Ficha técnica
Título: Staten Island | Autor: Arthur Nersesian | Traducción: Pablo Cañamares | Editorial: Alpha Decay | Colección: Héroes Modernos, 6 | Género: Novela | ISBN: 978-84-937269-3-5 | Páginas: 340 | Formato: 20,5 x 12,5 cm. | Encuadernación: Rústica | PVP: 26,00 € | Publicación: Junio de 2010
Staten Island
Arthur Nersesian
El protagonista de esta novela padece amnesia. Debe cumplir una misión, sin estar seguro de quién se la ha encomendado ni de en qué consiste. Se aventura a cruzar una Nueva York incivilizada y peligrosa -donde abundan los barrios abandonados y los campos de batalla calcinados-; pero no tarda en reparar en el trágico hecho de que en realidad el extraño mapa de coordenadas en el que se mueve no es exactamente Nueva York, sino una maqueta construida a imagen y semejanza de la Gran Manzana emplazada en el corazón del desierto de Nevada. Su objetivo será encontrar una salida de inmediato e intentar desmantelar el trágico experimento social que ha contribuido a crear. Un viaje alucinado y postapocalíptico que se lee como si observásemos una enfebrecida secuencia a través del agitado retrovisor del coche de Mad Max.
«Un viaje vertiginoso, una paranoia espeluznante que combina la distorsión del espacio y del tiempo propia de la ciencia ficción, manidas con un estilo antipolítico propio de un terrorista antitecnológico. […] Una lectura inusual a la vez que ingeniosa: imagínense a William S. Burroughs y a Philip K. Dick compartiendo una aguja hipodérmica.» Kirkus Reviews
«Staten Island es de una contemporaneidad asombrosa… Contiene reminiscencias del mundo perdido de Rescate en Nueva York y alusiones a la distopía de Blade Runner y 1984.» San Francisco Chronicle
PÁGINAS DEL LIBRO
… y observad la tierra cómo es, y el pueblo que
la habita, si es fuerte o débil, si poco o numeroso;
cómo es la tierra habitada, si es buena o
mala; y cómo son las ciudades habitadas, si son
campamentos o plazas fortificadas; y cómo es
el terreno, si es fértil o estéril, si en él hay árboles
o no; y esforzaos, y tomad del fruto del país.
Números 13, 18-20
«Ir andando hasta Suthpin Boulevard… (Mañana soleada.) Coger el autobús Q28 hasta Fulton Street… (Almacenes.) Cambiar al B17 e ir hasta el East Village, en Manhattan… (Aparcamientos para camiones, vacíos.) Esperar frente a la puerta de Cooper Union… (Nada.) … a que llegue Dropt. (Nadie.) Dispararle una sola vez, en la cabeza… (¿A quién? ¿Dónde estoy?) Entonces coger un taxi, volver al aeropuerto y coger el siguiente vuelo…»
Sus pensamientos comenzaban a filtrarse en aquella letanía interminable: «Ir andando hasta Suthpin Boulevard, coger el autobús Q28 hasta Fulton Street, cambiar al B17 e ir hasta el East Village, en Manhattan. Esperar frente a la puerta de Cooper Union a que llegue Dropt. Dispararle una sola vez, en la cabeza. Entonces coger un taxi, volver al aeropuerto…».
Uli no podía parar de repetirla. De hecho, ni siquiera se había dado cuenta de que lo hacía en voz alta. Acababa de abandonar el aeropuerto John F. Kennedy y avanzaba como un sonámbulo por Rockaway Boulevard, en Queens.
Un dolor repentino le obligó a mirar al suelo: una rata grande y peluda estaba mordiéndolo; no, más bien era un minúsculo perro huesudo que intentaba hincarle el diente. Uli se lo sacó de encima. Se le ocurrió que podía coger un taxi, pero sus pensamientos le ordenaron que no lo hiciera: «Ir andando hasta Suthpin Boulevard, coger el autobús Q28 hasta Fulton Street, cambiar al B17 e ir hasta el East Village, en Manhattan… hasta que llegue Dropt… en la cabeza. Luego coger un taxi… Ir andando hasta Suthpin…».
Avanzó por la avenida desierta y de pronto volvió a notarlo: con toda parsimonia, el caniche intentaba comerse una de sus piernas. Uli no se detuvo, dio al perrito una patada y éste se alejó gimiendo. Cuando alzó la vista, por poco se dio de bruces con un poste de madera que ostentaba tres flechas, cada una apuntando en una dirección diferente: Woodhaven Boulevard, Atlantic Avenue y Suthpin Boulevard.
«Ir andando hasta Suthpin Boulevard, coger el autobús Q28 hasta Fulton Street…»
En ese momento se acordó de que había sido un hombre de pelo blanco y con un perrito marrón el que le había dado esas instrucciones: la letanía.
Dobló la esquina y descubrió algo extraño: media manzana más allá, al otro lado de la calle (que estaba cubierta de arena), había una plataforma de madera de unos dos metros de altura a la que se accedía por una escalera del mismo material: parecía un embarcadero en plena tierra firme. En la base de la estructura estaba sentada una mujer bastante atractiva, de mediana edad, con pelo corto y gafas de sol naranjas. Escribía en un libro tan grande como una guía de teléfonos, incómodamente apoyada contra uno de los postes. Cuando se acercó, Uli descubrió que aquella mujer llevaba consigo un perrito con las orejas y las patas traseras extrañamente largas.