
Ficha técnica
Título: Memoria por correspondencia | Autor: Emma Reyes | Editorial: Libros del Asteroide | Formato: 12,5 x 20 cm | Páginas: 232 | ISBN 9788416213221 | Precio: 17,95 euros | E-book: 10,99 euros
Memoria por correspondencia
Emma Reyes
En 1969, la pintora Emma Reyes envió a un amigo historiador, Germán Arciniegas, la primera de las veintitrés cartas en las que le revelaba las duras circunstancias en las que había transcurrido su infancia. Su amigo quedó conmocionado por los dolorosos recuerdos de la artista y decidió mostrarle los textos a Gabriel García Márquez, quien animó a Reyes a seguir escribiendo. La correspondencia se mantendría hasta 1997; durante ese tiempo Arciniegas había conseguido el permiso de Emma Reyes para publicar las cartas tras su muerte.
Con una escritura que brilla por su honestidad y por su alejamiento de lo pretencioso, Reyes describe las adversidades que vivió durante su infancia en Colombia a comienzos del siglo XX, cuando fue abandonada junto a su hermana en un convento. Relata sin autocompasión, con inteligencia de adulta pero con ojos de niña, y logra transmitir al lector con exactitud aquello que sintió.
Publicado por primera vez en Colombia en 2012, Memoria por correspondencia se convirtió en uno de los libros del año en ese país, y desde entonces sigue emocionando a cuantos se acercan a él.
«Un relato digno de Dickens. En 2012, fue declarado libro del año en Colombia. Pero este libro es mucho más que eso: es un nuevo clásico, un libro duro y entrañable destinado a perdurar.» Darío Jaramillo
«Lo sorprendente es que su sensibilidad para los bordados la haya convertido también en una gran escritora. Y que de su único libro pueda decirse que es la novela, así como suena, más bella de los últimos años.» Lisandro Luque (Semana)
«Memoria por correspondencia ha tocado el corazón de los lectores por muchas razones: por su frescura, por su capacidad de revelar un mundo sin caer en el costumbrismo y por la sabia medida de sus palabras. Pero, ante todo, porque sus páginas son hondamente humanas y poéticas.» Piedad Bonnet
«Al lector le queda en el alma todo lo que la pintora no narró: la mezquina historia universal de la Iglesia y la impiadosa historia de las clases altas locales: en suma, la historia del sostenido egoísmo de los que sí tenemos con qué vivir. La gran literatura cuenta historias para decir lo que no dice.» Marianne Ponsford (El Espectador)
«El poético relato de su infancia de miseria absoluta en Bogotá y la Colombia de provincias es deslumbrante. Cada momento está plasmado de forma sutil, extraña y bella.» Daniel Alarcón
Prólogo (por Leila Guerreiro)
Leona pura, leona oscura
En los primeros minutos de la película coreana Old Boy, dirigida por Chan-wook Park, su protagonista, Oh Dae-su, es secuestrado, no se sabe por quién, y despierta poco después en una habitación sin ventanas en la que hay un baño, un lecho, un cuadro con una frase -«Ríe y el mundo entero reirá contigo, llora y llorarás solo»-, y un televisor en el que están pasando la noticia de que su esposa acaba de ser asesinada. Oh Dae-su no sabe cómo llegó allí, ni por qué, ni cuándo va a salir. El espectador tampoco. Las horas, los días, los meses de esa agonía claustrofóbica se suceden: una perversión -el secuestro- dentro de otra perversión: el tormento sin fin. Quince años después, aún sin saber por qué ha sido secuestrado, abandona ese cuarto convertido en una máquina de odio, en un asesino perfecto.
Así como Oh Dae-su aparece ante el espectador -un ser en padecimiento puro, sin nada que explique y que, por tanto, alivie ese padecimiento-, la colombiana Emma Reyes aparece ante los lectores en Memoria por correspondencia: como una niña de cinco años encerrada en una pieza de un barrio de Bogotá, a la que cada mañana llega una mujer misteriosa llamada María que, después de abrir la puerta y obligar a Emma a ir hasta un baldío para vaciar la bacinilla que ha usado durante la noche, vuelve a encerrarla bajo llave por el resto del día. Emma vive allí con su hermana mayor, Helena, y un niño llamado Eduardo, el Piojo. Los tres están siempre sucios, mal alimentados, y pasan el tiempo en ese cuarto sin ventanas, ni agua, ni luz eléctrica, del que no pueden salir salvo en contadas ocasiones. Reyes nunca dice quién es la señorita María, ni por qué ni desde cuándo les prodiga ese trato brutal. ¿Quién es el padre de Emma, quién es su madre, por qué está sometida a esa existencia aterradora? No hay respuesta. Ni a esas ni a otras preguntas. Porque, como si fuera un narrador experto, Emma Reyes parece saber que esos cabos sueltos subrayan el horror: un horror que vino no se sabe cómo ni por qué y que, por tanto -arbitrario, inexplicable-, puede extenderse al infinito. Pero, a diferencia de Oh Dae-su, cuando Emma Reyes sale de su encierro no está llena de odio sino de curiosidad: viaja por Latinoamérica, se casa con un escultor, gana una beca para estudiar en París con André Lothe, se muda a Europa, se hace pintora de fama, ayuda a todos los artistas plásticos colombianos que aterrizan en el viejo continente, se casa con un médico y muere en Burdeos, en 2003, a los ochenta y cuatro años. Y, entre una cosa y la otra, le escribe a su amigo y compatriota Germán Arciniegas, ensayista, político e historiador, veintitrés cartas en las que le cuenta su infancia: las veintitrés cartas que forman este volumen, publicado originalmente en 2012 por la editorial colombiana Laguna Libros, que agotó varias ediciones en su país y al que la crítica puso por los cielos. Lo que nos lleva a pensar que a lo mejor aquella frase que colgaba en el cuarto de Oh Dae-su -«Ríe y el mundo entero reirá contigo, llora y llorarás solo»- era una frase muy veraz porque, a pesar de que Memoria por correspondencia es la historia de una desgracia, está lejos de ser un libro plañidero y parece, más bien, el libro de alguien con un altísimo sentido del humor. O, si se prefiere, de alguien que ha sabido pasar el sentido trágico de la vida por el tamiz adecuado -el de la literatura- para transformarlo en el regocijo trágico de la prosa. O algo así.