
Ficha técnica
Título: Por el gusto de leer. Beatriz de Moura, editora por vocación. | Autor: Juan Cruz | Editorial: Tusquets | Colección: Tiempo de Memoria TM-104 |Páginas: 296 | ISBN: 978-84-8383-972-0 | Precio: 16,35 euros (IVA no incluido)
Por el gusto de leer
Juan Cruz Ruiz
Juan Cruz nos ofrece una larga conversación sobre la experiencia profesional y la peripecia vital de Beatriz de Moura, fundadora y editora de Tusquets Editores durante 45 años. En ella se relatan los orígenes, las dificultades y los aciertos para construir un catálogo y sostenerlo durante décadas. Se dibuja, en fin, una trayectoria editorial insólita en nuestra tradición, que nace de una vocación, pero también de un gusto por leer. ¿Qué ha hecho que ese catálogo se parezca a la joven que a finales de los sesenta decidió embarcarse en esa aventura? Este libro explica las claves, al tiempo que traza una aproximación en primera persona a la historia literaria y cultural reciente.
Primera parte
La fuerza del catálogo
Fundar una editorial
¿Cómo se funda una editorial? ¿Qué te hizo imaginar que ser editora de tu propio sello iba a ser algo interesante?
No decidí fundar Tusquets porque tuviera dinero o porque tuviera un proyecto, en absoluto. Lo decidí porque me echaron de Lumen, la editorial en la que trabajaba.
¿Y qué pasó para que te echaran?
Imagino que se produjo un desajuste con Esther Tusquets, que la dirigía y que la había montado con su padre, Magín. Trabajé en Lumen desde 1963 hasta 1968. Allí fue donde conocí la profesión y aprendí todo lo que tiene que ver con el oficio. La editorial era enteramente de la familia Tusquets. La editora era Esther, y yo, la curranta. Había estado en otras editoriales, en las que trabajé para ganarme el pan, en tareas que no eran creativas. Pero cuando entré en Lumen y me empezaron a pagar un sueldo, Esther Tusquets quiso que hiciera un poco de todo, una especie de secretariado general.
¿En qué consistía ese trabajo?
En Lumen trabajaba muy poca gente. Se contaba con gente de fuera, que iba a la editorial todos los días. Yo empecé escribiendo las cartas propias de la editorial, no las de Esther, o al menos no recuerdo que las hiciera; y enseguida ella me adjudicó el trabajo con el que más aprendí: comprar y vender derechos de autor. En aquella época comprábamos sobre todo títulos extranjeros para poder traducirlos y publicarlos. Me encantó ese trabajo, y en gran medida me ayudó a comprender la importancia de un catálogo. Porque para construir un catálogo resulta fundamental la relación con el mundo editorial exterior. Eso es lo primero que entendí y comprobé, y es lo que me hizo trabajar con un ánimo extraordinario. Sabía bastantes idiomas, estaba preparada para ello, tenía un buen carácter y empecé a hacerlo de manera muy entusiasta. Me iba muy bien el trabajo.