
Ficha técnica
Título: Mi cosmopolitismo | Autor: Kwame Anthony Appiah | Editorial: katz | Traducción: Lilia Mosconi | Colección: Serie dixit | Páginas: 80 | Precio: 7 € | Fecha de aparición: Octubre de 2008 | Formato: 11 x 20 cm. rústica | ISBN: 9788496859371
+ «Las culturas sólo importan si les importan a las personas» (entrevista de Daniel Gamper Sachse)
Mi cosmopolitismo
Kwame Anthony Appiah
«En el testamento espiritual que dejó a sus hijos, mi padre nos instó a recordar siempre que éramos ‘ciudadanos de mundo’: utilizó exactamente estas palabras. Por ello, hoy quiero hablar de uno de los ideales filosóficos estoicos, un ideal que puede ayudar a la comunidad global en los años por venir, dado que resulta particularmente útil cuando nos enfrentamos a conflictos basados en identidades religiosas, étnicas, raciales y nacionales, tan característicos de nuestro mundo. El ideal al que me refiero, claro está, es el cosmopolitismo.»
Mi cosmopolitismo
Mi madre nació en el oeste de Inglaterra, al pie de las colinas Costwold, en el seno de una familia que podía trazar su árbol genealógico en un radio de ochenta kilómetros remontándose hasta principios del período normando, casi un milenio atrás.Mi padre nació en la capital de la región ashanti de Ghana, en una ciudad donde sus ancestros ya se habían establecido antes de los inicios del reino Asante, a principios del siglo XVIII. De modo que cuando estas dos personas nacidas en lugares tan distantes se casaron en la década de 1950, en Inglaterra, muchas personas les advirtieron que un matrimonio mixto sería difícil de sobrellevar. Y mis padres pensaban lo mismo. La cuestión es que mi padre era metodista y mi madre era anglicana. Y eso sí era un desafío. Después de todo, como gustan de señalar los anglicanos, John Wesley -el padre fundador del metodismo- hablaba de «nuestro orgullo de no formar, ni ahora ni en el futuro, una secta aparte, sino por principio permanecer lo que hemos sido siempre: auténticos miembros de la Iglesia de Inglaterra».Wesley también dijo, aun con mayor deliberación: «Si los metodistas abandonan la Iglesia de Inglaterra,me temo que Dios abandonará a los metodistas».
De un modo u otro, entonces, soy fruto de un matrimonio mixto. Bautizado metodista y educado en escuelas anglicanas, asistí a la escuela dominical de la iglesia no confesional a la que concurría mi madre.Mi madre fue feligresa e integrante del consejo de St. George durante más de cincuenta años: St. George era su iglesia. Sin embargo, su funeral se celebró en la catedral metodista -cuyo consejo habían integrado mi padre y mi abuelo-, con el ministro de St. George entre los clérigos oficiantes. Así lo había elegido mi madre. Y si alguien le hubiera preguntado cuál había sido su confesión a lo largo de todos esos años, ella habría respondido que pertenecía a la Iglesia de Cristo y que el resto no era más que una sarta de detalles indiferentes. Por mucho que se hablara del desafío que representaba un casamiento mixto, las cosas parecían ser bastante distintas, al menos en Ghana.