no se apagan sino que siguen iluminando. Pero hay novedades: en su web anuncia para marzo de 2015 la salida de un nuevo disco. Ojalá el vendaval de su música salga también de gira.

 

Ahora más que nunca, cuando muchos piensan que la solución para el ébola es cortar las comunicaciones y aislar del mundo a todo el África occidental, así no nos contagian, es importante contagiarnos de la forma tan africana y tan universal de regalarnos música de este leopardo con rastas. 

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31 de octubre de 2014
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