Ficha técnica
Título: Miami y el sitio de Chicago | Autor: Norman Mailer | Presentación: Antonio G. Maldonado | Traducción: Antonio G. Maldonado | Editorial: Capitán Swing Libros | Colección: Entrelíneas | Género: Crónica | ISBN: 978-84-940279-5-6 | Páginas: 288 | Formato: 22 x 14 cm.| Encuadernación: Rústica con solapas | PVP: 19,00 € | Publicación: Octubre de 2012
Miami y el sitio de Chicago
Norman Mailer
En el verano de 1968, en plena Guerra de Vietnam y tras turbios sucesos como el asesinato de Martin Luther King o el de Bobby Kennedy, los republicanos se reunieron en Miami y eligieron como candidato al impopular Richard Nixon, mientras los demócratas apoyaban en Chicago la candidatura del ineficaz vicepresidente Hubert Humphrey. Televisiones de todo el país mostraron a manifestantes antibelicistas abarrotando las calles de Chicago y a la policía desbocada, golpeando y arrestando a manifestantes y delegados por igual. Una imagen de caos que probablemente sentenció las posibilidades de Humphrey en la campaña de otoño contra Nixon, en un año decisivo para la política estadounidense contemporánea, del que surgió el país amargamente dividido de nuestros días. Durante su cobertura en Chicago, el propio Mailer estuvo a punto de ser arrestado cuando a la policía del alcalde Daley se le fue la mano contra los yippies, los hippies y los medios de comunicación.
Con su característico estilo descriptivo, Mailer narra las dos convenciones analizando con agudeza el perfil de los candidatos y su entorno: desde los republicanos Richard Nixon, Nelson Rockefeller y Ronald Reagan en Miami, hasta los demócratas Hubert Humphrey, Lyndon Johnson y Eugene McCarthy en Chicago.
«Un magistral relato de la convulsión que se produjo hace cuarenta años en los EEUU. Para comprender el 68, deben leer a Mailer» Chicago Tribune
PRÓLOGO
Norman Mailer o la conciencia
atribulada de América
Antonio García Maldonado
Se asocia el año 1968 a la rebelión estudiantil del mayo francés, con sus consignas revolucionarias y sus aspiraciones utópicas. Y sin duda fue un hecho importante, aunque no tanto ni tan duradero como a muchos franceses les gusta contar. Baste recordar que uno de los líderes de aquel movimiento, Daniel Cohn-Bendit, acabó convertido en uno de los rostros sempiternos del irrelevante Parlamento Europeo, refugio de apparatchiks. No parece que la playa esté bajo las moquetas de Estrasburgo.
Un año antes, el Che había muerto asesinado en Bolivia tras el fracaso de su intento de crear un foco guerrillero en el país andino, y Estados Unidos continuaba una escalada militar en Vietnam, adonde enviaban soldados y volvían ataúdes cubiertos con la bandera de las barras y estrellas.
Como bien se encarga de anotar Norman Mailer en su crónica de la convención demócrata en Chicago, en 1968, «el & de junio intentaron asesinar a Andy Warhol. El ‘ de junio, tras ganar las primarias de California […] Robert Kennedy recibía un tiro en la cabeza y moría al día siguiente». Además, «Martin Luther King moría asesinado el ‘ de abril por un blanco, y durante la semana siguiente se produjo una ola de actos vandálicos en Memphis, Harlem, Brooklyn, Washington DC, Chicago, Detroit, Boston y Newark». Fue el año también de los grandes reveses en Vietnam: ofensiva del Tet que llegó hasta Saigón, la batalla de Hue o la revelación de la masacre de My Lai.
El signo de la violencia (y no de la utopía) es la auténtica marca de un año trágico cuyas repercusiones tuvieron consecuencias geopolíticas que se han hecho notar durante décadas. En Europa los estudiantes clamaban por un cambio radical, incluso con violencia, y se apoyaban en mani»estos y ensayos sesudos de Sartre y discípulos, y en Estados Unidos, una sociedad atemorizada por los magnicidios y los actos vandálicos parecía renegar de las audacias de los discursos de John F. Kennedy y se mostraba dispuesta a echarse en los brazos de los republicanos más elementales, siempre ganadores cuando se vota bajo el miedo y la incertidumbre.