He aquí un libro emocionante y ágil, que todo interesado por el alma y la estructura de la novela puede leer con placer.
Trata de lo que el autor llama la novela múltiple, que también podría ser la novela-collage, que también podría ser la novela molecular y discontinua. Trata ese tema y a la vez lo busca, lo persigue como una cazador persigue su presa. El libro en sí es también un libro múltiple, saturado de citas que ilustran lo que quiere decir de mil variadas maneras.
Como todos los libros de estas características, quiere ser profético, pero ya se sabe que las profecías se formulan para que no se cumplan, aunque normalmente los profetas lo ignoren, pues creen demasiado en sí mismos y en sus palabras. Los profetas son los absolutistas de la palabra y los más lamentables funcionarios del Absoluto.
Adam Thirlwell compensa esa actitud recurriendo a la velocidad y al humor. Dos armas de nuestra época.
Asegura que la novela futura será un objeto múltiple en el que tendrá cabida todo: basura, caos, kitsch, collage... Una novela llena de objetos móviles. Pero, ¿acaso no es eso el Satiricón de Petronio, escrito hace unos dos mil años? Y muchas novelas del presente, ¿no son también eso?
Si pensamos que el presente es ya el embrión de futuro, como lector asiduo de toda clase de novelas creo tener cierta autoridad para decir que la novela actual sigue como mínimo dos caminos, que se harán aún más relevantes en el futuro. La novela múltiple que Thirlwell postula (y que sin ánimo de insultar yo llamaría balzaquiana), de la que sería un buen ejemplo Rayuela, y la novela minimalista y esencialista, que se nutre de una sola idea densa, homogénea y muy resistente a las modas y el olvido, que puede llegar a descomponerte por dentro en virtud de su unidad y densidad casi atómicas, y de la que encontramos grandes materializaciones en la historia: La metamorfosis sería un buen ejemplo de ello. Otros buenos ejemplos serían El túnel y El extranjero.
Ni una ni otra son invenciones modernas. ¡A ver si pensamos un poco y dejamos de vender como novedades procedimientos que ya fueron utilizados por los griegos y los romanos! Muchos autores han practicado las dos procedimientos de los que hablo con mayor o menor solvencia, por ejemplo Cervantes, con novelas múltiples como Don Quijote, y novelas esencialistas y “minimalistas” como las Novelas ejemplares. Lo mismo podríamos decir de Cortázar, de Nabocov, de Foster Wallace y hasta del mismo Balzac con novelas cortas tan fundamentales como Obra maestra desconocida. Autores que a veces abogan por la multiplicidad y otras veces por la esencialidad minimalista, porque todo cabe en sus almas abiertas y magníficas. A la primera opción la podríamos llamar la novela múltiple como quiere Thirlwell, a la segunda la podríamos llamar la novela única. En la actualidad un buen representante de la primera opción sería Fernández Mallo; respecto a la segunda me quedaría con el ya fallecido Julien Gracq y con Pierre Michon.