
Ficha técnica
Título: Razones para la anarquía | Autor: Noam Chomsky | Introducción: Nathan Schneider | Traducción: Álex Gibert | Editorial: Malpaso | Formato: Tapa dura | Tamaño: 14x21cm | Páginas: 256 | ISBN 978-84-15996-47-7 | Precio: 15,50 euros
Razones para la anarquía
Noam Chomsky
Chomsky rescata el venerable legado anarquista para colocarlo en el centro del debate, para conducirlo con lucidez al nuevo campo de batalla.
Noam Chomsky es uno de los pensadores más influyentes del último medio siglo. Sus ataques al capitalismo, la arrogancia imperial, la desinformación periodística o las coacciones estatales son conocidos por todos.
Razones para la anarquía reúne un conjunto de ensayos donde recupera las herencias convergentes del anarcosindicalismo, el socialismo libertario y el marxismo antiautoritario para trazar los rasgos de un programa subversivo basado en voluntades colectivas.
Este libro es el capítulo más reciente y menos frío de esa extraordinaria aventura intelectual.
Introducción
Anarcocuriosidad o la Norteamérica anarquista
En la primera noche de un viaje solidario que hice en autobús por Cisjordania, fui testigo mudo de una charla entre universitarios llegados de todos los rincones de Estados Unidos. La conclusión a la que llegaron fue sorprendente: a su manera, eran todos anarquistas. Repantigados en los sillones del vestíbulo de un hotel desolado junto al campo de refugiados de Yenín, devastada por la guerra, los estudiantes comenzaban a sondear sus respectivas filiaciones políticas, insinuadas ya en su forma de vestir y en sus tatuajes. Durante los diez días que duraría el viaje tendrían tiempo de sobra para que todo aquello saliera a la luz, junto con las inevitables confesiones de sus traumas de infancia.
-En el fondo, lo que a mí me va es el anarquismo -reconoció uno de ellos.
-Ahí la has clavado -dijo otro, aprovechando la coyuntura.
No tardaron mucho en alcanzar un consenso general sobre ideologías y modismos de nuevo cuño (ableísmo, identidades transgénero, zapatismo, black blocs, teorías de la frontera, etc.) y aquella unanimidad casi absoluta les pareció una casualidad cósmica, aunque no lo era tanto.
Era el otoño de 2012, poco después del primer aniversario de Ocupa Wall Street (OWS). Una nueva generación de activistas acababa de consumir su ración de protagonismo y el mundo les parecía rebosar de posibilidades…, aunque no sabían exactamente por dónde tirar. Habían tomado parte en una rebelión que aspiraba a crear una sociedad horizontal, pero se negaban a transmitir sus peticiones a la autoridad competente y, como otros movimientos germinados al mismo tiempo en todo el mundo, se preciaban de no tener líderes concretos.