
Ficha técnica
Título: Viajeros lejanos | Autor: Antonio Picazo | Editorial: Ediciones del viento | Colección: Viento Céfiro 9 | Encuadernación: Rústica | Páginas: 272 | ISBN: 978-84-15374-78-7978-84-15374-78-7 | Precio: 20,50 euros
Viajeros lejanos
Antonio Picazo
Este libro recoge con una personal y apasionada pluma la vida de sesenta personajes de distintas partes del mundo que hicieron del viaje la razón de su vida.
Desde los primeros navegantes vikingos que, sin saberlo, descubrieron América, hasta los escritores del movimiento beatnik que recorrían la ruta 66 emprendiendo un viaje también de experiencias al límite de sexo, alcohol y drogas, pasan por estas páginas conquistadores españoles, exploradores africanos, navegantes polares, mujeres feministas que viajan por África o Arabia.
En avión o en camello, en barco o en bicicleta, el lector encontrará aquí a viajeros famosos -como Vasco Núñez de Balboa, Humboldt, Mark Twain o Paul Theroux- o desconocidos -Mary Seacole, Luis Galvez, Kazimierz Nowak-, pero todos ellos pertenecientes a la misma raza. La de los hombres y mujeres que un día hicieron la maleta, el atillo, el baul o el petate y emprendieron camino. Únase el lector a esta experiencia viajera insólita y emocinante.
GEORGE FRANCIS TRAIN: EL VERDADERO PHILEAS FOGG
IMPETUOSAS MANERAS DE VIVIR, IMPETUOSAS MANERAS DE VIAJAR.
A pesar de que su vida y figura resultó ser un verdadero fondo de adjetivos, el estadounidense George Francis Train fue un personaje inclasificable que, entre sus muchas aventuras, contó con la hazaña de ser el primero en dar la vuelta al mundo en un plazo previamente determinado. Y no una vez, sino hasta en tres ocasiones. Julio Verne se inspiró en su persona para crear a Phileas Fogg, el protagonista de su famosa novela La vuelta al mundo en 80 días, aunque fue sólo eso, una inspiración, ya que Fogg y Train -aparte de su proeza- no tenían semejanza alguna.
En una noche especialmente tormentosa de frío y nieve, nacía en 1829, en Boston, George Francis Train. Aquella noche tan revuelta fue un presagio. El recién nacido conforme llegaba al mundo, parece que tomó un puñado de aquellas turbulencias nocturnas para que le sirvieran de soporte en el caminar de la vida. Porque, sí, Train tuvo una existencia agitada como un vendaval pero sobre todo, vivida muy deprisa. Emprendedor, empresario visionario; un tipo contradictorio que lo mismo que tenía tendencias comunistas igualmente fue un declarado capitalista y, en ocasiones, incluso monárquico. También fue revolucionario, impulsivo; pacifista a la vez que belicista y, sobre todo, excéntrico y, como no, viajero. Una personalidad tan ajetreada no podía dejar pasar la corriente que, especialmente en la segunda mitad del siglo xix, fluía por Europa y Norteamérica: la idea de establecer marcas viajeras, tendencia ésta que, como se sabe, todavía hoy prevalece en el mundo desarrollado, disfrutando, por cierto, de una excelente salud.
En 1869 se inaugura el Canal de Suez. Este acontecimiento, no sólo fue una señal histórica para el mundo de la navegación, fue también la costura que faltaba para hilvanar el propósito de dar la vuelta al mundo en 80 días. ¿Por qué 80 días? Pues porque era el cálculo, la previsión temporal razonable en que ese trayecto podía ser seguido de una manera realista. Su desglose, incluidos cuatro días de reserva y ajuste, era el siguiente: De Paris a Port Said (vía Canal de Suez) en tren más barco, 6 días. De Port Said a Bombay, en barco de vapor, 14 días. De Bombay a Calcuta, en tren, 3 jornadas. De Calcuta a Hong Kong, en barco, 12 días. De Hong Kong a Tokio, en barco, 6. De la capital japonesa a las islas Sándwich, en barco, 14. De estas islas a San Francisco, también en barco, 7. De San Francisco a Nueva York, en tren, 7. Y finalmente, de Nueva York a París, en buque a vapor, 7 días.