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Valeria Luiselli y su "Historia de mis dientes"

Por 2 de febrero de 2016 Sin comentarios

Pedro Ángel Palou

La Fama es una señora muy voluble, alguien dijo. La Fama, pensaba hace años Borges, la dispensan los profesores. Hoy no es así. La fama, al menos la literaria, tiene mucho que ver con los agentes y con la mitificación de la figura del escritor, cada vez menos con la obra. Piénsese si no en el caso de Roberto Bolaño quien cumpliendo el consejo de James Dean murió joven aunque no sé si dejó un cadáver hermoso. La mitologización de Bolaño como el último beatnik latinoamericano, quien dejó la vida y el hígado en pos de la escritura ha contribuido a su entronización. Pero creo que más que ello ha sido el trabajo en inglés del chacal de Nueva York, su agente, Andrew Willey. La salida en Estados Unidos de sus primeras traducciones estuvo acompañada de las dosis justas de buenas reseñas en el New York Times, de escritores bien escogidos escribiendo los blurbs, y de ediciones lo suficientemente grandes para llegar a un público mayor que el que, normalmente, se asoma a la literatura extranjera en las mesas de novedades de las grandes librerías en este país. Sara Pollack, recientemente, ha estudiado el papel de las traducciones en la creación del mito Bolaño. De tal forma que hoy es el único autor, después de los maestros del Boom que se conoce en estas tierras agrestes (http://complit.dukejournals.org/content/61/3/346.abstract). De cualquier manera Willey logró su encomienda y su cliente (la viuda de Bolaño) vendió lo suficiente para que después de Los detectives salvajes se imprimieran en inglés incluso las obras menores o reunidas de su autor. No estoy aquí discutiendo el valor literario –o si no lo tiene- de Roberto Bolaño, estoy solo apuntando a una de las razones por las que él y no otros de su generación o posteriores son conocidos, traducidos y sobre todo leídos en Estados Unidos.

            Recientemente una obra pequeña, en una editorial independiente, de Valeria Luiselli, ha tenido la oportunidad de aparecer en el escaparate por más de quince minutos. Historia de mis dientes, un libro curioso de su autora, publicado por Coffee House Press (que además es una casa editorial sin fines de lucro) Es algo que debemos celebrar todos. Luiselli no tiene un agente todopoderoso, si bien estudia en Columbia University y está representada en los Estados Unidos, y no publica en una de las grandes editoriales que pueden asegurar reseñas favorables en los periódicos correctos. Aún así su libro ha sido primero nombrado como uno de los 100 mejores de 2015 por el New York Times y ahora es finalista del National Critics Book Award. Nunca un escritor que escribe originalmente en español había sido finalista antes del premio, lo que también abona a favor de que estamos viviendo, quizá nuevos tiempos en medio de la selva del mercado. El que mejor ha leído este desplazamiento de Bolaño hacia a) Una mujer y b) El fenómeno Indi, es Aaron Bady (https://lareviewofbooks.org/review/bolanos-teeth-valeria-luiselli-and-the-renaissance-of-mexican-literature ), pero el libro ha conseguido también el apoyo del Hufftington Post y de otros medios. Se trata, ya lo decía de un pequeño objeto curioso. Su historia es importante de contar. Empezó como un texto comisionado por JUMEX (la fábrica de jugos mexicana cuyos dueños poseen una de las mejores colecciones de arte contemporáneo y recientemente un museo privado para su exhibición) y Luiselli lo convirtió en un texto colaborativo entre la autora y algunos trabajadores de la fábrica que aceptaron leer fragmentos y responder. Es un texto en realidad sobre el valor del arte. O como diría Bourdieu, el valor del valor. Quién lo otorga, cómo se produce. Y eso es lo que ha pasado al libro. Si Los ingrávidos (también traducida al inglés) era una novela sobre la literatura (y sobre Gilberto Owen) este pequeño libro es sobre el arte, la curaduría, el extraño mundo que orienta el gusto. Y precisamente es por esa posible orientación del gusto que ha tenido el éxito que ha tenido en Estados Unidos. Aquí hay, sociológicamente, las condiciones para a) una circulación de libros experimentales, mejor si escritos por extranjeros o por mujeres, como el proyecto de Dorothy, a Publishing Project, que edita sólo mujeres y que ha conseguido ciertos premios ya a sus publicaciones. (https://www.facebook.com/Dorothy-a-publishing-project-135189196495042/?ref=ts&fref=ts) , b) hay un lector, salido de los programas de “Escritura Creativa” de las universidades entrenado para estos libros y c) un sistema de premiación que permite que ciertos libros lleguen a un mercado mayor pese a iniciar su vida en el margen. Debo decir que he ido a diez librerías de Boston y que solo en dos independientes está el libro de Luiselli. En Porter Books, incluso, en la mesa de novedades recomendada por alguien del “staff” de libreros del lugar. En ningún Barnes and Noble se encuentra el libro, hay que solicitarlo. En su interesante libro, The Program Era, Mark McGurl discute precisamente esa extraña dicotomía para el escritor norteamericano: o vivir en Nueva York o estudiar Creación Literaria en una universidad prestigiosa. El hecho de que Luiselli tenga un agente mediano pero importante, que viva en Nueva York y que haya estudiado en Columbia es relevante, pero lo que más me mueve a pensar cómo se produce el valor en Estados Unidos es en realidad el tema del libro, el estilo experimental y los circuitos de circulación de cierta literatura en este país. Nada me daría más gusto, por supuesto, que ganara el National Critics Book Award porque en México el medio es mucho más conservador para la consagración literaria y ese texto de Luiselli no fue leído como su primera novela, por otro lado abriría la puerta a otras traducciones en este lado de la frontera. ¿Existiría Valeria Luiselli sin Cristina Rivera Garza? Es pregunta, que conste. El poco éxito de la autora de Nadie me verá llorar en Estados Unidos, donde vive –ah, pero en California- desde hace años me lleva a esta y a otras muchas preguntas.  ¿Tiene razón Aaron Bady y la posible consagración de Luiselli es una simple continuación del éxito de Bolaño? No estoy tan seguro. Bolaño pertenece a otra ópera. Este momento es muy particular y merece toda nuestra atención de lectores ante los nuevos modos de crear gusto y producir valor. O de hacer Fama. Don Quijote la buscaba heroicamente y decía: “Una onza de buena fama vale más que una libra de perlas”. ¿Será?

 

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Pedro Ángel Palou

Pedro Ángel Palou nació en Puebla en 1966. Ha sido vendedor de ropa, árbitro de fútbol, chef, funcionario público, administrador de educación superior y conductor de televisión. Actualmente vive cerca de Boston, donde escribe y enseña literatura a tiempo completo en Tufts University. Forma parte del Sistema Nacional de Creadores. Sus obras gozan de gran éxito entre los lectores y la crítica, y se han traducido al francés, italiano y portugués. Ha sido ganador del Premio Xavier Villaurrutia y finalista del Rómulo Gallegos y del Planeta-Casamérica, este último con su novela El dinero del diablo. Su trilogía histórica sobre Zapata, Morelos y Cuauhtémoc y sus novelas sobre Porfirio Díaz, Pobre Patria mía, y Pancho Villa, No me dejen morir así, forman ya parte sustancial del renacimiento de la novela histórica mexicana. Foto de Gabriela Bautista

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